Al pasar por el valle de las balsameras, lo convertirán en manantiales, y las lluvias otoñales lo llenarán de bendiciones.
2 Corintios 3:18 - Biblia Martin Nieto Y todos nosotros, con la cara descubierta, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, nos transformamos en su misma imagen, resultando siempre más gloriosos, bajo el influjo del Espíritu del Señor. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. Biblia Católica (Latinoamericana) Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, pues él es el Señor del espíritu. La Biblia Textual 3a Edicion Pero nosotros todos, con rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, vamos siendo transformados por el Espíritu, de gloria en gloria, en la misma imagen del Señor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, su imagen misma, nos vamos transfigurando con gloria creciente como por la acción del Señor, que es Espíritu. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor. |
Al pasar por el valle de las balsameras, lo convertirán en manantiales, y las lluvias otoñales lo llenarán de bendiciones.
Y aquel que es la Palabra / se hizo carne, / y habitó entre nosotros, / y nosotros vimos su gloria, / gloria cual de unigénito / venido del Padre, / lleno de gracia y de verdad. /
Yo les he dado la gloria que tú me diste para que sean uno, como nosotros somos uno.
Padre, yo quiero que también los que me has confiado estén conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, que me has dado, porque antes de la creación del mundo ya me amabas.
Y no os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y renovad vuestro interior para que sepáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
al contrario, revestíos de Jesucristo, el Señor, y no busquéis satisfacer los bajos instintos.
Porque aquellos que de antemano conoció, también los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Así nosotros, que vivimos conforme al Espíritu y no conforme a los bajos instintos, podemos practicar la justicia que ordena la ley.
Por lo cual el deseo de la carne es enemigo de Dios, porque no se somete a la ley de Dios, ni puede en realidad someterse.
Ahora vemos como por medio de un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de una manera imperfecta; entonces conoceré de la misma manera que Dios me conoce a mí.
Y así como llevamos la imagen del terrestre, llevaremos también la del celeste.
El Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
para los incrédulos, cuyas inteligencias cegó el dios de este siglo para que no brille el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.
De modo que, el que está en Cristo, es una criatura nueva; lo viejo ya pasó, y ha aparecido lo nuevo.
Da igual estar o no estar circuncidado. Lo que importa es ser un hombre nuevo.
para revestiros del hombre nuevo, que se renueva sin cesar a imagen de su creador hasta adquirir el conocimiento perfecto.
nos ha salvado, no por la justicia que hayamos practicado, sino por puro amor, mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo,
Porque si uno escucha la palabra y no la practica, es semejante a un hombre que mira su cara en un espejo
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como es.