pues lo invisible de Dios puede llegar a conocerse si se reflexiona en sus hechos. En efecto, desde que el mundo fue creado, se ha podido ver claramente que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa,
Dios le contestó: –YO SOY EL QUE SOY. Tú, pues, dirás a los israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a vosotros.’
En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
para nosotros no existe sino un solo Dios, el Padre, en quien todo tiene su origen y para quien nosotros existimos. Y hay un solo Señor, Jesucristo, por quien todas las cosas existen, y también nosotros.
“Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas.”
Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba cubierto de ojos por fuera y por dentro. Y día y noche decían sin cesar: “¡Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era y es y ha de venir!”
Luego oí que el ángel de las aguas decía: “Tú eres justo por haber juzgado así, Dios santo, que eres y que eras.
Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios es necesario creer que existe y que recompensa a quienes le buscan.
como dice la Escritura: “Te he hecho padre de muchas naciones.” Este es el Dios en quien creyó Abraham, el Dios que da vida a los muertos y existencia a lo que no existe.
diciendo: “Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, tú que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.
“Yo soy el alfa y la omega”, dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de venir.
¡Yo mismo hice todas estas cosas, y así empezaron a existir! Yo, el Señor, lo afirmo. “El hombre en quien yo me fijo es el pobre y afligido que respeta mi palabra.
Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y él ha hecho saber a Su Majestad lo que va a pasar en el futuro. Voy a explicar a Su Majestad el sueño y las visiones que ha tenido mientras dormía:
El creador del cielo, el que es Dios y Señor, el que hizo la tierra y la formó, el que la afirmó, el que la creó, no para que estuviera vacía sino para que tuviera habitantes, dice: “Yo soy el Señor, y no hay otro.
Pero si allí buscáis al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, lo encontraréis.
por lo tanto, Señor mío, ¡qué grandeza la tuya! Porque no hay nadie como tú ni existe otro dios aparte de ti, según todo lo que nosotros mismos hemos oído.
Por medio de él creó Dios todo cuanto hay en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, y también los seres espirituales que poseen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él.
Cristo existe antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden.
Señor, tú eres mi Dios. Yo te alabo y bendigo tu nombre porque has realizado tus planes admirables, fieles y seguros desde tiempos antiguos.
Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas.
En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron.
Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron.
Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.
Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre.
Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.”
De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era.
Él estaba en el principio con Dios.
Y él confesó claramente: –Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar: –¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías? Juan dijo: –No lo soy. Ellos insistieron: –Entonces, ¿eres el profeta que había de venir? Contestó: –No.
Le dijeron: –¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó: –Yo soy, como dijo el profeta Isaías, ‘Una voz que grita en el desierto: ¡Abrid un camino recto para el Señor!’
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan,
le preguntaron: –Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó: –Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis:
ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias.
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!
Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él.
Porque no hay más que un Dios, y no hay más que un hombre que pueda llevar a todos los hombres a la unión con Dios: Cristo Jesús.
¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
cuando se esconden en su guarida o se ponen al acecho en la maleza?
¿Quién da de comer a los cuervos, cuando sus crías andan buscando comida y con sus graznidos me la piden?
¿Sabes quién decidió cuánto habría de medir y quién fue el arquitecto que la hizo?
¿Sobre qué descansan sus cimientos? ¿Quién le puso la piedra principal de apoyo,
mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora entre la alegría de mis servidores celestiales?
Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
¿Acaso no lo sabes? ¿No lo has oído? El Señor, el Dios eterno, el creador del mundo entero, no se fatiga ni se cansa; su inteligencia es infinita.
Pero pregunto: ¿Será tal vez que no oyeron el mensaje? ¡Claro que lo oyeron! Porque la Escritura dice: “La voz de ellos salió por toda la tierra; hasta los últimos rincones del mundo llegaron sus palabras.”
Es el único inmortal, que vive en una luz a la que nadie puede acercarse. Ningún hombre lo ha visto ni lo puede ver. ¡Suyos sean para siempre el honor y el poder! Amén.
“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por los hombres
ni necesita que nadie haga nada para él, pues él da a todos la vida, el aire y todo lo demás.
“A partir de un solo hombre hizo él todas las naciones, para que vivan en toda la tierra; y les ha señalado el tiempo y el lugar en que deben vivir,
para que busquen a Dios, y quizá, como a tientas, puedan encontrarle, aunque en verdad Dios no está lejos de cada uno de nosotros.
Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos; como también dijeron algunos de vuestros poetas: ‘Somos descendientes de Dios.’
Pero cuando los que no son judíos ni tienen la ley hacen por naturaleza lo que la ley manda, ellos mismos son su propia ley.
Por su conducta muestran que la llevan escrita en el corazón. Su propia conciencia lo prueba, y sus propios pensamientos los acusarán o los defenderán
Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia.
Ten presente al Señor en todo lo que hagas y él te llevará por el camino recto.
y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
El Señor afirma: “Vosotros sois mis testigos, mis siervos, que yo elegí para que me conozcáis y confiéis en mí y entendáis quién soy. Antes de mí no ha existido ningún dios, ni habrá ninguno después de mí.
Solo yo soy el Señor; fuera de mí nadie puede salvar.”
Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo.
ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!