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Lucas 7:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Había allí un centurión, cuyo siervo, a quien este estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En ese tiempo, un apreciado esclavo de un oficial romano estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Había allí un capitán que tenía un sirviente muy enfermo al que quería mucho, y que estaba a punto de morir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y el siervo de cierto centurión, a quien éste estimaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Un centurión tenía enfermo y a punto de morir un criado por el que sentía una gran estima.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el siervo de un centurión, a quien este tenía en estima, estaba enfermo y a punto de morir.

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Otras versiones



Lucas 7:2
24 Referencias Cruzadas  

con estas palabras: «Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, que no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes».


Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut.


»Si he andado en malos pasos, o mis pies han corrido tras la mentira,


Quien consiente a su criado cuando este es niño al final habrá de lamentarlo.


Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―Verdaderamente este hombre era justo.


Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaún.


Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos dirigentes de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo.


porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban.


Vivía en Cesarea un centurión llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano.


Después de que se fuera el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado devoto de los que le servían regularmente.


Al oír esto, el centurión fue y avisó al comandante. ―¿Qué vas a hacer? Resulta que ese hombre es ciudadano romano.


Este llamó entonces a uno de los centuriones y le pidió: ―Lleva a este joven al comandante, porque tiene algo que decirle.


Cuando se decidió que navegáramos rumbo a Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, que pertenecía al batallón imperial.


Al día siguiente hicimos escala en Sidón; y Julio, con mucha amabilidad, le permitió a Pablo visitar a sus amigos para que lo atendieran.


Pero el centurión quería salvarle la vida a Pablo, y les impidió llevar a cabo el plan. Dio orden de que los que pudieran nadar saltaran primero por la borda para llegar a tierra,


Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no solo cuando ellos os estén mirando, como si vosotros quisierais ganaros el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto al Señor.