Este es un relato de lo que sucedió durante la época del rey Jerjes, el Jerjes que gobernaba 127 provincias desde la India hasta Etiopía.
Ester 4:3 - Versión Biblia Libre Cuando el decreto y las órdenes del rey llegaron a todas las provincias, los judíos se pusieron a llorar con terrible angustia. Ayunaron, lloraron y se lamentaron, y muchos se acostaron con saco y ceniza. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos. Biblia Nueva Traducción Viviente A medida que la noticia del decreto real llegaba a todas las provincias, había más duelo entre los judíos. Ayunaban, lloraban y se lamentaban, y muchos se vestían con tela áspera y se acostaban sobre ceniza. Biblia Católica (Latinoamericana) En las provincias, a medida que fueron llegando la orden y el decreto, sólo se vio entre los judíos duelo, ayuno, lágrimas y lamentaciones; muchos se acostaron en la ceniza cubiertos de saco. La Biblia Textual 3a Edicion Y en cada una de las provincias, dondequiera llegaba la orden del rey y su edicto, hubo gran duelo entre los judíos: ayuno y llanto y lamentaciones, y el saco y la ceniza llegaron a ser cama para muchos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 En cada una de las provincias, allí donde llegaban la orden y el decreto del rey, había entre los judíos gran duelo y ayuno y llanto y lamentaciones; y muchos se acostaban sobre sayal y ceniza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran duelo, y ayuno, y lloro, y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos. |
Este es un relato de lo que sucedió durante la época del rey Jerjes, el Jerjes que gobernaba 127 provincias desde la India hasta Etiopía.
El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey. Se emitió un decreto de acuerdo con todo lo que Amán exigía y se envió a los principales funcionarios del rey, a los gobernadores de las distintas provincias y a los nobles de los distintos pueblos de las provincias. Se envió en la escritura de cada provincia y en la lengua de cada pueblo, con la autorización del rey Jerjes y sellada con su anillo de sello.
“Haz que todos los judíos de Susa se reúnan y ayunen por mí. No coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Yo y mis doncellas también ayunaremos. Después iré a ver al rey, aunque sea contra la ley, y si muero, que muera”.
Llegó hasta la puerta del palacio, porque a nadie se le permitía entrar en la puerta del palacio vestido de cilicio.
Las doncellas y los eunucos de Ester vinieron y le dijeron, y la reina estaba muy disgustada. Le envió ropa para que se quitara el cilicio, pero él se negó a aceptarla.
Establecieron estos días de Purim en su momento, tal como lo habían ordenado Mardoqueo el judío y la reina Ester, comprometiéndose ellos y sus descendientes a los tiempos de ayuno y luto.
Job tomó un trozo de cerámica rota para rascarse mientras estaba sentado en las cenizas.
En ese momento el Señor, el Señor Todopoderoso, los invitaba a llorar y lamentarse; a que se afeitaran la cabeza y se vistieran de cilicio.
Por eso dije: “¡Váyanse! Déjenme llorar en paz. No insistan en consolarme porque la hija de mi pueblo está arruinada”.
¿Es éste el tipo de ayuno que quiero, cuando la gente manifiesta su humildad inclinando la cabeza como un junco y yaciendo en saco y ceniza? ¿Es eso lo que llamas ayuno, un día que el Señor aprecia?
Gritan por ti y rompen a llorar. Lloran por ti echando polvo sobre sus cabezas y revolcándose en las cenizas.
Así que me dirigí al Señor Dios en oración. Ayuné y me vestí de cilicio y ceniza, y le supliqué en oración que actuara.
Cuando las noticias llegaron al rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se quitó la túnica, se vistió de silicio y se sentó en cenizas.
y los lanzarán en el horno abrasador, donde habrá llanto y crujir de dientes.
Entonces el rey dijo a sus siervos: ‘Aten sus manos y pies y láncenlo a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes’.
Ahora lancen a este siervo inútil en la oscuridad donde habrá llanto y crujir de dientes’.
Entonces Josué rasgó sus ropas y cayó de bruces al suelo delante del Arca del Señor hasta la noche. Los ancianos hicieron lo mismo, y él y los ancianos se echaron polvo en la cabeza.
Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y dieron el mensaje mientras el pueblo escuchaba, todos lloraron a gritos.