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Miqueas 2:9 - Biblia Martin Nieto

A las mujeres de mi pueblo las echáis de las casas que amaban, y quitáis para siempre a sus hijos el honor que yo les he dado.

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Biblia Reina Valera 1960

A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas que eran su delicia; a sus niños quitasteis mi perpetua alabanza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Desalojaron a las mujeres de sus cómodos hogares y despojaron a sus hijos para siempre de todo lo que Dios les hubiera dado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Arrancan de sus hogares tan queridos a las mujeres de mi pueblo y les quitan a sus hijos la libertad que yo les había dado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Echáis a las mujeres de mi pueblo fuera del calor de sus hogares, Y quitáis para siempre a sus hijitos la gloria del legado° que les di.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Arrojáis a las mujeres de mi pueblo del hogar que era su delicia. Arrebatáis a sus pequeñuelos para siempre el honor que yo les di.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas de sus delicias; de sus niños quitasteis mi gloria para siempre.

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Miqueas 2:9
14 Tagairtí Cros  

bendito sea su nombre glorioso para siempre, que toda la tierra se llene de su gloria. ¡Amén! ¡Amén!


Pero ahora mi tienda está asolada, cortadas todas mis cuerdas. Mis hijos me han abandonado, han desaparecido. No queda ya quien vuelva a levantar mi tienda, a desplegar mis toldos.


Así manifestaré mi gloria a las naciones, y todas las naciones verán la sentencia que yo ejecutaré y la mano que pondré sobre ellos.


porque aplastan contra el polvo de la tierra la cabeza de los necesitados y no hacen justicia a los pobres; porque hijo y padre se acuestan con la misma mujer, profanando mi santo nombre;


Codician campos y los roban, casas y se apoderan de ellas; hacen violencia al hombre y a su casa, al dueño y a su propiedad.


Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas llenan el mar.


Entonces levanté mis ojos y tuve una visión. Vi a un hombre que tenía en su mano una cinta de medir.


'¡A y de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis el reino de Dios a los hombres! ¡No entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren!


devoran los bienes de las viudas pretextando hacer largas oraciones. Ellos serán juzgados muy severamente'.


y que devoran los bienes de las viudas mientras aparentan hacer largas oraciones. Ellos serán juzgados muy severamente'.


Y todos nosotros, con la cara descubierta, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, nos transformamos en su misma imagen, resultando siempre más gloriosos, bajo el influjo del Espíritu del Señor.


Pues el mismo Dios, que dijo: Brille la luz de entre las tinieblas,


Y ahora, que el rey, mi señor, se digne escuchar las palabras de su siervo: Si es el Señor quien te excita contra mí, que sea aplacado con una ofrenda; pero si son los hombres, malditos sean del Señor, pues me echan hoy para que no participe en la herencia del Señor, diciendo: Vete a servir a dioses extraños.