98 Versículos sobre el Poder de la Oración contra el Mal

El Señor aborrece el sacrificio del malvado, la oración del honrado le agrada.

Cuando llegue ese día, ya no tendréis necesidad de preguntarme nada. Os aseguro que el Padre os concederá todo lo que le pidáis en mi nombre.

Pero en su angustia gritaron al Señor y él los salvó de sus penurias.

Hizo que la tormenta amainara, que enmudecieran las olas.

los que reunió de entre los países, de oriente y de occidente, del norte y del poniente.

Se alegraron al verlas en calma y Dios los condujo al puerto añorado.

Cuando clamo al Señor, él me responde desde su monte santo. [Pausa]

El Señor te atienda en el día de angustia, el nombre del Dios de Jacob te salve.

Cuando Job intercedió en favor de sus compañeros, el Señor cambió su suerte y duplicó todas sus posesiones.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.

—Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: «Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor.

En mi angustia supliqué al Señor, a mi Dios invoqué. Desde su santuario escuchó mi grito, a sus oídos llegó mi clamor.

Mi boca lo invocó, mi lengua lo alababa.

Atemorizado, miró fijamente al ángel y le preguntó: —¿Qué quieres, Señor? El ángel le contestó: —Dios ha tomado en consideración tus oraciones y tus limosnas.

Mientras Pedro permanecía bajo custodia en la cárcel, la Iglesia rogaba fervientemente a Dios por él.

Por tanto, todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.

Que mi oración sea ante ti como incienso, mis manos alzadas como ofrenda de la tarde.

Todo lo santifica la palabra de Dios y la oración.

Entonces llamarás al Señor y responderá, pedirás socorro y dirá: «Aquí estoy». Si apartas los cepos de en medio de ti, si no delatas acusando en falso;

Yo busqué al Señor y me respondió, me libró de todos mis miedos.

Si permanecéis unidos a mí y mi mensaje permanece en vosotros, pedid lo que queráis y lo obtendréis.

Cuento para ello con la ayuda de vuestras oraciones; de esta manera, siendo muchos los que han contribuido a que Dios me conceda su favor, otros tantos serán los que den gracias a Dios por causa de mí.

Cuando clamé, me respondiste, hiciste que aumentara mi fuerza.

Este es el niño que pedía y el Señor me ha concedido la petición que le hice.

Confiadle todas vuestras preocupaciones, ya que él se preocupa de vosotros.

El Señor escuchó a Elías y el niño recuperó el aliento y revivió.

Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante.

Tenía yo confianza aunque decía: «¡Qué desgraciado soy!».

En mi turbación exclamaba: «Todos los humanos mienten».

¿Cómo pagaré al Señor todos los beneficios que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación, invocaré el nombre del Señor.

Cumpliré al Señor mis promesas delante de todo su pueblo.

Mucho le importa al Señor la muerte de sus fieles.

Yo soy tu siervo, Señor; soy tu siervo, el hijo de tu esclava; tú desataste mis ataduras.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocaré el nombre del Señor.

Cumpliré al Señor mis promesas delante de todo su pueblo,

en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!

Lo invocaré de por vida, porque es todo oídos para mí.

Pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

¿Sufre alguno de vosotros? Que ore. ¿Está gozoso? Que alabe al Señor.

Señor, a ti clamo, acude a mí, escucha mi voz cuando te llamo.

—Anda y di a Ezequías: «Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Pues bien, alargaré tu vida otros quince años.

Que el Dios de la esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe para que desbordéis de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu.

No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que os pongáis en camino y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

Jesús les contestó: —Porque no tuvisteis fe. Os aseguro que si tuvierais fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le diríais a este monte: «¡Quítate de ahí y ponte allí!», y el monte cambiaría de lugar. Nada os resultaría imposible. [

Bendito sea el Señor que escucha mi grito de súplica.

pues excesivo trajín produce sueño, y excesivas palabras dan lugar a tonterías.

Y si estamos seguros de que Dios siempre nos atiende, lo estamos también de conseguir lo que le pedimos.

Pasó a la habitación, cerró la puerta tras de sí y se puso a orar al Señor.

Por mi parte, Dios me libre de pecar contra el Señor, dejando de interceder por vosotros. Yo os enseñaré el camino bueno y recto.

Yo invoco al Señor, digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.

Así que en todo momento ofrezcamos a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza que no es otro sino la ofrenda de unos labios que bendicen su nombre.

No temas, que estoy contigo; no te angusties, que soy tu Dios. Te doy fuerza y voy a ayudarte, te sostiene mi diestra salvadora.

Señor, por la mañana escuchas mi súplica; de madrugada ante ti la presento y me quedo esperando.

Invocaré al Dios Altísimo, al Dios que es bueno conmigo.

los traeré a mi monte santo, tomarán parte en las fiestas celebradas en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán bien recibidos en mi altar, pues mi Templo es casa de oración, así lo llamarán todos los pueblos.

En cuanto a vosotros, no habéis recibido un Espíritu que os convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del miedo. Habéis recibido un Espíritu que os convierte en hijos y que nos permite exclamar: «¡Abba!», es decir, «¡Padre!».

Entregaos a la oración con espíritu vigilante y corazón agradecido.

Dios escuchará sus plegarias, podrá ver su rostro con alegría, pues le ha devuelto su integridad.

Oh Dios, tú eres mi Dios y al alba te busco; de ti tengo sed y por ti desfallezco en una tierra árida, seca y sin agua.

A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos,

Vigilad, pues, y no dejéis de orar, para que consigáis escapar de lo que va a suceder y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre.

De día el Señor envía su amor, de noche un canto me acompaña, una oración al Dios de mi vida.

Reconoced, pues, mutuamente vuestros pecados y orad unos por otros. Así sanaréis, ya que es muy poderosa la oración perseverante del justo.

Acerquémonos, pues, llenos de confianza a ese trono de gracia, seguros de encontrar la misericordia y el favor divino en el momento preciso.

En mi angustia invoqué al Señor, a mi Dios le pedí ayuda. Desde su santuario escuchó mi grito, a sus oídos llegó mi clamor.

El Señor está lejos de los malvados y escucha la oración de los justos.

Antes de que me llamen responderé, estarán aún hablando y los escucharé.

Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar en cualquier circunstancia, sin jamás desanimarse. Les dijo:

cuando atienda la súplica del pobre y no desprecie su oración.

y todo lo que pidáis en mi nombre os lo concederé, para que en el Hijo se manifieste la gloria del Padre.

Lo que pidáis en mi nombre, yo os lo concederé.

Pedid, y Dios os atenderá; buscad, y encontraréis; llamad, y Dios os abrirá la puerta.

Pues los ojos del Señor se fijan en los buenos, y sus oídos atienden a sus ruegos. Rechaza, en cambio, el Señor a quienes practican el mal.

Recurrid al poder del Señor, buscad constantemente su presencia.

Vivid alegres por la esperanza, animosos en la tribulación y constantes en la oración.

Cuando llegaron, les dijo: —Orad para que podáis resistir la prueba.

Velad y orad para que no desfallezcáis en la prueba. Es cierto que tenéis buena voluntad, pero os faltan las fuerzas.

Nada debe angustiaros; al contrario, en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido.

No ceséis de orar.

Tenemos plena confianza en que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atenderá.

Y si estamos seguros de que Dios siempre nos atiende, lo estamos también de conseguir lo que le pedimos.

Gritan y el Señor los escucha, de todas sus angustias los libra.

Llámame y te responderé; te comunicaré cosas importantes y recónditas, que no conoces.

si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y se arrepiente de su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la salud a su tierra.

El Señor está cerca de cuantos lo invocan, de cuantos lo invocan sinceramente.

Tú, cuando ores, métete en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

Por eso os digo que obtendréis todo lo que pidáis en oración, si tenéis fe en que vais a recibirlo.

Mañana, tarde y mediodía no dejo de gemir y sollozar; pero él escuchará mi clamor,

ahora bien, sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a quienes lo buscan.

Apenas terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Así pudieron luego proclamar el mensaje de Dios con plena libertad.

Por eso os digo: Pedid y Dios os atenderá, buscad y encontraréis; llamad y Dios os abrirá la puerta.

y él nos concederá todo lo que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos cuanto le agrada.

Jabés clamó al Dios de Israel: «Bendíceme, ensancha mis fronteras, ayúdame y líbrame de la desgracia para que no sufra». Y Dios le concedió lo que había pedido.

Por aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó toda la noche orando a Dios.

Finalmente, hermanos, un favor os pido por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu: apoyadme con vuestras oraciones ante Dios

Confiad siempre en él los que formáis su pueblo; abrid ante él vuestro corazón, pues Dios es nuestro refugio. [Pausa]

Atiende, pues, Señor, Dios mío, a la súplica y a la plegaria de tu siervo; escucha el grito y la súplica que tu siervo te dirige hoy.

Si alguno de vosotros anda escaso de sabiduría, pídasela a Dios, que reparte a todos con largueza y sin echarlo en cara, y él se la dará.

Él cumple el deseo de sus fieles, escucha su grito y los salva.

Algo os digo también: si dos de vosotros os ponéis de acuerdo, aquí en la tierra, para pedir cualquier cosa, mi Padre que está en el cielo os la concederá.

Todo cuanto pidáis orando con fe, lo recibiréis.

Él escuchará tus plegarias y podrás cumplir tus votos;

Me llamará y le responderé, estaré con él en la angustia, lo libraré y lo engrandeceré;

Asimismo, a pesar de que somos débiles, el Espíritu viene en nuestra ayuda; aunque no sabemos lo que nos conviene pedir, el Espíritu intercede por nosotros de manera misteriosa.

Invócame en tiempo de angustia, yo te salvaré y tú me darás gloria».

Así pues, recomiendo ante todo que se hagan rogativas, súplicas, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad:

Cuando estoy angustiado te llamo porque tú me respondes.

Hacia la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando alabanzas a Dios, mientras los otros presos escuchaban.

El rey Darío firmó la prohibición.

Señor, escucha mi oración, atiende mis ruegos; respóndeme por tu lealtad, por tu justicia.

Sé que, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación.

¡Pero el Señor es fiel! Él os hará fuertes y os librará del maligno.

Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.