Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve.
Marcos 9:3 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Su ropa se volvió de un blanco resplandeciente como nadie en el mundo podría blanquearla. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Biblia Nueva Traducción Viviente y su ropa se volvió blanca resplandeciente, más de lo que cualquier blanqueador terrenal jamás podría lograr. Biblia Católica (Latinoamericana) Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. La Biblia Textual 3a Edicion Sus vestidos se volvieron resplandecientes y tan blancos,° que ningún batanero en la tierra los podría blanquear así. Biblia Serafín de Ausejo 1975 de forma que sus vestidos se volvieron tan resplandecientes por su blancura como ningún lavandero en el mundo podría blanquearlos así. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas. |
Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve.
Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se volvió blanca y radiante.
Cornelio contestó: ―Hace tres días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante
Vengan a comer carne de reyes, de jefes militares y de poderosos; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente: libres y esclavos, grandes y pequeños».
―Eso usted lo sabe, mi señor —respondí. Él me dijo: ―Son los que pasaron por el gran tiempo de sufrimiento. Esta gente ha sido perdonada de sus pecados por medio del derramamiento de la sangre del Cordero.
Después de esto miré, y apareció una gran cantidad de personas. Era gente de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas. Eran tantas personas que nadie podía contarlas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano.