El que guarda la higuera come de su fruto, el que vigila sobre su señor recibirá honores.
Cantares 8:12 - Biblia Martin Nieto Mi propia viña ante mis ojos... ¡Las mil monedas para ti, oh Salomón, y doscientas para los guardas de su fruto! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, yo soy la dueña de mi viñedo y yo decido a quién dárselo, y Salomón no tiene que pagar mil monedas de plata; pero yo daré doscientas monedas a quienes cuiden de sus vides. Biblia Católica (Latinoamericana) Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido.
Mil siclos para ti, Salomón,
doscientos para los guardianes. La Biblia Textual 3a Edicion Él Mi viña, que es mía, está delante de mí. Tú, oh Salomón, tendrás los mil, Y los que guardan su fruto doscientos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Mi viña, la que es mía, la retengo. Para ti, Salomón, los mil siclos, y da doscientos a los guardas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, para los que guardan su fruto. |
El que guarda la higuera come de su fruto, el que vigila sobre su señor recibirá honores.
Sobre todas las cosas, vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
No os fijéis en que soy morena; es que el sol me ha bronceado. Los hijos de mi madre, airados contra mí, me pusieron a guardar sus viñas; y mi viña, la mía, no la guardé.
Como manzano entre árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al paladar.
Salomón tenía una viña en Baal-Hamón, la encomendó a sus guardas. Cada uno tenía que pagarle por sus frutos mil monedas de plata...
Oh, tú que moras en los jardines, mis amigos prestan oído a tu voz. ¡Deja que yo la oiga! Ella:
Cuidad de vosotros y de todo el rebaño del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes para apacentar la Iglesia de Dios, que ha adquirido con su propia sangre.
Habéis sido comprados a gran precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.
y murió por todos, para que los que viven no vivan para sí, sino para quien murió y resucitó por ellos.
Y es que, ¿quién es en verdad nuestra esperanza, nuestro gozo, nuestra corona de gloria delante de nuestro Señor Jesucristo en el día de su venida? ¿Quién sino vosotros?