En efecto, partiendo de la creación del universo, la razón humana puede descubrir, a través de las cosas creadas, las perfecciones invisibles de Dios: su eterno poder y su divinidad. De ahí que no tengan disculpa,
Dios dijo a Moisés: —Soy el que soy. Y añadió: —Esto responderás a los israelitas: «Yo soy» me envía a ustedes.
Los cielos proclaman la grandeza del Señor, el firmamento pregona la obra de sus manos;
Son más cautivadores que el oro, más que abundante oro fino, más dulces que la miel, que la miel virgen del panal.
Tu siervo está atento a ellos; grande es el premio si se respetan.
Pero ¿quién conoce sus propios errores? Perdóname los que ignoro.
Libra a tu siervo de la arrogancia, ¡que no me domine! Y entonces seré íntegro, inocente de un gran pecado.
Que te sean gratas mis palabras y te deleiten mis pensamientos, Señor, mi fortaleza, mi redentor.
el día al día comunica su mensaje, la noche a la noche anuncia la noticia:
sin lenguaje, sin palabras, sin que se escuche su voz,
se difunde su sonido por toda la tierra, y por los confines del mundo su mensaje. En ellos ha erigido una tienda para el sol
el que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto lo llena. El Dios que siempre permanece fiel,
Piensan los insensatos: «No hay Dios». Son perversos, su conducta es detestable, no hay quien haga el bien.
Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios: el Padre, de quien todo procede y a quien todos estamos destinados; y solo hay un Señor: Jesucristo, mediante el cual han sido creadas todas las cosas y por quien vivimos también nosotros.
—Señor y Dios nuestro: ¡Nadie como tú merece recibir la gloria, el honor y el poder! Porque tú has creado todas las cosas; en tu designio existían, y conforme a él fueron creadas.
Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas y eran todo ojos por fuera y por dentro. Día y noche proclaman sin descanso: —Santo, santo, santo, Señor Dios, dueño de todo, el que era, el que es, el que está a punto de llegar.
Y oí que el ángel de las aguas decía: —Eres justo y has hecho justicia, tú que eres santo y que existes desde siempre.
ahora bien, sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a quienes lo buscan.
Antes que se formasen los montes y la tierra y el orbe surgieran, desde siempre y para siempre tú eres Dios.
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchos pueblos. Y lo es ante Dios en quien creyó, el Dios que infunde vida a los muertos y llama a la existencia a lo que no existe.
diciendo: —Gracias, Señor Dios, dueño de todo, tú que existes desde siempre, porque con tu inmenso poder has establecido tu reinado.
«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es, el que era y el que está a punto de llegar, el dueño de todo».
Todo eso lo ha hecho mi mano, y así es como todo existió —oráculo del Señor—. En el pobre pongo mis ojos, en el abatido que respeta mis palabras.
Cristo existe desde antes que hubiera cosa alguna, y todo tiene en él su consistencia.
En cambio, hay un Dios en el cielo que revela misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al final de los tiempos. El sueño y las visiones que tuviste mientras dormías son como siguen:
Así dice el Señor, el que creó el cielo y es Dios, el que hizo y modeló la tierra; el que la afianzó y no la creó vacía, sino que la hizo habitable: Yo soy el Señor, no hay otro.
Tú creaste mis entrañas, en el seno de mi madre me tejiste.
Te alabo, pues me asombran tus portentos, son tus obras prodigiosas: lo sé bien.
Entonces, desde allí, buscarás al Señor tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
¡Por eso eres grande, Señor Dios! No hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, por todo lo que ha llegado a nuestros oídos.
Dios ha creado en él todas las cosas: todo lo que existe en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, sean tronos, dominaciones, principados o potestades, todo lo ha creado Dios por Cristo y para Cristo.
Cristo existe desde antes que hubiera cosa alguna, y todo tiene en él su consistencia.
Señor, tú eres mi Dios, te ensalzo y te doy gracias, pues hiciste cosas admirables, planes fieles y firmes.
Igual que no conoces cuál es la dirección del aliento vital que traspasa los huesos dentro del vientre de la preñada, tampoco conoces la obra de Dios que lo hace todo.
En el principio ya existía la Palabra; y la Palabra estaba junto a Dios y era Dios.
En el mundo estaba [la Palabra] y, aunque el mundo fue hecho por medio de ella, el mundo no la reconoció.
Vino a lo que era suyo, y los suyos no la recibieron;
pero a cuantos la recibieron y creyeron en ella, les concedió el llegar a ser hijos de Dios.
Estos son los que nacen no por generación natural, por impulso pasional o porque el ser humano lo desee, sino que tienen por Padre a Dios.
Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él proclamando: «Este es aquel de quien yo dije: el que viene después de mí es superior a mí porque existía antes que yo».
En efecto, de su plenitud todos hemos recibido bendición tras bendición.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo vio jamás; el Hijo único, que es Dios y vive en íntima unión con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
Los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era él. Y este fue su testimonio,
Ya en el principio estaba junto a Dios.
un testimonio tajante y sin reservas: —Yo no soy el Mesías.
Ellos le preguntaron: —Entonces, ¿qué? ¿Eres acaso Elías? Juan respondió: —Tampoco soy Elías. —¿Eres, entonces, el profeta que esperamos? Contestó: —No.
Ellos le insistieron: —Pues, ¿quién eres? Debemos dar una respuesta a los que nos han enviado. Dinos algo sobre ti.
Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó: —Yo soy la voz del que proclama en el desierto: «¡Allanen el camino del Señor!».
Los miembros de la comisión, que eran fariseos,
lo interpelaron diciendo: —Si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta esperado, ¿qué títulos tienes para bautizar?
Juan les respondió: —Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen;
uno que viene después de mí, aunque yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de su calzado.
Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: —Ahí tienen ustedes al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Todo fue hecho por medio de ella y nada se hizo sin contar con ella. Cuanto fue hecho
Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador entre Dios y la humanidad: el hombre Cristo Jesús,
¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra? Dímelo tú, si tanto sabes.
cuando se encierran en sus guaridas o acechan agazapados en la maleza?
¿Quién da de comer al cuervo cuando sus crías graznan a Dios y aletean nerviosas por el hambre?
¿Sabes quién diseñó sus dimensiones o le aplicó la cinta de medir?
¿Dónde se asienta su basamento o quién colocó su piedra angular
mientras aclamaban los astros matutinos y los vitoreaban los hijos de Dios?
Y la vida eterna consiste en que te reconozcan a ti como único Dios verdadero, y a Jesucristo como tu enviado.
«Desistan y sepan que soy Dios, que me alzo sobre las naciones, sobre todos los pueblos de la tierra.»
Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
Mi auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
¿No lo sabes, no has oído que el Señor es un Dios eterno, creador de los confines de la tierra? No se cansa ni desfallece, su inteligencia es inescrutable.
Sepan que el Señor es Dios: él nos ha hecho y a él pertenecemos; somos su pueblo, el rebaño que apacienta.
Y yo pregunto: ¿Será que no han oído? ¡Por supuesto que sí! La voz de los mensajeros ha resonado en todo el mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la tierra.
el único que es inmortal, que habita una luz inaccesible y a quien nadie ha visto ni puede ver. Suyos son por siempre el honor y el poder. Amén.
Es el Dios que ha creado el universo y todo lo que en él existe; siendo como es el Señor de cielos y tierra, no habita en templos construidos por hombres
ni tiene necesidad de ser honrado por humanos, pues es él quien imparte a todos vida, aliento y todo lo demás.
Él ha hecho que, a partir de uno solo, las más diversas razas humanas pueblen la superficie entera de la tierra, determinando las épocas concretas y los lugares exactos en que debían habitar.
Y esto para ver si, aunque fuese a tientas, pudieran encontrar a Dios, que realmente no está muy lejos de cada uno de nosotros.
En él, efectivamente, vivimos, nos movemos y existimos. Como bien dijeron algunos de sus poetas: «Estirpe suya somos».
Y es que si los paganos, que no tienen ley, actúan de acuerdo con ella movidos de la natural inclinación, aunque parezca que no tienen ley, ellos mismos son su propia ley.
La llevan escrita en el corazón, como lo demuestra el testimonio de su conciencia y sus propios pensamientos, que unas veces los acusan y otras los defienden.
Confía plenamente en el Señor y no te fíes de tu inteligencia.
Cuenta con él en todos tus caminos y él dirigirá tus senderos.
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y sepan ustedes que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
Ustedes son mis testigos —oráculo del Señor—, mi siervo, a quien he elegido, para que comprendan y crean en mí, para que entiendan que yo soy. Antes de mí no fue formado ningún dios, y ninguno habrá después de mí.
Yo, yo soy el Señor; no hay salvador fuera de mí.
Pues así debe alumbrar la luz de ustedes delante de los demás, para que viendo el bien que hacen alaben a su Padre celestial.
ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura será capaz de arrebatarnos este amor que Dios nos tiene en Cristo Jesús, Señor nuestro.