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2 Corintios 10:4 - Biblia Martin Nieto

las armas con que lucho no son humanas, sino divinas; capaces de destruir fortalezas, de deshacer las acusaciones

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Biblia Reina Valera 1960

porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Nuestras armas no son las humanas, pero tienen la fuerza de Dios para destruir fortalezas: todos esos argumentos

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La Biblia Textual 3a Edicion

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrucción de fortalezas;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Las armas de mi combate no son carnales, sino que tienen poder divino para derribar fortalezas: derribamos sofismas

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;

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2 Corintios 10:4
28 Tagairtí Cros  

El Señor extenderá desde Sión el poder de tu cetro: domina sobre tus enemigos.


En todo monte alto y en toda colina elevada habrá arroyos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.


Mira, en este día te constituyo sobre las naciones y sobre los reinos para arrancar y destruir, para derribar y deshacer, para edificar y plantar'.


¿No es mi palabra como el fuego, como el martillo que deshace la roca?


Moisés fue instruido en todo el saber de los egipcios, y era poderoso en palabras y obras.


La noche está avanzada y el día está cerca; por lo tanto, dejemos a un lado las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.


No entreguéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de injusticia. Al contrario, entregaos a Dios como muertos que han vuelto a la vida, entregad vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia;


para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.


¿Cuándo se ha visto que un militar haga la guerra a sus expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma leche del rebaño?


y si yo presumo algo más de la cuenta del poder que el Señor me ha dado para vuestro provecho y no para vuestra ruina, no me arrepiento de ello.


Por eso escribo esto ahora que estoy ausente, para que cuando esté presente no tenga que proceder con severidad, en virtud del poder que el Señor me ha dado para edificar y no para destruir.


No es que sea capaz por mí mismo de hacer algo como cosa mía, pues mi capacidad viene de Dios,


Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que aparezca claro que esta pujanza extraordinaria viene de Dios y no de nosotros.


con la palabra de verdad, con el poder de Dios; mediante las armas ofensivas y defensivas de la justicia;


Por el contrario, nosotros, hijos del día, seamos sobrios; revistámonos de la coraza de la fe y del amor, cubriéndonos con el yelmo de la esperanza de la salvación.


Ésta es la recomendación que te hago, Timoteo, hijo mío, en conformidad con los augurios que anteriormente se hicieron sobre ti: apoyado en ellos libra el buen combate,


Soporta conmigo las fatigas, como buen soldado de Cristo.


Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de dar la vuelta a su alrededor durante siete días.


El pueblo gritó, y las trompetas sonaron. Cuando el pueblo oyó el sonido de las trompetas, se puso a gritar con todas sus fuerzas, y las murallas de la ciudad se derrumbaron; entonces el pueblo se lanzó al asalto, cada uno de frente, y la tomaron.