Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió, diciéndole: '¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que tenemos que postrarnos ante ti, yo, tu madre y tus hermanos?'.
Daniel 7:28 - Biblia Martin Nieto Aquí termina la relación. Yo, Daniel, quedé turbado por estos pensamientos y se me demudó el color del rostro. Pero lo guardé todo en mi corazón. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón. Biblia Nueva Traducción Viviente Aquí termina la visión. Yo, Daniel, estaba espantado por mis pensamientos y mi rostro estaba pálido de miedo, pero no le dije nada a nadie. Biblia Católica (Latinoamericana) Aquí se acaba el relato. Esas visiones me habían aterrorizado a mí, Daniel, y mi rostro había mudado de color, pero conservaba todo eso en mi corazón. La Biblia Textual 3a Edicion Aquí tuvieron fin sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron mucho y palideció mi rostro, pero guardé el asunto en mi corazón. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Hasta aquí el relato. Yo, Daniel, quedé asustado de mis pensamientos, palidecí y lo guardé todo en mi corazón. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Hasta aquí fue el fin del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se demudó, pero guardé el asunto en mi corazón. |
Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió, diciéndole: '¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que tenemos que postrarnos ante ti, yo, tu madre y tus hermanos?'.
Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre daba vueltas al asunto.
Entonces un ser de aspecto humano me tocó los labios. Abrí mi boca, hablé y dije a aquel que estaba delante de mí: 'Señor mío, con esta aparición me invade un malestar y me quedo sin fuerzas.
Quedé así yo solo contemplando esta imponente visión; me sentí sin fuerzas, pálido el rostro casi hasta desvanecerme, porque las fuerzas me abandonaban.
En cuanto a los dos reyes, su corazón no pensará más que en hacerse daño y, aun sentados a la misma mesa, se dirán mentiras. Pero nada lograrán, pues falta tiempo aún para el momento fijado.
Y tú, vete a descansar; te levantarás para recibir tu suerte al final de los días'.
Me respondió: 'Anda, Daniel, que estas palabras han de quedar cerradas y selladas hasta el momento final.
Daniel, a quien llamaban Baltasar, quedó turbado y aturdido un rato; sus pensamientos le atormentaban. Pero el rey rompió el silencio y dijo: 'Baltasar, no te asuste el sueño ni su interpretación'. Baltasar le dijo: '¡Oh mi Señor, ojalá el sueño se volviera contra los que te odian y su significado contra los enemigos!
eres tú, oh rey, que te has hecho grande y poderoso, tanto que tu grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo y tu poder hasta los confines del mundo.
mudó de color y le asaltaron terribles pensamientos; se le relajaron las articulaciones de sus caderas y sus rodillas se pusieron a temblar una contra otra.
Yo, Daniel, quedé profundamente turbado y las visiones que contemplé me dejaron asustado.
El año tercero del reinado de Baltasar, yo, Daniel, tuve una segunda visión después de la precedente.
Gabriel se llegó donde yo estaba. Cuando se acercó, quedé espantado y caí de bruces. Él me dijo: Hijo de hombre, entiende que la visión se refiere al tiempo del fin.
Y dijo: 'Mira, voy a manifestarte lo que sucederá al final de la ira, pues esto se refiere al tiempo fijado para el fin.
Entonces yo, Daniel, me sentí sin fuerzas y estuve enfermo algunos días. Después me levanté y me seguí ocupando de los asuntos del rey. Pero continuaba asustado por la visión, que me resultaba incomprensible.
En cuanto la gente vio a Jesús, todos quedaron sorprendidos y corrieron a saludarlo.
María, por su parte, guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Jesús fue con ellos a Nazaret, y les estaba sumiso. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
'Grabaos bien estas palabras: El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres'.