Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón amó a muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras
Jueces 16:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Pasado algún tiempo, Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Biblia Nueva Traducción Viviente Tiempo después, Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec. Biblia Católica (Latinoamericana) Después de eso se juntó con una mujer del valle de Sorec que se llamaba Dalila. La Biblia Textual 3a Edicion Después de esto sucedió que se enamoró de una mujer del valle de Sorec llamada Dalila.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Después de esto, se enamoró de una mujer del valle de Sorec llamada Dalila. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. |
Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón amó a muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras
¿Acaso no fue ese el pecado de Salomón, rey de Israel? Entre todas las naciones no hubo un solo rey como él: Dios lo amó y lo hizo rey sobre todo Israel. Pero aun a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras.
La boca de la adúltera es una fosa profunda; en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor.
Aunque al necio lo muelas, lo remuelas y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad.
Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos.
Pero Sansón estuvo acostado allí hasta la medianoche; luego se levantó y arrancó las puertas de la entrada de la ciudad, junto con sus dos postes, con cerrojo y todo. Se las echó al hombro y las llevó hasta la cima del monte que está frente a Hebrón.
Los gobernantes de los filisteos fueron a verla y le dijeron: «Sedúcelo, para que te revele el secreto de su tremenda fuerza y cómo podemos vencerlo, de modo que lo atemos y lo tengamos sometido. Cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata».