Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor su Dios y estarán seguros! ¡Confíen en sus profetas y tendrán éxito!».
Juan 11:40 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús respondió: —¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús le respondió: '¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?' La Biblia Textual 3a Edicion Jesús le dice: ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Jesús le responde: '¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? |
Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor su Dios y estarán seguros! ¡Confíen en sus profetas y tendrán éxito!».
¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos y tu esplendor a sus descendientes!
y mañana por la mañana verán la gloria del Señor. Ya él sabe que ustedes andan murmurando contra él. No somos nadie para que ustedes murmuren contra nosotros.
—Por la poca fe que tienen —respondió—. Les aseguro que si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá” y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible.
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado».
—No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.
Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte. De modo que, así como Cristo resucitó por el glorioso poder del Padre, también nosotros andemos en una vida nueva.
Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!», hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.