El necio se cruza de brazos y come su propia carne.
El necio cruza sus manos y come su misma carne.
«Los necios se cruzan de brazos, y acaban en la ruina».
El tonto que se cruza de brazos, devora su propia carne.
El necio se cruza de brazos, y devora su propia carne.
El necio se cruza de brazos y se devora a sí mismo.
El necio dobla sus manos y come su propia carne.
Tomo mi carne entre mis dientes, pongo mi alma en mis manos.
El hombre generoso se hace bien a sí mismo, pero el cruel a sí mismo se perjudica.
El perezoso no asa su pieza de caza, la mejor riqueza del hombre es la diligencia.
Desea el perezoso, pero en vano; el deseo de los diligentes será saciado.
En invierno el perezoso no ara; en la siega busca, pero en vano.
¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Las palabras de la boca del sabio son agradables; pero los labios del tonto causan su propia ruina.
Manasés a Efraín, Efraín a Manasés, y ambos a dos se lanzan contra Judá. Pero con todo no ha amainado su cólera, su brazo aún está extendido.