Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor vive en Dios y Dios en él.
Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: –¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor, y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos.
Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple.
Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
No podemos comprender al Todopoderoso, pues él es inmensamente fuerte y justo; es recto y no oprime a nadie.
Reconoced, pues, que el Señor vuestro Dios es el Dios verdadero, que cumple fielmente su pacto generación tras generación con los que le aman y cumplen sus mandamientos,
‘Tú, Señor, con gran despliegue de poder creaste el cielo y la tierra. Nada hay imposible para ti.
¿Acaso no lo sabes? ¿No lo has oído? El Señor, el Dios eterno, el creador del mundo entero, no se fatiga ni se cansa; su inteligencia es infinita.
A su debido tiempo, Dios llevará esto a cabo, porque él es el único y bienaventurado Soberano, Rey de reyes y Señor de señores.
En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene cosas como estas.
todo lo bueno y perfecto que se nos da, procede de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay cambios ni sombras.
¡Cómo me alegro en el Señor! Me lleno de gozo en mi Dios, porque me ha brindado su salvación, ¡me ha cubierto de victoria! Soy como un novio que se pone su corona o una novia que se adorna con sus joyas.
Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él: todo está claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: –Yo soy el Dios todopoderoso. Vive una vida sin tacha delante de mí,
Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que precisamente su bondad es la que te está llevando a convertirte a él.
Él es nuestro protector, sus obras son perfectas, sus acciones son justas. Es el Dios de la verdad, en él no hay injusticia. ¡Él es justo y verdadero!
¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones ni llegar a comprender sus caminos.
porque todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios. Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos mediante la liberación realizada por Cristo Jesús. Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón. Este perdón se alcanza por la fe. Así quiso Dios demostrar su justicia, y mostrar que si pasó por alto los pecados de otro tiempo fue solo por su paciencia, y que él, siendo justo, también en el tiempo presente hace justos a quienes creen en Jesús.
De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que Dios no puede mentir, recibimos un firme consuelo quienes hemos buscado la protección de Dios y hemos confiado en la esperanza que él nos ha dado.
No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
¿Qué más podríamos decir? ¡Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!
Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en el cielo las dará a quienes se las pidan!
Pero ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré.
Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas y él te llevará por el camino recto.
Este es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.
y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Por lo tanto, mi Dios os dará todo lo que os falte, conforme a sus gloriosas riquezas en Cristo Jesús.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito.
pues en él se cumplen todas las promesas de Dios. Por eso, cuando alabamos a Dios decimos “Amén” por medio de Cristo Jesús.
El nombre del Señor es una torre poderosa a la que acuden los justos en busca de protección.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, y por sus heridas alcanzamos la salud.
Mirad las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves?
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús sufrió en la cruz, despreciando la vergüenza de semejante muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y está sentado a la derecha del trono de Dios.
“Vosotros sois la luz de este mundo. Una ciudad situada en lo alto de un monte no puede ocultarse;
Yo te guiaré continuamente, te daré comida abundante en el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua.
Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese.
pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.
pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué le recuerdas y te preocupas por él? Pues le hiciste casi como un dios, le rodeaste de honor y dignidad,
Pero Dios es tan misericordioso y nos amó tanto, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios habéis recibido la salvación.
No améis el dinero. Contentaos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré.”
Dios, que siempre cumple sus promesas, es quien os ha llamado a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Pero Dios prueba que nos ama en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Señor, tú nos concedes bienestar; eres tú, en verdad, quien realizas todas nuestras obras.
Por lo tanto, buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor.
Mirad cuánto nos ama el Padre, que se nos llama hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios.
Por lo tanto, ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. y os habéis revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente. Ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre; lo que importa es que Cristo es todo y está en todos. Dios os ama y os ha escogido para que pertenezcáis a su pueblo. Vivid, pues, revestidos de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Tened paciencia unos con otros y perdonaos si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor os perdonó, perdonad también vosotros. Sobre todo revestíos de amor, que es el perfecto lazo de unión. Y que la paz de Cristo dirija vuestros corazones, porque con este propósito os llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Que el mensaje de Cristo esté siempre presente en vuestro corazón. Instruíos y animaos unos a otros con toda sabiduría. Con profunda gratitud cantad a Dios salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hagáis o digáis, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, someteos a vuestros maridos, pues ese es vuestro deber como creyentes en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis con aspereza. Pensad en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!
Y ahora, gloria sea a Dios, que tiene poder para hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, por medio de su poder que actúa en nosotros.
Todos nosotros nos perdimos como ovejas siguiendo cada cual su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.
Pero vosotros sois una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, destinado a anunciar las obras maravillosas de Dios, que os llamó a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.
No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contrario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. a preguntarle si él era quien había de venir o si debían esperar a otro. Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros.”
Porque mis ideas no son como las vuestras, ni es como la vuestra mi manera de actuar. Como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las vuestras.” El Señor lo afirma.
La palabra de Dios tiene vida y poder. Es más aguda que cualquier espada de dos filos; penetra hasta lo más íntimo de la persona, y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón.
Luego Jesús dijo a sus discípulos: –El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame.
No hay diferencia entre judíos y no judíos, pues el mismo que es Señor de todos da con abundancia a cuantos le invocan. Acerca de esto dice: “Todos los que invoquen el nombre del Señor alcanzarán la salvación.”
Sabemos también que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al Dios verdadero. Vivimos unidos al que es verdadero, es decir, a su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí.
No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar. Grábatelos en la mente, No busques pelea con nadie, si nadie te ha hecho daño. No envidies al desalmado ni trates de imitar su conducta; porque al Señor le repugnan los malvados, pero a los buenos les brinda su confianza. El Señor maldice la casa del malvado, pero bendice el hogar del hombre justo. El Señor se burla de los burlones, pero trata con bondad a los humildes. La honra es el premio de los sabios, pero los necios se destacan por su deshonra. y tendrás el favor y el aprecio de Dios y de los hombres.
Y dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo.
Viene como un pastor que cuida su rebaño; levanta los corderos en sus brazos, los lleva junto al pecho y atiende con cuidado a las recién paridas.
Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, lo mismo que el ancla mantiene firme el barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial,
Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?
Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué le recuerdas y te preocupas por él?
Pero el Señor os espera para tener compasión de vosotros; él está ansioso por mostraros su amor, porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que esperan en él!
Y Dios, que es quien da constancia y consuelo, os ayude a vivir en armonía unos con otros, conforme al ejemplo de Cristo Jesús,
Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso.
pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.
Porque el reino de Dios no consiste en comer o beber ciertas cosas, sino en vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo.
A su debido tiempo, Dios llevará esto a cabo, porque él es el único y bienaventurado Soberano, Rey de reyes y Señor de señores. Es el único inmortal, que vive en una luz a la que nadie puede acercarse. Ningún hombre lo ha visto ni lo puede ver. ¡Suyos sean para siempre el honor y el poder! Amén.
A estos, Dios les quiso dar a conocer la gloriosa riqueza que ese designio encierra para los no judíos. Y ese designio secreto es Cristo, que habita en vosotros y que es la esperanza de la gloria que habéis de recibir.
En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad,
Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la paz.
En todo caso, lo mismo si coméis, que si bebéis, que si hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
a dar a los afligidos de Sión una corona en vez de ceniza, perfume de alegría en vez de llanto, cantos de alabanza en vez de desesperación. Los llamarán “robles victoriosos”, plantados por el Señor para mostrar su gloria.
Si alguien habla, sean sus palabras como palabras de Dios. Si alguien presta un servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagáis, hacedlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder para siempre. Amén.
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