Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que amaba a Dios, y aguardaba con esperanza la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él
Hechos 22:12 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) »Vino a verme un tal Ananías, hombre que amaba a Dios y que obedecía la Ley. Los judíos de Damasco lo respetaban mucho. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, Biblia Nueva Traducción Viviente Allí vivía un hombre llamado Ananías. Era un hombre recto, muy devoto de la ley y muy respetado por todos los judíos de Damasco. Biblia Católica (Latinoamericana) Allí vino a verme un tal Ananías, un hombre muy observante de la Ley y muy estimado por todos los judíos que vivían en Damasco. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces cierto Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que recibía° aprobación de todos los judíos que viven allí, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Un tal Ananías, hombre piadoso según la ley, muy bien conceptuado por todos los habitantes judíos, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que moraban allí, |
Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que amaba a Dios, y aguardaba con esperanza la liberación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él
Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.
Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas. También se les unieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios.
Elijan de entre ustedes a siete hombres, para encargarles esta responsabilidad. Deben ser gente de confianza, llenos del Espíritu y de sabiduría.
Unos hombres que amaban mucho a Dios enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
A veces nos tratan con respeto y otras veces nos ofenden. Algunos hablan bien de nosotros y otros hablan mal. Somos sinceros, pero nos dicen mentirosos.
Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no quede en vergüenza ante el pueblo y caiga en la trampa del diablo.
En cuanto a Demetrio, todos hablan muy bien de él, y hemos comprobado que esto es verdad. También nosotros pensamos bien de él, y bien sabes que no mentimos.