para que reconozcan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y que fuera de él no hay otro.
Josué 2:11 - Biblia Martin Nieto Al oírlo nos hemos descorazonado ante vosotros, porque el Señor, vuestro Dios, es Dios tanto arriba en los cielos como abajo en la tierra. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Biblia Nueva Traducción Viviente ¡No es extraño que nuestro corazón esté lleno de temor! A nadie le queda valor para pelear después de oír semejantes cosas. Pues el Señor su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando lo supimos se nos paró el corazón y al verlos acercarse todo el mundo está ahora lleno de miedo, porque Yavé su Dios es Dios tanto arriba en los cielos como abajo en la tierra. La Biblia Textual 3a Edicion Y cuando lo oímos, se nos derritió° el corazón, y no ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque YHVH vuestro Dios, Él solo es ’Elohim arriba en los cielos y abajo en la tierra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Al oírlo, se ha desmayado nuestro corazón y ya nadie tiene aliento delante de vosotros, porque Yahveh, vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón, y no ha quedado más ánimo en hombre alguno por causa de vosotros; porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra. |
para que reconozcan todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios y que fuera de él no hay otro.
Acto seguido regresó con toda su comitiva adonde el hombre de Dios, y en pie ante él, dijo: 'Reconozco que no hay otro dios en toda la tierra fuera del Dios de Israel. Y ahora, dígnate recibir un regalo de tu siervo'.
Cuando nuestros enemigos lo supieron, se llenaron de miedo y se sintieron humillados al reconocer que esta obra había sido realizada con la ayuda de nuestro Dios.
En las provincias y poblaciones adonde llegaban las órdenes del decreto real tuvieron los judíos alegría y gozo, convites y fiestas. Muchos se hacían judíos por el miedo que les tenían.
ávidos abren contra mí sus fauces, cual leones que rugen y desgarran.
Oh Dios, rompe los dientes de su boca, a estos leones rómpeles las muelas;
queden avergonzados y aterrados para siempre y perezcan con un final ignominioso,
Al oírlo temblaron los pueblos; se apoderó de los filisteos el terror.
Se estremecieron entonces los príncipes de Edón; presa fueron del terror los fuertes de Moab; sintiéronse abatidos todos los habitantes de Canaán.
Por eso todos los brazos se derrumban, todos los corazones se derriten.
Oráculo contra Egipto: Ved al Señor que, cabalgando sobre una nube ligera, viene a Egipto. Los ídolos de Egipto tiemblan ante él, y el corazón de los egipcios desfallece en su pecho.
Robad la plata, robad el oro. ¡Son innumerables las reservas, verdaderos montones de objetos preciosos!
¿Dónde vamos a ir? Nuestros hermanos nos han desanimado al decirnos: Son más numerosos y más fuertes que nosotros; las ciudades son grandes, y sus murallas llegan hasta el cielo. Hemos visto entre ellos incluso descendientes de Anac.
Los jefes seguirán diciendo a la tropa: ¿Hay alguien que tenga miedo y se acobarde? Que se vuelva a su casa para que no contagie la cobardía a sus hermanos.
Reconócelo y medítalo en tu corazón: el Señor es Dios allá arriba en los cielos y aquí abajo en la tierra; es él, y no hay otro.
Mientras los hermanos que habían ido conmigo desalentaban al pueblo, yo seguí fielmente al Señor, mi Dios.
Y dijeron: 'El Señor ha entregado toda esta región en nuestras manos; todos los habitantes están muertos de miedo ante nosotros'.
Cuando los reyes amorreos de Cisjordania y los cananeos de occidente oyeron cómo había secado el Señor las aguas del Jordán ante los israelitas hasta que pasaron, se quedaron atónitos y acobardados ante ellos.
que les hicieron treinta y seis bajas y los persiguieron desde la puerta hasta el Sebarín derrotándolos en la bajada. El pueblo se desalentó y se acobardó.
Ellos respondieron a Josué: 'Tus siervos habían sido informados de cómo el Señor, tu Dios, había mandado a Moisés, su siervo, que se os diera toda la tierra y de que todos sus habitantes fueran exterminados ante vosotros. Y, temiendo por nuestras vidas, hemos hecho esto.
Y decían a las montañas y a las rocas: Caed sobre nosotros y ocultadnos lejos de la cara del que está sentado en el trono y de la ira del cordero;