Apocalipsis 21:2 - Versión Biblia Libre Y vi la santa ciudad, Nueva Jerusalén, descendiendo desde el cielo de Dios, preparada como una novia, embellecida para su esposo. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Biblia Nueva Traducción Viviente Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Biblia Católica (Latinoamericana) Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. La Biblia Textual 3a Edicion Y° vi que descendía del cielo, de Dios,° la ciudad° santa: Una nueva Jerusalem, dispuesta como una esposa ataviada para su esposo.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, preparada como esposa ataviada para su esposo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y yo Juan vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía de Dios, del cielo, dispuesta como una novia ataviada para su marido. |
¡La ciudad que solía ser fiel se ha convertido ahora en una prostituta! Antes actuaba bajo los principios de justicia y seguía lo correcto, pero ahora sólo viven en ella asesinos.
¡Despierta, despierta, Sión! ¡Sé fuerte! Ponte tus mejores galas, Jerusalén, la ciudad santa. Los extranjeros paganos no volverán a entrar en ti.
Porque tu Hacedor es tu esposo, el Señor Todopoderoso es su nombre el Santo de Israel es tu Redentor, se llama el Dios de toda la tierra.
¡Yo celebraré felizmente en el Señor! Todo mi ser gritará alabanzas a mi Dios. Porque me ha vestido con ropas de salvación, y me ha envuelto en un manto de bondad. Soy como un novio vestido para la boda, como una novia que lleva sus joyas.
Ya no te llamarán Abandonada; tu tierra no se llamará Desolada. En cambio, se te llamará Ella me hace feliz, y tu tierra se llamará Casada, porque tú haces feliz al Señor, y tu tierra estará casada.
Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Cuando los traiga de vuelta a casa desde el exilio, volverán a decir en la tierra de Judá y en sus ciudades “Que el Señor te bendiga, monte santo de Jerusalén, hogar de lo bueno y lo justo.
¡El novio es quien se casa con la novia! El padrino espera y escucha al novio, y se alegra cuando escucha la voz de alegría del novio, así que ahora mi felicidad está completa.
Sufro de una agonía por el celo divino que siento por ustedes, pues les prometí un solo esposo—Cristo—a fin de presentarlos a ustedes como una mujer virgen y pura para él.
Porque Abrahán buscaba una ciudad construida sobre fundamentos duraderos, siendo Dios el constructor y hacedor de ella.
Pero ellos esperan un mejor país, un país celestial. Por eso Dios no se defrauda de ellos, y se alegra de llamarse su Dios, porque él ha construido una ciudad para ellos.
Pero ustedes han llegado al Monte de Sión, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, con sus miles y miles de ángeles.
Pues no tenemos una ciudad permanente en la cual vivir aquí, sino que esperamos un hogar que está por venir.
Esta es la revelación de Jesucristo, la cual Dios entregó para mostrar a sus siervos lo que sucederá pronto. Él envió a su ángel para revelarla a su siervo Juan,
Esta carta viene de parte de Juan y es enviada a las siete iglesias en la provincia de Asia. Tengan gracia y paz de Aquél que era, es, y vendrá, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,
Yo soy Juan, hermano de ustedes, partícipe en el sufrimiento y en el reino, y en la paciente espera que experimentamos en Jesús. Fui detenido en la isla de Patmos por compartir la palabra de Dios y la verdad tal como fue revelada por Jesús.
No midas el patio que está fuera del Templo, déjalo, porque ha sido entregado a las naciones. Ellas pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.
Y me llevó en el Espíritu a la cima de una montaña muy alta. Ahí me mostró la ciudad santa, Jerusalén, descendiendo del cielo de Dios,
Uno de los siete ángeles que tenía las siete copas con las siete plagas, vino y me habló. Me dijo: “Ven conmigo. Te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero”.
El Espíritu y la novia dicen: “Ven”. Quien escucha esto, diga: “Ven”. Quien tenga sed, venga, y a quien quiera le daré gratuitamente del agua de vida.
Si alguno quita las palabras proféticas de este libro, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y de la ciudad santa que se describe en este libro.
A los victoriosos los convertiré en pilares para el Templo de mi Dios. No tendrán que irse nunca. Escribiré sobre ellos el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, llamada Nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de mi Dios, y mi propio nombre nuevo.