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1 Pedro 1:17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Ustedes llaman Padre al Dios que juzga por igual las acciones de cada uno. Por eso deben ser humildes y obedientes mientras vivan en este mundo como si fueran extranjeros.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Recuerden que el Padre celestial, a quien ustedes oran, no tiene favoritos. Él los juzgará o los recompensará según lo que hagan. Así que tienen que vivir con un reverente temor de él durante su estadía aquí como «residentes temporales».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El Padre que invocan no hace diferencias entre personas, sino que juzga a cada uno según sus obras; tomen, pues, en serio estos años en que viven fuera de la patria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y si invocáis por Padre al que juzga imparcialmente según la obra de cada uno, conducíos con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y si invocáis como Padre al que juzga imparcialmente a cada uno según sus obras, conducíos con temor en el tiempo de vuestra peregrinación,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y si invocáis al Padre, que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;

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Otras versiones



1 Pedro 1:17
33 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron: ―Maestro, sabemos que eres un hombre honesto y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias.


»Ustedes deben orar así: »“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.


De acuerdo. Pero ellos fueron rechazados por su falta de fe, y tú aceptado por la fe. Así que no seas orgulloso, sino temeroso.


Pido a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo que les permitan gozar de su inmerecido amor y de su paz.


Por eso no dejamos de confiar, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo estaremos alejados del Señor.


Queridos hermanos en la fe, ya que Dios nos ha hecho estas promesas, limpiemos nuestro cuerpo y espíritu de todo mal. Respetemos a Dios, porque así llegaremos a ser completamente santos.


¿Cuál ha sido el resultado de esta tristeza que Dios les causó? Pues ustedes se esforzaron grandemente en pedirme disculpas. Con tal de que se hiciera justicia, ustedes mostraron enojo, temor, deseo, preocupación y ganas. En todo han demostrado su inocencia en este asunto.


En cuanto a los que eran reconocidos como personas importantes, ellos no le agregaron nada nuevo al mensaje que predico. La verdad, no me interesa si son o no gente importante, porque Dios no juzga por las apariencias.


Le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, que les dé su Espíritu. Así tendrán la sabiduría y el entendimiento necesarios para conocerlo mejor.


Por esta razón me arrodillo delante del Padre,


Y ustedes, amos, traten a sus esclavos de la misma manera, dejen de amenazarlos. Recuerden que tanto ellos como ustedes tienen en el cielo un mismo Amo, que es el Señor, y que con él no hay favoritismos.


Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.


El que hace el mal será castigado por su propia maldad, y en esto no hay favoritismos.


Así que seamos agradecidos, pues estamos recibiendo un reino que no se puede mover. Que esa gratitud nos haga adorar a Dios con humildad y obediencia, como a él le agrada,


La promesa de gozar de su descanso todavía permanece. Pero debemos tener cuidado, pues alguno de ustedes podría quedarse sin disfrutarlo.


Queridos hermanos en la fe, en este mundo ustedes viven como extranjeros, pues solo están de paso. Por eso les ruego que abandonen todo deseo de pecar. Recuerden que el pecado es enemigo de su alma.


Más bien, reconozcan en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre listos para responder a todo el que les pida una explicación de la confianza que tienen en Dios.