Por tanto, regocijaos, ¡oh cielos, y los que en ellos morais! ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el diablo bajó a vosotros, arrojado del cielo, y está lleno de furor, sabiendo que le queda poco tiempo.
Por la fe fue trasladado Enoc de este mundo para que no muriese, y no se le vio más, por cuanto Dios le transportó a otra parte que no se sabe; mas antes de la traslación tuvo el testimonio de haber agradado a Dios.
que no me avergüenzo yo de la buena nueva, siendo él como es la virtud de Dios para salvar a todos los que creen, a los judíos primero, y después a los gentiles.
porque has de ser testigo suyo delante de todos los hombres, de las cosas que has visto y oído.
Anunciaré tu santo Nombre a mis hermanos; publicaré tus alabanzas en medio de tu pueblo.
Id, pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
Y este testimonio nos enseña que Dios nos dio vida eterna, esa vida está en su Hijo Jesucristo.
Y también vosotros daréis testimonio, puesto que desde el principio estáis en mi compañía.
Aunque debéis hacerlo con modestia y circunspección, como quien tiene buena conciencia, de manera que, cuando murmuran de vosotros los que calumnian vuestro buen proceder en Cristo , queden confundidos,
Mi boca predicará tu justicia todo el día, y la salud que de ti viene. Como yo no entiendo de literatura o sabiduría mundana,
me internaré en la consideración de las obras del Señor; de tu justicia, ¡oh Señor!, haré yo memoria.
recibiréis, sí, la virtud del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y me serviréis de testigos en Jerusalén , y en toda la Judea, y Samaria, y hasta el cabo del mundo.
Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
El cual nos libertó y llamó con su santa vocación, no por obras nuestras, sino por su beneplácito y por la gracia que nos ha sido otorgado en Jesucristo antes de todos los siglos,
En suma, a todo aquel que me reconociere y confesare por Mesías delante de los hombres, yo también le reconoceré y declararé por él delante de mi Padre que está en los cielos.
Por último, les dijo: Id por todo el mundo; predicad el mensaje de salvación a todas las criaturas;
Venid, y escuchad vosotros todos los que teméis a Dios y os contaré cuán grandes cosas ha hecho el Señor de mi alma.
Sin embargo se detuvieron allí mucho tiempo, trabajando llenos de confianza en el Señor, que confirmaba la palabra de su gracia con los prodigios y milagros que hacía por sus manos.
Ni tampoco abandonéis más vuestro cuerpo al pecado para servir de instrumentos a la iniquidad; sino antes bien entregaos todos a Dios, como resucitados de muerte a vida, y ofreced a Dios vuestros cuerpos para servir de instrumentos a la justicia o virtud.
Así que, amados hermanos míos, estad firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la obra del Señor, que sabéis que vuestro trabajo no quedará sin recompensa delante del Señor.
que apacentéis la grey de Dios puesta a vuestro cargo, gobernándola y velando sobre ella no precisados por la necesidad, sino con afectuosa voluntad que sea según Dios; no por un sórdido interés, sino gratuitamente;
y por mí también, a fin de que se me conceda saber desplegar mis labios para predicar con libertad, manifestando el misterio del Evangelio,
así será de mi palabra una vez salida de mi boca; no volverá a mí vacía o sin fruto, sino que obrará todo aquello que yo quiero, y ejecutará felizmente aquellas cosas a que yo la envié.
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y además el Padre, que me ha enviado, da también testimonio de mí.
Mas como no los hubiesen encontrado, trajeron por fuerza a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad, gritando: Ved ahí unas gentes que meten la confusión por todas partes; han venido acá,
De aquí es que no cesamos de dar gracias al Señor; porque cuando recibisteis la palabra de Dios oyéndola de nosotros, la recibisteis, no como palabra de hombre, como palabra de Dios, que fructifica en vosotros que habéis creído.
Registrad las Escrituras, puesto que creéis hallar en ellas la vida eterna; ellas son las que están dando testimonio de mí;
Las generaciones todas, oh Señor, celebrarán tus obras, y pregonarán tu poder infinito.
Y nos mandó que predicásemos y testificásemos al pueblo, que él es el que está por Dios constituido juez de vivos y de muertos.
Un día de domingo fui arrebatado en espíritu, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
Ten por modelo la sana doctrina, que has oído de mí con la fe y caridad en Cristo Jesús .
He adquirido los testimonios de tu ley, para que sean eternamente mi patrimonio; pues son ellos la alegría de mi corazón.
Como quiera que por predicar la buena nueva no tengo gloria, pues estoy por necesidad obligado a ello; y desventurado de mí si no lo predicare.
Pero estas cosas que antes las consideraba yo como ventajas mías, me han parecido desventajas y pérdidas al poner los ojos en Jesucristo.
Y en verdad, todo lo tengo por pérdida o desventaja, en cotejo del sublime conocimiento de mi Señor Jesucristo, por cuyo amor he abandonado y perdido todas las cosas, y las miro como basura, por ganar a Cristo ,
Pero levántate, y ponte en pie; pues para esto te he aparecido, a fin de constituirte ministro y testigo de las cosas que has visto y de otra que te mostraré apareciéndome a ti de nuevo.
pues tiempo es de que comience el juicio por la casa de Dios. Y si primero empieza por nosotros, ¿cuál será el paradero de aquellos que no creen la buena nueva de Dios?
Pues si confesareis con tu boca al Señor Jesús , y creyeres en tu corazón que Dios le ha resucitado de entre los muertos, serás salvo.
Porque es necesario creer de corazón para justificarse, y confesar la fe con las palabras u obras para salvarse.
El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente yo vengo luego. ¡Amén!. Ven, ¡oh Señor Jesús !
A mí el más inferior de todos los santos o fieles se me dio esta gracia, de anunciar en las naciones las riquezas investigables de Cristo ,
¡Oh cuán hermosos son los pies de aquel que sobre los montes de Israel anuncia y predica la paz!, de aquel que anuncia la buena nueva, de aquel que pregona la salud, y dice ya a Sión: Reinará luego el Dios tuyo, y tú con él!
esto que vimos y oímos, es lo que os anunciamos, para que tengáis también vosotros unión con nosotros, y nuestra común unión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
y por mi causa seréis conducidos ante los gobernadores y los reyes para dar testimonio de mí a ellos y a las naciones.
Bienaventurados los que examinan con cuidado los testimonios del Señor o su ley santa; los que de todo corazón le buscan.
a fin de hacer conocer a los hijos de los hombres tu poder, y la gloriosa magnificencia de tu reino.
A lo cual respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo , el Hijo de Dios.
no es esto porque dominemos en vuestra fe; al contrario procuramos contribuir a vuestro gozo, puesto que permanecéis firmes en la fe que recibisteis.
Pero los que se habían dispersado andaban de un lugar a otro, predicando la palabra de Dios.
Pero Jesús respondió: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios, y la ponen en práctica.
Así que la fe proviene de oír, y oír depende de la predicación de la palabra de Cristo .
poniendo siempre los ojos en Jesús , autor y consumador de la fe, el cual en vista del gozo que le estaba preparado en la gloria sufrió la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y en premio está sentado a la diestra del trono de Dios.
Pues que de vosotros se difundió la palabra del Señor, o la buena nueva, no sólo por la Macedonia y por la Acaya, sino que por todas partes se ha divulgado en tanto grado la fe que tenéis en Dios, que no tenemos necesidad de decir nada sobre esto.
Vuélvete a tu casa, y cuenta las maravillas que Dios ha obrado a favor tuyo. Y se fue por toda la ciudad, publicando los grandes beneficios que Jesús le había hecho.
Y con razón, porque el mismo espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
Vosotros que antes no erais tan siquiera pueblo, y ahora sois el pueblo de Dios; que no habíais alcanzado misericordia, y ahora la alcanzasteis.
que así nos lo tiene ordenado el Señor diciendo: Yo te puse por lumbrera de las naciones, para que seas la salvación de todas hasta el cabo del mundo.
Sólo os encargo ahora que vuestro proceder sea digno del Evangelio de Cristo ; para que o sea que yo vaya a veros, o que esté ausente, oiga decir de vosotros que perseveráis firmes en un mismo espíritu, trabajando unánimes por la fe del Evangelio.
Somos, pues, como unos embajadores en nombre de Cristo , y es Dios mismo el que nos exhorta por boca nuestra. Os rogamos, pues, encarecidamente en nombre de Cristo , que os reconciliéis con Dios.
El hecho fue que muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él, por las palabras de la mujer, que aseguraba: Me ha dicho todo cuanto yo hice.
Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyesen.
manifestándose por vuestras acciones que vosotros sois carta de Cristo , hecha por nuestro ministerio, y escrita, no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, que son vuestros corazones.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que mi Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y os recordará cuantas cosas os tengo dichas.
nosotros somos testigos de estas verdades, y lo es también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a todos los que le obedecen.
No he tenido escondida tu justicia en mi corazón; publiqué tu verdad y la salvación que de ti viene. No oculté tu misericordia y tu verdad a la numerosa congregación.
Yo, pues, hermanos míos, cuando fui a vosotros a predicaros el testimonio de la buena nueva de Cristo , no fui con sublimes discursos, ni sabiduría humana;
puesto que no me he preciado de saber otra cosa entre vosotros, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
En verdad, en verdad te digo, que nosotros no hablamos sino lo que sabemos bien, y no atestiguamos, sino lo que hemos visto, y vosotros con todo no admitís nuestro testimonio.
Tributad alabanzas al Señor, porque ha hecho cosas grandes y magníficas; divulgad esto por toda la tierra.
Porque toda nuestra gloria consiste en el testimonio que nos da la conciencia de haber procedido en este mundo con sencillez de corazón y sinceridad delante de Dios, no con la prudencia de la carne, sino según la gracia de Dios o espíritu de la buena nueva, y especialmente entre vosotros.
Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su majestad, y en la de su Padre, y de los santos ángeles.
Entonces el Señor, apareciéndose una noche a Pablo, le dijo: No tienes que temer, prosigue predicando, y no dejes de hablar;
pues que yo estoy contigo, y nadie llegará a maltratarte; porque ha de ser mía mucha gente en esta ciudad.
De él da testimonio Juan, y clama diciendo: He aquí aquel de quien yo os decía: El que ha de venir después de mí, ha sido preferido a mí; por cuanto era antes que yo.
sino que del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su buena nueva, así hablamos o predicamos, y no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones.
para que seáis irreprensibles y sencillos como hijos de Dios, sin tacha en medio de una nación depravada y perversa, en donde resplandecéis como lumbrera del mundo,
Entretanto no echéis en olvido ejercer la beneficencia, y repartir con otros vuestros bienes; porque con tales ofrendas se gana la voluntad de Dios.
Porque verdad es que en otro tiempo no erais sino tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Y así proceded como hijos de la luz.
Que lo digan aquellos que fueron redimidos por el Señor, a los cuales rescató del poder del enemigo, y que ha recogido de las regiones,
Yo, pues, que estoy entre cadenas por el Señor, os conjuro que os portéis de una manera que sea digna del estado o dignidad a que habéis sido llamados,
Os digo, pues que cualquiera que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará, delante de los ángeles de Dios.
Pero yo ninguna de estas cosas temo; ni aprecio más mi vida que a mí mismo, o a mi alma, siempre que de esta suerte concluya felizmente mi carrera, y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús para predicar la buena nueva de la gracia de Dios.
Como quiera que ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno de nosotros muere para sí.
Que como somos de Dios, si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos para el Señor morimos. Ora, pues, vivamos, ora muramos, del Señor somos.
Vivifícame, ¡oh Señor!, según tu misericordia; y observaré los mandamientos salidos de tu divina boca.
Entretanto se predicará esta buena noticia del reino de Dios en todo el mundo, en testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
Porque vendrá tiempo en que los hombres no podrán sufrir la sana doctrina, sino que, teniendo una comezón extremada de oír doctrinas que lisonjeen sus pasiones, recurrirán a un montón de doctores propios para satisfacer sus desordenados deseos,
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza, o violencia,
ni todo lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesucristo nuestro Señor.