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VERSÍCULOS SOBRE EL AYUNO

VERSÍCULOS SOBRE EL AYUNO

El ayuno nos ayuda a crecer como hijos de Dios, nos acerca más a Dios y fortalece nuestra relación con el Padre Celestial. No hagamos ayuno solo por un beneficio propio, sino para mejorar nuestra vida en Dios, el ayuno es algo que se hace voluntario, es cuando escogemos ignorar por un momento la necesidad física de comer y tomamos ese tiempo para alimentar y fortalecer el espíritu, es un tiempo para buscar la presencia de Dios de manera especial, por eso es importante que puedas hacer ese ayuno en un lugar tranquilo donde puedas hablar a solas con Dios. Daniel 9:3 Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza.




Mateo 6:16-18

“Cuando ayunéis, no pongáis el gesto compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas contigo, y él te dará tu recompensa.

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Isaías 58:6-7

Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes.

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Joel 2:12-13

“Pero ahora –lo afirma el Señor–, volveos a mí de todo corazón. ¡Ayunad, gritad y llorad!” ¡Volveos al Señor vuestro Dios, y desgarrad vuestro corazón en vez de desgarraros la ropa! Porque el Señor es tierno y compasivo, paciente y todo amor, dispuesto siempre a levantar el castigo.

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Mateo 4:2

Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió hambre.

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Daniel 9:3

Y dirigí mis oraciones y súplicas a Dios el Señor, ayunando y vistiéndome con ropas ásperas, y sentándome en ceniza.

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Hechos 13:2-3

Un día, mientras celebraban el culto al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: “Separadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los he llamado.” Todo esto duró unos cuatrocientos cincuenta años. “Después les dio caudillos, hasta los días del profeta Samuel. Entonces ellos pidieron un rey que los gobernase, y Dios les dio como rey a Saúl, hijo de Quis. Saúl, perteneciente a la tribu de Benjamín, reinó cuarenta años, al cabo de los cuales Dios lo quitó y puso en su lugar a David, de quien dijo: ‘He hallado que David, hijo de Jesé, es un hombre que me agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.’ Uno de los descendientes de este mismo David fue Jesús, a quien Dios envió para salvar a Israel, tal como había prometido. Antes que Jesús viniera, Juan anunciaba el mensaje a todo el pueblo de Israel, diciéndoles que debían convertirse a Dios y ser bautizados. Y cuando ya Juan se iba acercando al fin de su vida, decía: ‘Yo no soy el que vosotros pensáis, pero después de mí viene uno de quien ni siquiera soy digno de desatar las sandalias de los pies.’ “Hermanos descendientes de Abraham, y vosotros, los extranjeros que tenéis temor de Dios: este mensaje de salvación es para vosotros. Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes no sabían quién era Jesús ni entendían las palabras de los profetas que se leen en las sinagogas todos los sábados. Así, ellos mismos, al condenar a Jesús, cumplieron esas profecías. Y aunque no encontraron en él motivo alguno para darle muerte, pidieron a Pilato que ordenara matarlo. Luego, cuando ya habían hecho todo lo que se decía de él en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo enterraron. Entonces, después de orar y ayunar, les impusieron las manos y los despidieron.

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Esdras 8:21-23

Después proclamé un ayuno cerca del río Ahavá, para que reconociéramos nuestras faltas ante nuestro Dios, y para pedirle que nos llevara con bien a nosotros, nuestras familias y nuestras posesiones. Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados de caballería para que nos protegieran del enemigo en el camino, ya que habíamos dicho al rey que Dios protege a todos los que le buscan, pero que descarga su fuerza y su ira sobre todos los que le abandonan. De modo que ayunamos y rogamos a Dios por todo esto, y él nos escuchó.

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2 Crónicas 20:3-4

Josafat sintió miedo, y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, Y así el reinado de Josafat siguió tranquilo, porque Dios le concedió paz con los países vecinos. Josafat reinó, pues, sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y veinticinco años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, y era hija de Silhí. Josafat se condujo con rectitud, como Asá, su padre. Sus hechos fueron rectos a los ojos del Señor. Sin embargo, los santuarios en lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo todavía no estaba firme en su propósito de seguir al Dios de sus antepasados. El resto de su historia, desde el comienzo hasta el fin, está escrito en las crónicas de Jehú, hijo de Hananí, y está incluido en el libro de los reyes de Israel. Más tarde, Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, que se comportaba perversamente. Se hizo su socio para construir barcos para ir a Tarsis, y los construyeron en Esión-guéber. Entonces Eliézer de Maresá, hijo de Dodavahu, pronunció contra Josafat esta profecía: “El Señor va a hacer pedazos lo que tú has hecho, por haberte asociado con Ocozías.” Y, en efecto, los barcos se hicieron pedazos y ya no pudieron ir a Tarsis. y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor. De todas las ciudades de Judá llegó gente.

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Nehemías 1:4

Al escuchar estas noticias me senté a llorar, y por algunos días estuve muy triste, ayunando y orando ante el Dios del cielo.

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Lucas 4:1-2

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del río Jordán, y el Espíritu lo llevó al desierto. porque la Escritura dice: ‘Dios mandará a sus ángeles para que cuiden de ti y te protejan. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna.’ Jesús le contestó: –También dice la Escritura: ‘No pongas a prueba al Señor tu Dios.’ Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por algún tiempo. Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y su fama se extendía por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alababan. Jesús fue a Nazaret, al pueblo donde se había criado. Un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” Allí estuvo cuarenta días, y el diablo le puso a prueba. No comió nada durante aquellos días, y después sintió hambre.

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Éxodo 34:28

Moisés se quedó allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras del pacto, es decir, los diez mandamientos.

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Hechos 14:23

También nombraron ancianos en cada iglesia, y después de orar y ayunar los encomendaron al Señor en quien habían creído.

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1 Reyes 21:27-29

Cuando Ahab escuchó todo esto, se rasgó la ropa, se puso ropas ásperas y ayunó. Dormía con aquellas ropas, y andaba muy triste. Entonces el Señor dijo a Elías: “¿Has visto cómo Ahab se ha humillado ante mí? Pues por haberse humillado ante mí, no traeré el mal sobre su familia mientras él viva, sino en vida de su hijo.”

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Mateo 9:14-15

Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: –Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: –¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

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Daniel 10:2-3

“En aquellos días, yo, Daniel, estuve muy triste durante tres semanas. Entonces me dijo: ‘¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a luchar con el ángel príncipe de Persia. Y cuando haya terminado de luchar con él, vendrá el ángel príncipe de Grecia. Ahora voy a decirte lo que está escrito en el libro de la verdad: En mi lucha contra ellos, únicamente tengo la ayuda de Miguel, el ángel príncipe de Israel. No comí alimentos exquisitos, ni probé carne ni vino, ni me puse ningún perfume hasta que pasaron esas tres semanas.

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Isaías 58:3-5

Sin embargo dicen: ‘¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? ¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?’ El día de ayuno lo dedicáis a hacer negocios y a explotar a vuestros trabajadores; el día de ayuno lo pasáis en disputas y peleas y dando golpes criminales con los puños. Un día de ayuno así, no puede lograr que yo escuche vuestras oraciones. ¿Creéis que el ayuno que me agrada consiste en afligirse, en agachar la cabeza como un junco y en acostarse entre ásperas ropas, sobre ceniza? ¿Eso es lo que vosotros llamáis ‘ayuno’ y ‘día agradable al Señor’?

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Nehemías 9:1-2

El día veinticuatro del mismo mes, los israelitas se reunieron para ayunar. Se vistieron con ropas ásperas, se echaron tierra sobre la cabeza Hiciste grandes prodigios y maravillas en contra del faraón, de todos sus siervos y de toda la gente de su país, porque te diste cuenta de la insolencia con que ellos trataban a los israelitas. Y te ganaste así la gran fama que tienes hoy. Partiste en dos el mar delante de ellos, y pasaron por en medio sobre tierra seca; pero hundiste a sus perseguidores hasta el fondo, como una piedra en aguas profundas. Luego los guiaste de día con una columna de nube, y de noche con una columna de fuego, para alumbrarles el camino que tenían que seguir. “Después bajaste al monte Sinaí y hablaste con ellos desde el cielo; les diste decretos justos, enseñanzas verdaderas y buenas leyes y mandamientos. Les enseñaste también a consagrarte el sábado, y por medio de tu siervo Moisés les diste mandamientos y enseñanzas verdaderas, leyes y enseñanzas. Les diste además pan del cielo para saciar su hambre y agua de la roca para apagar su sed. Luego les dijiste que entraran a ocupar el país que les habías prometido. “Pero ellos y nuestros antepasados fueron orgullosos y testarudos, y no hicieron caso a tus mandamientos. No quisieron obedecer ni recordar las grandes cosas que hiciste en favor suyo. Fueron tan testarudos que nombraron un jefe que los llevara de nuevo a su esclavitud en Egipto. Pero tú eres un Dios perdonador, un Dios tierno y compasivo, paciente y todo amor, y no los abandonaste. Aun cuando se hicieron un becerro de metal fundido y dijeron que ese era el dios que los había sacado de Egipto, y cometieron graves ofensas, tú, por tu gran compasión, no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos durante el día para guiarlos por el camino, ni la columna de fuego durante la noche para alumbrarles el camino que tenían que seguir. y, separándose de aquellos que descendían de extranjeros, se pusieron en pie y reconocieron sus propios pecados y los de sus antepasados.

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Zacarías 7:5

“Di a todo el pueblo del país y a los sacerdotes: ‘Vosotros ayunáis y guardáis luto el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, pero no lo hacéis para honrarme a mí;

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1 Samuel 7:6

Los israelitas se reunieron en Mispá, y sacaron agua y la derramaron como ofrenda al Señor. Aquel día ayunaron y reconocieron públicamente que habían pecado contra el Señor. Allí, en Mispá, Samuel se convirtió en caudillo de los israelitas.

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1 Corintios 7:5

Por tanto, no os neguéis el uno al otro, a no ser que os pongáis de acuerdo en no juntaros por algún tiempo para dedicaros a la oración. Después debéis volver a juntaros, no sea que, por no poder dominaros, Satanás os haga pecar.

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Mateo 17:21

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2 Samuel 12:16

Entonces David rogó a Dios por el niño, y ayunó y se pasó las noches acostado en el suelo.

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Ester 4:16

“Ve y reúne a todos los judíos de Susa, para que ayunen por mí. Que no coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Mis criadas y yo haremos también lo mismo, y después iré a ver al rey, aunque eso vaya contra la ley. Y si me matan, que me maten.”

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Joel 1:14

Convocad al pueblo y proclamad ayuno; juntad en el templo del Señor vuestro Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invocad al Señor.

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Jueces 20:26

Entonces todos los soldados de Israel y todo el pueblo fueron nuevamente a Betel, a lamentarse delante del Señor. Todo el día lo pasaron sin comer, y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.

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1 Reyes 19:8

Elías se levantó, y comió y bebió. Aquella comida le dio fuerzas para caminar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

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Hechos 10:30-31

Cornelio contestó: –Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo aquí en mi casa ayunando y haciendo la oración de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre vestido con ropas brillantes. Me dijo: ‘Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de todo lo que has hecho en favor de los necesitados.

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Daniel 6:18

Después el rey se fue a su palacio, y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales. Pero no pudo dormir en toda la noche.

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Jonás 3:5

Los habitantes de la ciudad, grandes y pequeños, creyeron en Dios, proclamaron ayuno y se pusieron ropas ásperas en señal de dolor.

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Mateo 6:18

para que la gente no advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas contigo, y él te dará tu recompensa.

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Jeremías 14:12

Por mucho que ayune, no escucharé sus súplicas; por muchos holocaustos y ofrendas de cereales que me traiga, no lo miraré con agrado. Voy a destruirlo con guerra, hambre y peste.”

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Zacarías 8:19

“Los ayunos de los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo se convertirán en motivo de alegría, en fiestas felices para los descendientes de Judá. ¡Amad, pues, la verdad y la paz!”

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Joel 2:15-16

¡Tocad la trompeta en el monte Sión! Convocad al pueblo y proclamad ayuno; reunid al pueblo de Dios y purificadlo; reunid a los ancianos, a los niños y aun a los niños de pecho. ¡Que hasta los recién casados salgan de la habitación nupcial!

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1 Corintios 9:27

Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.

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Nehemías 1:4-6

Al escuchar estas noticias me senté a llorar, y por algunos días estuve muy triste, ayunando y orando ante el Dios del cielo. Le dije: “Señor, Dios del cielo, Dios grande y terrible, que mantienes firme tu pacto y tu fidelidad con los que te aman y cumplen tus mandamientos: te ruego ahora que atiendas a la oración que día y noche te dirijo en favor de tus siervos, los israelitas. Reconozco que nosotros, los israelitas, hemos pecado contra ti. ¡Hasta mis familiares y yo hemos pecado!

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1 Samuel 1:7-8

Cada año, cuando iban al templo del Señor, Peniná la molestaba de esa manera, y Ana lloraba y no comía. Entonces le decía Elcaná, su marido: “Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?”

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Hechos 13:2

Un día, mientras celebraban el culto al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: “Separadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los he llamado.”

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Lucas 2:37

pero hacía ya ochenta y cuatro que había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones.

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Esdras 8:23

De modo que ayunamos y rogamos a Dios por todo esto, y él nos escuchó.

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1 Reyes 21:9

En las cartas les decía: “Anunciad ayuno y sentad a Nabot delante del pueblo.

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Daniel 9:20-23

“Yo seguí orando y confesando mis pecados y los de mi pueblo Israel, y presentando mis súplicas al Señor mi Dios por su monte santo. Mientras yo oraba, Gabriel, que se me había aparecido antes en la visión, vino volando a donde yo estaba. Era casi la hora de ofrecer a Dios el sacrificio de la tarde. Me dijo: ‘Daniel, he venido ahora para hacerte entender estas cosas. En cuanto comenzaste a orar, Dios te respondió. Yo he venido para darte su respuesta, porque Dios te quiere mucho. Ahora, pues, presta mucha atención a lo siguiente, para que entiendas la visión:

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2 Samuel 1:12

y lloraron y lamentaron la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán, lo mismo que la derrota que habían sufrido los israelitas, el ejército del Señor; y ayunaron hasta el atardecer.

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Jueces 20:26-28

Entonces todos los soldados de Israel y todo el pueblo fueron nuevamente a Betel, a lamentarse delante del Señor. Todo el día lo pasaron sin comer, y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación. En aquel tiempo, el arca del pacto de Dios estaba en Betel, y su sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón. Y los israelitas consultaron al Señor: “¿Debemos atacar una vez más a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín, o es mejor que nos demos por vencidos?” El Señor les dijo: “Atacad, que mañana yo os daré la victoria.”

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Joel 1:14-15

Convocad al pueblo y proclamad ayuno; juntad en el templo del Señor vuestro Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invocad al Señor. ¡Ay, que ya se acerca el día del Señor! ¡Día terrible, que nos trae destrucción de parte del Todopoderoso!

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Lucas 5:35

Ya llegará el momento en que se lleven al novio; cuando llegue ese día, ayunarán.

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Ester 9:31

ordenando que se celebrara la fiesta de Purim en la fecha señalada, tal como lo habían ordenado Mardoqueo y la reina Ester para ellos y para sus descendientes. Al mismo tiempo se añadieron ciertas reglas referentes a ayunos y lamentaciones,

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Isaías 58:1-9

El Señor me dijo: “Grita muy fuerte, sin miedo, alza la voz como una trompeta; reprende a mi pueblo por sus culpas, al pueblo de Jacob por sus pecados. si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía. Yo te guiaré continuamente, te daré comida abundante en el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua. Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas y afianzará los cimientos puestos hace siglos. Y tu pueblo será llamado ‘reparador de muros caídos’, ‘reconstructor de casa en ruinas’. “Respeta el sábado; no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría, como día santo del Señor y digno de honor; hónralo no dedicándote a tus asuntos ni buscando tus intereses ni haciendo negocios. De este modo encontrarás tu alegría en mí, y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país y te haré gozar de la herencia de tu padre Jacob.” El Señor mismo lo ha dicho. Diariamente me buscan y están felices de conocer mis caminos, como si fueran un pueblo que hace el bien y que no descuida mis leyes; me piden leyes justas y se muestran felices de acercarse a mí. Sin embargo dicen: ‘¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? ¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?’ El día de ayuno lo dedicáis a hacer negocios y a explotar a vuestros trabajadores; el día de ayuno lo pasáis en disputas y peleas y dando golpes criminales con los puños. Un día de ayuno así, no puede lograr que yo escuche vuestras oraciones. ¿Creéis que el ayuno que me agrada consiste en afligirse, en agachar la cabeza como un junco y en acostarse entre ásperas ropas, sobre ceniza? ¿Eso es lo que vosotros llamáis ‘ayuno’ y ‘día agradable al Señor’? Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: ‘Aquí estoy.’ Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les levantas calumnias,

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Mateo 4:1-4

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le pusiera a prueba. Jesús le contestó: –Vete, Satanás, porque la Escritura dice: ‘Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a él.’ Entonces el diablo se apartó, y unos ángeles acudieron a servirle. Cuando Jesús oyó que Juan estaba en la cárcel, se dirigió a Galilea. Pero no se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a Cafarnaún, a orillas del lago, en los territorios de Zabulón y de Neftalí. Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: “Tierras de Zabulón y de Neftalí, más allá del Jordán, a la orilla del mar: Galilea de los paganos. El pueblo que andaba en oscuridad vio una gran luz; una luz iluminó a los que vivían en sombras de muerte.” Desde estonces comenzó Jesús a proclamar: “¡Volveos a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!” Jesús paseaba por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: a Simón, también llamado Pedro, y a Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua. Jesús les dijo: –Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres. Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió hambre. Al momento dejaron sus redes y se fueron con él. Un poco más adelante vio Jesús a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca reparando las redes. Jesús los llamó, y al punto, dejando ellos la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de toda clase de enfermedades y dolencias. Con ello, la fama de Jesús se extendió por toda la región de Siria; así que le traían a cuantos sufrían de diferentes males, enfermedades y dolores, y a los endemoniados, a los epilépticos y a los paralíticos. Y Jesús los curaba. Mucha gente de Galilea, de los pueblos de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la región al oriente del Jordán, seguía a Jesús. Se acercó el diablo a Jesús para ponerle a prueba, y le dijo: –Si de veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes. Pero Jesús le contestó: –La Escritura dice: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de los labios de Dios.’

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2 Crónicas 7:14

y si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo le escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país.

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Hechos 27:33-34

De madrugada, Pablo recomendó a todos que comiesen algo. Les dijo: –Ya hace dos semanas que por esperar a ver qué pasa no habéis comido como de costumbre. Os ruego que comáis alguna cosa: debéis hacerlo si queréis sobrevivir. Pensad que nadie va a perder ni un cabello de la cabeza.

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Daniel 6:18-20

Después el rey se fue a su palacio, y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales. Pero no pudo dormir en toda la noche. Tan pronto como amaneció, se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. Al frente de ellos puso tres supervisores, para vigilar la administración de los gobernadores, con el fin de que el rey no saliera perjudicado en nada. Uno de los supervisores era Daniel, Cuando ya estaba cerca, el rey llamó con voz triste a Daniel, diciendo: –Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones?

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Mateo 9:15

Jesús les contestó: –¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

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Jeremías 36:9

El noveno mes del año quinto del gobierno de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, se dispuso que, tanto los habitantes de Jerusalén como los que habían venido de otras ciudades de Judá, ayunaran ante el Señor.

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Joel 2:15

¡Tocad la trompeta en el monte Sión! Convocad al pueblo y proclamad ayuno;

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Jonás 3:6-9

Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, también él se levantó de su trono, se quitó sus vestiduras reales, se puso ropas ásperas y se sentó en el suelo. Luego el rey y sus ministros dieron a conocer por toda la ciudad este decreto: “Que nadie tome ningún alimento. Que tampoco se dé de comer ni de beber al ganado y a los rebaños. Al contrario, vestíos todos con ropas ásperas en señal de dolor, y clamad a Dios con todas vuestras fuerzas. Deje cada cual su mala conducta y la violencia que ha estado cometiendo hasta ahora; tal vez Dios cambie de parecer y se calme su ira, y así no moriremos.”

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Esdras 10:6

Luego Esdras se retiró del templo de Dios para ir a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer ni beber, porque estaba muy triste por la infidelidad de los que habían vuelto del destierro.

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1 Samuel 31:13

Enterraron luego los restos en Jabés, debajo de un árbol, y guardaron siete días de ayuno.

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Nehemías 9:1-3

El día veinticuatro del mismo mes, los israelitas se reunieron para ayunar. Se vistieron con ropas ásperas, se echaron tierra sobre la cabeza Hiciste grandes prodigios y maravillas en contra del faraón, de todos sus siervos y de toda la gente de su país, porque te diste cuenta de la insolencia con que ellos trataban a los israelitas. Y te ganaste así la gran fama que tienes hoy. Partiste en dos el mar delante de ellos, y pasaron por en medio sobre tierra seca; pero hundiste a sus perseguidores hasta el fondo, como una piedra en aguas profundas. Luego los guiaste de día con una columna de nube, y de noche con una columna de fuego, para alumbrarles el camino que tenían que seguir. “Después bajaste al monte Sinaí y hablaste con ellos desde el cielo; les diste decretos justos, enseñanzas verdaderas y buenas leyes y mandamientos. Les enseñaste también a consagrarte el sábado, y por medio de tu siervo Moisés les diste mandamientos y enseñanzas verdaderas, leyes y enseñanzas. Les diste además pan del cielo para saciar su hambre y agua de la roca para apagar su sed. Luego les dijiste que entraran a ocupar el país que les habías prometido. “Pero ellos y nuestros antepasados fueron orgullosos y testarudos, y no hicieron caso a tus mandamientos. No quisieron obedecer ni recordar las grandes cosas que hiciste en favor suyo. Fueron tan testarudos que nombraron un jefe que los llevara de nuevo a su esclavitud en Egipto. Pero tú eres un Dios perdonador, un Dios tierno y compasivo, paciente y todo amor, y no los abandonaste. Aun cuando se hicieron un becerro de metal fundido y dijeron que ese era el dios que los había sacado de Egipto, y cometieron graves ofensas, tú, por tu gran compasión, no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos durante el día para guiarlos por el camino, ni la columna de fuego durante la noche para alumbrarles el camino que tenían que seguir. y, separándose de aquellos que descendían de extranjeros, se pusieron en pie y reconocieron sus propios pecados y los de sus antepasados. Además les diste de tu buen espíritu para instruirlos; jamás les faltó de la boca el maná que les enviabas, y les diste agua para calmar su sed. Durante cuarenta años les diste de comer en el desierto, y nunca les faltó nada: ni se desgastaron sus ropas ni se les hincharon los pies. “Les entregaste reinos y naciones, y se los repartiste en parcelas, y ellos tomaron posesión de Hesbón, país del rey Sihón, y de Basán, país del rey Og. Hiciste que tuvieran tantos hijos como estrellas hay en el cielo, y los llevaste a tomar posesión del país que habías prometido dar en propiedad a sus antepasados. Ellos entraron y conquistaron la tierra de Canaán. Delante de ellos humillaste a los habitantes de esa tierra, y a sus reyes y a la gente de la región los pusiste en sus manos, para que hiciesen con ellos lo que quisieran. También se apoderaron de ciudades fortificadas y tierras fértiles, de casas llenas de lo mejor, de pozos, viñedos, olivares y muchos otros árboles frutales; comieron hasta quedar satisfechos, engordaron y disfrutaron de tu gran bondad. “Pero fueron desobedientes, se rebelaron contra ti y despreciaron tu ley. Mataron además a tus profetas, que los acusaban abiertamente y les decían que se volvieran a ti, y te ofendieron en gran manera. Por eso los entregaste al poder de sus enemigos, que los oprimieron. Después, estando afligidos, te pidieron ayuda, y tú, por tu gran compasión, los escuchaste desde el cielo; les diste hombres que los librasen del poder de sus opresores. “Sin embargo, en cuanto tenían un poco de paz volvían a hacer lo malo en tu presencia; por eso los dejaste caer en poder de sus enemigos, que los sometieron. Luego volvían a pedirte ayuda, y tú, lleno de compasión, los escuchabas desde el cielo, librándolos en muchas ocasiones. Les aconsejabas que volvieran a cumplir tus leyes; pero ellos se creían suficientes y no hacían caso de tus mandamientos; violaban tus decretos, que dan vida a quienes los practican; fueron rebeldes y testarudos, y no hicieron caso. Durante tres horas, permaneciendo cada cual en su lugar, se leyó públicamente el libro de la ley del Señor su Dios, y durante otras tres horas confesaron sus pecados y adoraron al Señor.

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2 Corintios 11:27

He pasado trabajos y dificultades; muchas veces me he quedado sin dormir; he padecido hambre y sed; a menudo no he comido, y he sufrido por el frío y la desnudez.

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Hechos 9:9

donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber.

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Deuteronomio 9:9

Yo subí al monte para recoger las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor había hecho con vosotros, y me quedé allí cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber.

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Jueces 20:26-27

Entonces todos los soldados de Israel y todo el pueblo fueron nuevamente a Betel, a lamentarse delante del Señor. Todo el día lo pasaron sin comer, y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación. En aquel tiempo, el arca del pacto de Dios estaba en Betel, y su sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón. Y los israelitas consultaron al Señor: “¿Debemos atacar una vez más a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín, o es mejor que nos demos por vencidos?” El Señor les dijo: “Atacad, que mañana yo os daré la victoria.”

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1 Samuel 14:24

Sin embargo, los israelitas estaban muy agotados aquel día, pues nadie había probado alimento, porque Saúl había puesto al pueblo bajo juramento, diciendo: “Maldito aquel que coma algo antes de la tarde, antes de que yo me haya vengado de mis enemigos.”

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Mateo 6:16

“Cuando ayunéis, no pongáis el gesto compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa.

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Lucas 18:12

Ayuno dos veces por semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.’

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Daniel 10:3

No comí alimentos exquisitos, ni probé carne ni vino, ni me puse ningún perfume hasta que pasaron esas tres semanas.

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Esdras 8:21

Después proclamé un ayuno cerca del río Ahavá, para que reconociéramos nuestras faltas ante nuestro Dios, y para pedirle que nos llevara con bien a nosotros, nuestras familias y nuestras posesiones.

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Jonás 3:8

Al contrario, vestíos todos con ropas ásperas en señal de dolor, y clamad a Dios con todas vuestras fuerzas. Deje cada cual su mala conducta y la violencia que ha estado cometiendo hasta ahora;

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Éxodo 24:18

Moisés entró en la nube, subió al monte, y allí se quedó cuarenta días y cuarenta noches.

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1 Reyes 21:12

anunciaron ayuno y sentaron a Nabot delante del pueblo.

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Mateo 9:14-17

Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: –Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan? Jesús les contestó: –¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. “Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos, para que se conserven ambas cosas.”

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Ester 4:3

También en cada provincia a donde llegaban la orden y el edicto del rey, hubo gran aflicción entre los judíos, que manifestaban su tristeza con ayunos, lágrimas y lamentos. Muchos de ellos se acostaron sobre ceniza y se vistieron con ropas ásperas.

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2 Crónicas 20:3

Josafat sintió miedo, y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá,

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Daniel 1:12

–Te ruego que hagas una prueba con estos tus servidores: ordena que durante diez días nos den de comer solamente legumbres, y de beber, solamente agua.

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1 Samuel 7:6-8

Los israelitas se reunieron en Mispá, y sacaron agua y la derramaron como ofrenda al Señor. Aquel día ayunaron y reconocieron públicamente que habían pecado contra el Señor. Allí, en Mispá, Samuel se convirtió en caudillo de los israelitas. Y cuando los filisteos supieron que los israelitas estaban reunidos en Mispá, los jefes filisteos marcharon contra ellos. Los israelitas, al saberlo, tuvieron miedo y dijeron a Samuel: “No dejes de rogar al Señor nuestro Dios por nosotros, para que nos salve del poder de los filisteos.”

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Joel 2:18

Entonces el Señor mostró su amor por su país; compadecido de su pueblo,

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Esdras 9:5

A esa hora me recuperé de mi abatimiento y, todavía con la ropa rasgada, comencé a orar al Señor mi Dios,

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Hechos 10:30

Cornelio contestó: –Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo aquí en mi casa ayunando y haciendo la oración de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre vestido con ropas brillantes.

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1 Reyes 13:8-9

Pero el profeta respondió al rey: –Aunque me dieras la mitad de tu palacio, no iría contigo ni comería pan ni bebería agua en este lugar; porque así me lo ha ordenado el Señor. Me dijo: ‘No comas pan ni bebas agua ni regreses por el mismo camino por el que has ido.’

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Daniel 10:12-13

Entonces me dijo: ‘No tengas miedo, Daniel, porque desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y decidiste humillarte ante tu Dios, él escuchó tus oraciones. Por eso he venido yo. El ángel príncipe del reino de Persia se me ha opuesto durante veintiún días; pero Miguel, uno de los ángeles príncipes más altos, vino en mi ayuda, pues yo me había quedado solo junto a los reyes de Persia.

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Esdras 8:15-23

Yo, Esdras, los reuní a todos junto al canal que desemboca en el río Ahavá, y acampamos allí tres días. Y cuando pasé revista a la gente y a los sacerdotes no encontré ningún levita. Por lo tanto envié a Eliézer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, que eran personas importantes, y también a los maestros Joiarib y Elnatán, con la orden de visitar a Idó, jefe del lugar llamado Casifiá, y les dije todo lo que tenían que comunicar a Idó y sus compañeros, los sirvientes del templo que estaban en Casifiá, para que nos trajeran gente que nos ayudara en el templo de nuestro Dios. Y, gracias a Dios, nos trajeron a Serebías, hombre muy capaz, descendiente de un levita llamado Mahli, con sus hijos y hermanos; dieciocho personas en total. Además nos trajeron a Hasabías e Isaías, descendientes de Merarí, que con sus hijos y hermanos sumaban veinte personas. Guersón, de los descendientes de Finees; Daniel, de los descendientes de Itamar; Hatús, hijo de Secanías, de los descendientes de David; Zacarías, de los descendientes de Parós, acompañado de ciento cincuenta hombres apuntados en la lista; De los sirvientes del templo puestos por David y los dirigentes al servicio de los levitas, había doscientos veinte, todos ellos nombrados personalmente. Después proclamé un ayuno cerca del río Ahavá, para que reconociéramos nuestras faltas ante nuestro Dios, y para pedirle que nos llevara con bien a nosotros, nuestras familias y nuestras posesiones. Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados de caballería para que nos protegieran del enemigo en el camino, ya que habíamos dicho al rey que Dios protege a todos los que le buscan, pero que descarga su fuerza y su ira sobre todos los que le abandonan. De modo que ayunamos y rogamos a Dios por todo esto, y él nos escuchó.

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Mateo 4:1-11

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le pusiera a prueba. Jesús le contestó: –Vete, Satanás, porque la Escritura dice: ‘Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a él.’ Entonces el diablo se apartó, y unos ángeles acudieron a servirle.

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Lucas 5:33-35

Le dijeron a Jesús: –Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan mucho y hacen muchas oraciones, pero tus discípulos no dejan de comer y beber. Jesús les contestó: –¿Acaso podéis hacer que ayunen los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Ya llegará el momento en que se lleven al novio; cuando llegue ese día, ayunarán.

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Jueces 20:27-28

En aquel tiempo, el arca del pacto de Dios estaba en Betel, y su sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón. Y los israelitas consultaron al Señor: “¿Debemos atacar una vez más a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín, o es mejor que nos demos por vencidos?” El Señor les dijo: “Atacad, que mañana yo os daré la victoria.”

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Daniel 9:1-3

“Darío, hijo de Asuero, de la estirpe de los medos, gobernaba el reino de los caldeos. y no te hemos escuchado, Señor y Dios nuestro, ni hemos obedecido las enseñanzas que nos diste por medio de tus siervos los profetas. Todo Israel desobedeció tus enseñanzas y se negó a obedecer tus órdenes; por eso han caído sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, tu siervo, porque hemos pecado contra ti. Tú, al enviarnos una calamidad tan grande, has cumplido la amenaza que nos hiciste a nosotros y a los que nos gobernaron; pues jamás ha habido en el mundo nada comparable al castigo que ha caído sobre Jerusalén. Todo este mal ha venido sobre nosotros, tal como está escrito en la ley de Moisés; pero nosotros no te hemos buscado, Señor y Dios nuestro, ni hemos abandonado nuestras maldades, ni hemos seguido tu verdad. Por eso, Señor, has preparado este mal y lo has enviado sobre nosotros; porque tú, Señor y Dios nuestro, eres justo en todo lo que haces; pero nosotros no quisimos escucharte. ‘Señor y Dios nuestro, tú mostraste tu gran poder al sacar de Egipto a tu pueblo, haciendo así famoso tu nombre desde aquellos días hasta hoy; pero nosotros hemos pecado y hemos hecho lo malo. Señor, sabemos que eres bondadoso. Por favor, aparta de Jerusalén tu ira y tu furor, porque ella es tu ciudad, tu monte santo. Toda la gente de las naciones vecinas se burla de Jerusalén y de tu pueblo, por culpa de nuestros pecados y los de nuestros antepasados. Dios nuestro, escucha la oración y las súplicas de este siervo tuyo; por tu nombre, Señor, mira con amor la triste situación en que ha quedado tu templo. Atiende, Dios mío, y escucha; mira con atención nuestra ruina y la de la ciudad donde se invoca tu nombre. No te hacemos nuestras súplicas confiados en la rectitud de nuestra vida, sino en tu gran compasión. ¡Señor, Señor! ¡Escúchanos, perdónanos! ¡Atiéndenos, Señor, y ven a ayudarnos! ¡Por ti mismo, Dios mío, y por tu ciudad y tu pueblo, que invocan tu nombre, no tardes!’ En el primer año de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en el libro del profeta Jeremías acerca de los setenta años que debían pasar para que se cumpliera la ruina de Jerusalén, según el Señor se lo había dicho al profeta. “Yo seguí orando y confesando mis pecados y los de mi pueblo Israel, y presentando mis súplicas al Señor mi Dios por su monte santo. Mientras yo oraba, Gabriel, que se me había aparecido antes en la visión, vino volando a donde yo estaba. Era casi la hora de ofrecer a Dios el sacrificio de la tarde. Me dijo: ‘Daniel, he venido ahora para hacerte entender estas cosas. En cuanto comenzaste a orar, Dios te respondió. Yo he venido para darte su respuesta, porque Dios te quiere mucho. Ahora, pues, presta mucha atención a lo siguiente, para que entiendas la visión: ‘Setenta semanas han de pasar sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebelión y al pecado, para obtener el perdón por la maldad y establecer la justicia para siempre, para que se cumplan la visión y la profecía y se consagre a aquel que es Santísimo. Debes saber y entender esto: Desde el momento en que se ordene restaurar y reconstruir Jerusalén, hasta la llegada del jefe consagrado, han de pasar siete semanas, y las calles y murallas reconstruidas de Jerusalén durarán sesenta y dos semanas, aunque serán tiempos de mucha angustia. Después de las sesenta y dos semanas le quitarán la vida al jefe consagrado. Jerusalén y el templo serán destruidos por la gente de un rey que vendrá. El fin llegará de pronto, como una inundación, y hasta el fin seguirán la guerra y las destrucciones que han sido determinadas. Durante una semana más, él hará un pacto con mucha gente, y a mitad de la semana pondrá fin a los sacrificios y las ofrendas. Y un horrible sacrilegio se cometerá ante el altar de los sacrificios, hasta que la destrucción determinada caiga sobre el autor de estos horrores.’ ” Y dirigí mis oraciones y súplicas a Dios el Señor, ayunando y vistiéndome con ropas ásperas, y sentándome en ceniza.

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2 Samuel 12:15-23

Y cuando Natán volvió a su casa, el Señor hizo que el niño que David había tenido con la mujer de Urías enfermara gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño, y ayunó y se pasó las noches acostado en el suelo. Los ancianos que vivían en su palacio acudían a rogarle que se levantara del suelo, pero él se negaba a hacerlo, y tampoco comía con ellos. Siete días después murió el niño, y los oficiales de David tenían miedo de decírselo, pues pensaban: “Si cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos hacía caso, ¿cómo vamos ahora a decirle que el niño ha muerto? ¡Puede cometer un disparate!” Pero al ver David que sus oficiales hacían comentarios entre ellos, comprendió que el niño había muerto; así que les preguntó: –¿Ha muerto el niño? –Sí, ya ha muerto –le respondieron. El rico tenía gran cantidad de ovejas y vacas, Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó y se cambió de ropa, y entró en el templo para adorar al Señor. Después fue a su casa y pidió de comer, y comió. Sus oficiales le preguntaron: –¿Pero qué está haciendo Su Majestad? Mientras el niño aún vivía, Su Majestad ayunaba y lloraba por él; y ahora que el niño ha muerto, ¡Su Majestad se levanta y se pone a comer! David respondió: –Mientras el niño vivía, yo ayunaba y lloraba pensando que quizá el Señor tendría compasión de mí y le dejaría vivir. Pero ahora que ha muerto, ¿qué objeto tiene que yo ayune, si no puedo hacer que vuelva a la vida? ¡Yo iré a reunirme con él, pero él no vendrá a reunirse conmigo!

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Joel 1:13-14

Vosotros, sacerdotes, ministros del altar, vestíos de ropas ásperas y llorad de dolor, porque en el templo de vuestro Dios ya no hay cereales ni vino para las ofrendas. Convocad al pueblo y proclamad ayuno; juntad en el templo del Señor vuestro Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invocad al Señor.

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Isaías 58:10-11

si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía. Yo te guiaré continuamente, te daré comida abundante en el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua.

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Mateo 6:6

Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.

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Esdras 8:15

Yo, Esdras, los reuní a todos junto al canal que desemboca en el río Ahavá, y acampamos allí tres días. Y cuando pasé revista a la gente y a los sacerdotes no encontré ningún levita.

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1 Samuel 30:7-8

y le dijo al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimélec: –Por favor, tráeme el efod. En cuanto Abiatar llevó el efod a David, este consultó al Señor. Le preguntó: –¿Debo perseguir a esa banda de ladrones? ¿Podré alcanzarla? El Señor le contestó: –Persíguela, pues la alcanzarás y rescatarás a los prisioneros.

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Jonás 4:2

Por eso oró al Señor, diciendo: –Mira, Señor, cuando aún me encontraba en mi tierra, ya decía yo que esto es lo que iba a pasar. Por eso quise huir de prisa a Tarsis, pues yo sé que tú eres un Dios tierno y compasivo, que no te enojas fácilmente, y que es tanto tu amor que anuncias un castigo y luego te arrepientes.

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Lucas 2:36-37

También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana. Se había casado siendo muy joven y vivió con su marido siete años; pero hacía ya ochenta y cuatro que había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones.

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Nehemías 8:10

Además les dijo Esdras: “Id y comed de lo mejor, bebed vino dulce e invitad a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estéis tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.”

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Joel 2:18-19

Entonces el Señor mostró su amor por su país; compadecido de su pueblo, dijo: “Voy a enviaros trigo, vino y aceite hasta que quedéis satisfechos; y no volveré a permitir que los paganos se burlen de vosotros.

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Ester 9:20-22

Mardoqueo puso por escrito estos acontecimientos, y envió cartas a todos los judíos que residían en las provincias del reino de Asuero, tanto cercanas como lejanas, ordenándoles que cada año celebrasen los días catorce y quince del mes de Adar como los días en que los judíos se deshicieron de sus enemigos, y como el mes en que la tristeza y los gritos de dolor se cambiaron para ellos en alegría y fiesta. Esos días deberían celebrarse con banquetes y alegría, haciéndose regalos unos a otros y dando limosnas a los pobres.

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Hechos 13:1-3

En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros. Eran Bernabé, Simón (al que también llamaban el Negro), Lucio de Cirene, Menahem (que se había criado junto con Herodes, el que gobernó en Galilea) y Saulo. y le dijo: –¡Mentiroso, malvado, hijo del diablo y enemigo de todo lo bueno! ¿Por qué no dejas de torcer los caminos rectos del Señor? Ahora el Señor te va a castigar: vas a quedarte ciego y por un tiempo no podrás ver la luz del sol. Al punto, Elimas quedó en total oscuridad, y buscaba que alguien le condujese de la mano, porque estaba ciego. Al ver esto, el gobernador creyó, admirado de la enseñanza acerca del Señor. Pablo y sus compañeros, habiendo embarcado en Pafos, viajaron a Perge, en la región de Panfilia; pero Juan los dejó y regresó a Jerusalén. De Perge pasaron a Antioquía, ciudad de Pisidia, donde el sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Después de leer en los libros de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga los invitaron: –Hermanos, si tenéis algo que decir para dar ánimos a la gente, decidlo ahora. Entonces Pablo se levantó, y pidiéndoles con la mano que guardaran silencio, dijo: –Escuchad, israelitas, y también vosotros, los extranjeros que tenéis temor de Dios: El Dios del pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados, hizo de ellos una nación grande cuando todavía vivían como extranjeros en Egipto, y después, con su poder, los sacó de aquella tierra. Dios soportó su conducta en el desierto durante unos cuarenta años, y en el país de Canaán destruyó siete naciones para repartir sus tierras entre ellos. Un día, mientras celebraban el culto al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: “Separadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los he llamado.” Todo esto duró unos cuatrocientos cincuenta años. “Después les dio caudillos, hasta los días del profeta Samuel. Entonces ellos pidieron un rey que los gobernase, y Dios les dio como rey a Saúl, hijo de Quis. Saúl, perteneciente a la tribu de Benjamín, reinó cuarenta años, al cabo de los cuales Dios lo quitó y puso en su lugar a David, de quien dijo: ‘He hallado que David, hijo de Jesé, es un hombre que me agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.’ Uno de los descendientes de este mismo David fue Jesús, a quien Dios envió para salvar a Israel, tal como había prometido. Antes que Jesús viniera, Juan anunciaba el mensaje a todo el pueblo de Israel, diciéndoles que debían convertirse a Dios y ser bautizados. Y cuando ya Juan se iba acercando al fin de su vida, decía: ‘Yo no soy el que vosotros pensáis, pero después de mí viene uno de quien ni siquiera soy digno de desatar las sandalias de los pies.’ “Hermanos descendientes de Abraham, y vosotros, los extranjeros que tenéis temor de Dios: este mensaje de salvación es para vosotros. Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes no sabían quién era Jesús ni entendían las palabras de los profetas que se leen en las sinagogas todos los sábados. Así, ellos mismos, al condenar a Jesús, cumplieron esas profecías. Y aunque no encontraron en él motivo alguno para darle muerte, pidieron a Pilato que ordenara matarlo. Luego, cuando ya habían hecho todo lo que se decía de él en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo enterraron. Entonces, después de orar y ayunar, les impusieron las manos y los despidieron.

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Isaías 58:13-14

“Respeta el sábado; no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría, como día santo del Señor y digno de honor; hónralo no dedicándote a tus asuntos ni buscando tus intereses ni haciendo negocios. De este modo encontrarás tu alegría en mí, y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país y te haré gozar de la herencia de tu padre Jacob.” El Señor mismo lo ha dicho.

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2 Crónicas 20:1-30

Algún tiempo después, los moabitas y los amonitas, aliados con los meunitas, atacaron a Josafat; Pues ahora, aquí están los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, en cuyos territorios no quisiste que entraran los israelitas cuando venían de Egipto, sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron. En pago de eso, ahora nos atacan para arrojarnos de tu propiedad, de la tierra que nos diste en propiedad. Dios nuestro, ¿no vas a castigarlos? Pues nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!” Todo Judá estaba de pie delante del Señor, incluyendo a las mujeres y a sus hijos, aun los niños más pequeños. Y estando todo el pueblo reunido, Jahaziel, hijo de Zacarías y nieto de Benaías, que era hijo de Jeiel y nieto de Matanías, un levita descendiente de Asaf, fue poseído por el espíritu del Señor y dijo: “Poned atención, habitantes de Judá y de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Señor os dice: ‘No tengáis miedo ni os asustéis ante ese gran ejército, porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios. Bajad mañana a atacarlos. Ellos subirán por la cuesta de Sis, y vosotros los encontraréis al extremo del arroyo que está frente al desierto de Jeruel. No sois vosotros quienes vais a librar esta batalla. Tomad posiciones, estaos quietos y veréis cómo el Señor os librará. ¡Habitantes de Jerusalén y de todo Judá, no tengáis miedo ni os asustéis; marchad mañana contra ellos, porque el Señor está con vosotros!’ ” Entonces Josafat se arrodilló y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y los habitantes de Judá y Jerusalén se postraron ante el Señor para adorarlo. Y los levitas descendientes de Quehat y los descendientes de Coré empezaron a alabar en voz muy alta al Señor, Dios de Israel. entonces fueron algunos a decirle: “¡De Edom, del otro lado del Mar Muerto, viene un gran ejército contra ti! ¡Ya están en Hasesón-tamar!” (Hasesón-tamar es lo mismo que En-gadi.) A la mañana siguiente se levantaron temprano para ponerse en camino hacia el desierto de Tecoa. Y en el momento de salir, Josafat se puso en pie para decirles: “Escuchadme, habitantes de Jerusalén y de Judá: confiad en el Señor vuestro Dios, y os sentiréis seguros; confiad en vuestros profetas y todo os saldrá bien.” Después de consultar con el pueblo, nombró algunos cantores para que, vestidos con ropas sagradas y marchando al frente de las tropas, alabaran al Señor con el himno: “Dad gracias al Señor, porque su amor es eterno.” Luego, en el momento en que empezaron a cantar con alegría himnos de alabanza, el Señor creó confusión entre los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, que venían a atacar a Judá, y fueron derrotados. Pues los amonitas y los moabitas atacaron a los de la montaña de Seír y los destruyeron por completo; y cuando acabaron con ellos, se destruyeron unos a otros. Cuando los hombres de Judá llegaron al sitio desde donde se ve el desierto, y miraron hacia el ejército enemigo, solo vieron cadáveres tendidos en el suelo. ¡Nadie había logrado escapar! Entonces acudieron Josafat y su gente a recoger lo que habían dejado los enemigos, y encontraron gran cantidad de ganado, armas, vestidos y objetos valiosos, y se apoderaron de todo. Había tantas cosas, que no podían llevárselas. Era tal la cantidad, que estuvieron tres días recogiendo cosas. El cuarto día se reunieron en el valle de Beracá, y allí bendijeron al Señor. Por eso llamaron a aquel lugar el valle de Beracá, nombre que lleva hasta hoy. Después todos los hombres de Judá y Jerusalén, con Josafat al frente, regresaron a Jerusalén muy contentos, porque el Señor les había dado un motivo de alegría a costa de sus enemigos. Cuando llegaron a Jerusalén, fueron al templo del Señor al son de salterios, cítaras y trompetas. Al saber que el Señor había luchado contra los enemigos de Israel, todas las naciones se llenaron de miedo a Dios. Josafat sintió miedo, y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, Y así el reinado de Josafat siguió tranquilo, porque Dios le concedió paz con los países vecinos.

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Daniel 1:11-12

Daniel habló entonces con el mayordomo a quien el jefe del servicio de palacio había encargado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y le dijo: –Te ruego que hagas una prueba con estos tus servidores: ordena que durante diez días nos den de comer solamente legumbres, y de beber, solamente agua.

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1 Reyes 21:27

Cuando Ahab escuchó todo esto, se rasgó la ropa, se puso ropas ásperas y ayunó. Dormía con aquellas ropas, y andaba muy triste.

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Jueces 20:18-26

Los israelitas fueron a Betel, y allí consultaron a Dios para saber qué tribu debía atacar primero a los de Benjamín. El Señor les respondió que Judá sería la primera. Así pues, los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá. Todos los jefes de las tribus de Israel estaban presentes, y del pueblo de Dios se reunieron cuatrocientos mil soldados de a pie. Avanzaron contra los de Benjamín y se situaron frente a Guibeá en orden de batalla. Pero los de Benjamín salieron de la ciudad, y aquel día mataron a veintidós mil israelitas. Por eso los israelitas fueron a Betel a lamentarse en presencia del Señor hasta el anochecer, y allí le consultaron si debían volver a atacar a sus hermanos de la tribu de Benjamín. Como el Señor les ordenó atacar, cobraron ánimo, y al día siguiente volvieron a presentar batalla contra los benjaminitas en el mismo lugar donde la habían presentado el día anterior. Pero por segunda vez los benjaminitas salieron de Guibeá a atacarlos, y mataron a otros dieciocho mil soldados israelitas. Entonces todos los soldados de Israel y todo el pueblo fueron nuevamente a Betel, a lamentarse delante del Señor. Todo el día lo pasaron sin comer, y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de reconciliación.

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Mateo 4:2-4

Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió hambre. Al momento dejaron sus redes y se fueron con él. Un poco más adelante vio Jesús a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca reparando las redes. Jesús los llamó, y al punto, dejando ellos la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de toda clase de enfermedades y dolencias. Con ello, la fama de Jesús se extendió por toda la región de Siria; así que le traían a cuantos sufrían de diferentes males, enfermedades y dolores, y a los endemoniados, a los epilépticos y a los paralíticos. Y Jesús los curaba. Mucha gente de Galilea, de los pueblos de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la región al oriente del Jordán, seguía a Jesús. Se acercó el diablo a Jesús para ponerle a prueba, y le dijo: –Si de veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes. Pero Jesús le contestó: –La Escritura dice: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de los labios de Dios.’

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Joel 1:14-16

Convocad al pueblo y proclamad ayuno; juntad en el templo del Señor vuestro Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invocad al Señor. ¡Ay, que ya se acerca el día del Señor! ¡Día terrible, que nos trae destrucción de parte del Todopoderoso! Ante nuestros ojos nos quitaron la comida, y se acabó la alegría en el templo de nuestro Dios.

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Nehemías 9:3

Durante tres horas, permaneciendo cada cual en su lugar, se leyó públicamente el libro de la ley del Señor su Dios, y durante otras tres horas confesaron sus pecados y adoraron al Señor.

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2 Samuel 12:15-16

Y cuando Natán volvió a su casa, el Señor hizo que el niño que David había tenido con la mujer de Urías enfermara gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño, y ayunó y se pasó las noches acostado en el suelo.

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Daniel 6:18-24

Después el rey se fue a su palacio, y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales. Pero no pudo dormir en toda la noche. Tan pronto como amaneció, se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. Al frente de ellos puso tres supervisores, para vigilar la administración de los gobernadores, con el fin de que el rey no saliera perjudicado en nada. Uno de los supervisores era Daniel, Cuando ya estaba cerca, el rey llamó con voz triste a Daniel, diciendo: –Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones? Daniel le respondió –¡Viva Su Majestad para siempre! Mi Dios envió a su ángel a cerrar la boca de los leones para que no me hicieran ningún daño, pues Dios sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo contra Su Majestad. Entonces el rey se alegró mucho y ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios. Después, por orden del rey, fueron traídos los hombres que habían acusado a Daniel, y junto con sus mujeres y sus hijos fueron arrojados al foso de los leones; y aún no habían llegado al fondo, cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían despedazado.

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Lucas 4:2

Allí estuvo cuarenta días, y el diablo le puso a prueba. No comió nada durante aquellos días, y después sintió hambre.

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Mateo 6:17

Pero tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien,

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Hechos 9:18-19

Al momento cayeron de los ojos de Saulo una especie de escamas y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado. Después comió y recobró las fuerzas, y se quedó algunos días con los creyentes que vivían en Damasco.

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Esdras 10:6-8

Luego Esdras se retiró del templo de Dios para ir a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib, donde pasó la noche sin comer ni beber, porque estaba muy triste por la infidelidad de los que habían vuelto del destierro. Después se hizo un llamamiento general en Judá y en Jerusalén, para que se reunieran en Jerusalén todos los que habían regresado del destierro. A todo aquel que no llegara en el plazo de tres días, según lo determinaron los jefes y consejeros, se le expropiarían sus bienes y se le expulsaría de la comunidad de los que volvieron del destierro.

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Joel 2:12

“Pero ahora –lo afirma el Señor–, volveos a mí de todo corazón. ¡Ayunad, gritad y llorad!”

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Daniel 10:1-3

Durante el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel, llamado también Beltsasar, tuvo una revelación verdadera, pero de significado muy difícil de entender. Sin embargo, Daniel puso toda su atención en ello y pudo comprender el sentido de la revelación. En seguida, una mano me agarró y me levantó hasta dejarme apoyado sobre mis manos y rodillas. Luego me dijo: ‘Daniel, a quien Dios ama, escucha bien lo que te voy a decir. Levántate, porque yo he sido enviado a ti.’ “Tan pronto como terminó de decir estas palabras, yo, tembloroso, me puse de pie. Entonces me dijo: ‘No tengas miedo, Daniel, porque desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y decidiste humillarte ante tu Dios, él escuchó tus oraciones. Por eso he venido yo. El ángel príncipe del reino de Persia se me ha opuesto durante veintiún días; pero Miguel, uno de los ángeles príncipes más altos, vino en mi ayuda, pues yo me había quedado solo junto a los reyes de Persia. Así que he venido a explicarte lo que va a pasarle a tu pueblo en el futuro, porque la visión que has tenido se refiere a ese tiempo.’ “Mientras me decía esto, yo estaba con la mirada fija en el suelo y sin decir una sola palabra. De pronto, alguien parecido a un hijo de hombre me tocó los labios. Entonces dije al que estaba ante mí: ‘Señor, esta visión me ha llenado de angustia y me ha dejado sin fuerzas. ¿Cómo va a poder hablar contigo este siervo tuyo, si estoy completamente sin fuerzas y hasta me falta el aliento?’ “Aquel que parecía un hijo de hombre me volvió a tocar, me dio nuevas fuerzas y me dijo: ‘No tengas miedo ni te preocupes. Dios te ama, ¡anímate y ten valor!’ “Mientras me hablaba, yo me sentí reanimado y dije: ‘Señor, háblame, pues me has devuelto las fuerzas.’ “En aquellos días, yo, Daniel, estuve muy triste durante tres semanas. Entonces me dijo: ‘¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a luchar con el ángel príncipe de Persia. Y cuando haya terminado de luchar con él, vendrá el ángel príncipe de Grecia. Ahora voy a decirte lo que está escrito en el libro de la verdad: En mi lucha contra ellos, únicamente tengo la ayuda de Miguel, el ángel príncipe de Israel. No comí alimentos exquisitos, ni probé carne ni vino, ni me puse ningún perfume hasta que pasaron esas tres semanas.

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1 Corintios 9:25-27

Los que se entrenan para competir en un deporte evitan todo lo que pueda dañarles. Y lo hacen por alcanzar como premio una corona de hojas de laurel, que en seguida se marchita. Nosotros, en cambio, luchamos por recibir un premio que no se marchita. En cuanto a mí, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.

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Daniel 9:4-6

Oré al Señor mi Dios y le hice esta confesión: ‘Señor, Dios grande y poderoso, que siempre cumples tus promesas y das pruebas de tu amor a los que te aman y cumplen tus mandamientos: hemos pecado y cometido maldad, hemos hecho lo malo, hemos vivido sin tenerte en cuenta y hemos abandonado tus mandamientos y decretos. No hemos hecho caso a tus siervos los profetas, que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, jefes y antepasados y a todo el pueblo de Israel.

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Lucas 5:33

Le dijeron a Jesús: –Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan mucho y hacen muchas oraciones, pero tus discípulos no dejan de comer y beber.

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Oración

 

¡Dios redentor! Hoy clamo a ti y busco tu rostro para darte gloria y honra . Vengo a ti por medio de mi Señor Jesucristo, solo tú eres digno de gloria y honra. Señor, gracias por esta arma espiritual tan poderosa que es el ayuno y la oración, que a través de este clamor a ti, se comiencen a desatar cadenas, ataduras y ligaduras de impiedad sobre mi vida. Espiritu Santo ayúdame a mantener una vida de ayuno y oración, que únicamente dependa de tu presencia y con un corazón dispuesto apartarme para ti, enséñame a sumergirme en íntima comunión contigo, buscando en ese lugar secreto tu dirección y la voluntad perfecta para mi vida a través del ayuno y la oración. Dame las fuerzas para dominar las debilidades de mi cuerpo, absteniéndome del alimento físico, para saciarme solamente del espiritual. En tu palabra dice: «Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza». Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza Espíritu Santo, que a través de este ayuno tu poder se manifieste en mi vida y poder vencer cualquier circunstancia y todo plan del enemigo en contra de mí y mi familia. En el nombre de Jesús. ¡Amén!

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