Un día entró José en la casa para sus quehaceres, y no había entonces en la casa ningún criado.
Génesis 39:10 - Biblia Martin Nieto Y por más que ella insistía todos los días, José no consintió en acostarse con ella para entregarse a ella. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, Biblia Nueva Traducción Viviente Día tras día, ella seguía presionando a José, pero él se negaba a acostarse con ella y la evitaba tanto como podía. Biblia Católica (Latinoamericana) Y aunque ella insistía día tras día, José se negó a acostarse a su lado y estar con ella. La Biblia Textual 3a Edicion Y sucedió que, aunque ella instaba a José día a día, él no la escuchaba para yacer a su lado y cohabitar con ella. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ella insistía uno y otro día, pero José no accedió acostarse con ella, ni a estar a su lado. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y fue que, hablando ella a José cada día, que él no la escuchó para acostarse al lado de ella, o para estar con ella. |
Un día entró José en la casa para sus quehaceres, y no había entonces en la casa ningún criado.
Pero José se negó y le dijo: 'Conmigo mi señor no se preocupa de lo que pasa en la casa y me ha confiado todo lo que tiene.
Ni él es más poderoso que yo en esta casa. Nada me ha prohibido más que a ti, puesto que tú eres su mujer. ¿Cómo podría yo cometer un mal tan grande y pecar contra Dios?'.
para preservarte de la mujer ajena, de la desconocida que halaga con palabras;
Fosa profunda es la boca de la mujer adúltera, en ella caen los que el Señor maldice.
Porque una fosa profunda es la prostituta y un pozo estrecho la mujer ajena.
Sí; como el ladrón, está ella al acecho, y entre los hombres multiplica los prevaricadores.
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su palabra es más suave que el aceite;
para que te guarden de la mujer ajena, de la desconocida que halaga con palabras.
Se sienta a la puerta de su casa, en una silla, en lo más alto de la ciudad
No os dejéis engañar: 'Las malas compañías corrompen las buenas costumbres'.
Huid de la lujuria. Cualquier otro pecado cometido por el hombre queda fuera del cuerpo, pero el pecado de lujuria daña al propio cuerpo.
Por eso quiero que las viudas jóvenes se vuelvan a casar, que tengan hijos, que gobiernen su casa y que no den motivos de crítica a los adversarios,
Huye de las pasiones propias de la juventud, y practica la justicia, la fe, el amor, la paz con quienes invocan al Señor con corazón puro.
Queridos hermanos, como a gente de paso en tierra extraña, os exhorto a que os abstengáis de las pasiones carnales, que hacen la guerra al espíritu.