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Tito 2:13 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Viviremos de esa manera mientras esperamos que se cumpla la bendita promesa en la cual confiamos, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

mientras anhelamos con esperanza ese día maravilloso en que se revele la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Ahora nos queda aguardar la feliz esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro magnífico Dios y Salvador, Cristo Jesús,

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La Biblia Textual 3a Edicion

aguardando la esperanza bienaventurada° y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesús el Mesías,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

mientras aguardamos la bienaventurada esperanza, o sea, la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Aguardando aquella bendita esperanza, y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

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Otras versiones



Tito 2:13
42 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.


―Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


―Sí, yo soy —dijo Jesús—. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


Tengo la misma esperanza que estos hombres tienen. Es decir, que Dios hará resucitar a los justos y a los injustos.


Le pido a Dios, quien da esperanza, que los llene de toda alegría y paz. Pues ustedes creen en él, y quiero que el poder del Espíritu Santo los llene de confianza.


Y esta esperanza no nos falla, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.


De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que Dios nos dará.


Por eso ahora no les falta ninguna capacidad espiritual, y pueden esperar con gran anhelo que vuelva nuestro Señor Jesucristo.


El dios de este mundo ha impedido que los que no creen entiendan esto. Lo hace para que no entiendan cuán maravilloso es el mensaje de Cristo, quien nos muestra cómo es Dios.


Pues Dios, que ordenó: «¡Que la luz brille en la oscuridad!», hizo brillar su luz en nuestra mente para que viéramos con claridad la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


Dios se propuso revelarles cuál es la gloriosa riqueza de ese plan secreto para todas las naciones. Y el plan es que Cristo viva en ustedes, y les dé la seguridad de compartir la gloria de Dios.


Y sabemos que lo hacen porque están seguros de la recompensa que Dios les dará en el cielo. Esta seguridad la obtuvieron al escuchar el verdadero mensaje, que es la buena noticia


Cuando Cristo, que les ha dado vida a ustedes, vuelva otra vez, ustedes le acompañarán y compartirán su gloria.


Dios nuestro Padre nos amó mucho y, aunque no merecemos ese amor, nos consuela eternamente y nos da la seguridad de nuestra salvación. A él y a nuestro Señor Jesucristo les pido


Entonces se presentará ese malvado, pero el Señor Jesús le quitará su poder con el soplo de su boca y lo destruirá con el glorioso brillo de su venida.


Te saluda Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, quien nos da confianza en nuestra salvación.


Esta carta va dirigida a ti, Timoteo, mi querido hijo en la fe. Les pido a Dios el Padre y a Cristo Jesús nuestro Señor que te permitan gozar de su inmerecido amor, de su misericordia y de su paz.


Cristo Jesús vendrá como Rey para juzgar a los vivos y a los muertos. Por eso, delante de Cristo y de Dios, te doy esta importante tarea:


Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me dará en aquel día. Me la dará a mí y a todo el que con amor haya esperado su venida.


Tenemos confianza en que tendremos vida eterna, pues Dios, que no miente, así lo había prometido antes de la creación del mundo.


Esta carta es para ti, Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos. Les pido a Dios el Padre y a Cristo Jesús nuestro Salvador que te permitan gozar de su inmerecido amor y de su paz.


Pero, cuando Dios nuestro Salvador nos mostró su bondad y amor,


De igual manera, Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez. Pero ya no vendrá para morir por el pecado de alguno, sino para traer salvación a quienes esperan su regreso.


¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nuevas personas y nos ha dado seguridad de que recibiremos sus promesas. Es como si nos hubiera hecho nacer de nuevo, y eso lo hizo por medio de la resurrección de Jesucristo.


El oro, aunque no dura para siempre, se prueba por medio del fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, tiene que pasar por el fuego de las dificultades. De esta manera se demostrará cuánto confían en Dios. Su fe recibirá entonces la aprobación de Jesucristo cuando aparezca de nuevo. Y recibirán no solo aprobación, sino gloria y honor.


Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.


Más bien, sean cristianos maduros que cada día conocen mejor al Señor y Salvador Jesucristo, y que cada día disfrutan más de su amor inmerecido. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.


Nosotros hemos visto que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo, y por eso lo anunciamos.


¡Miren! Cristo viene en las nubes. Todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo mataron. Todos los pueblos de la tierra llorarán por él. ¡Así será! Amén.