La vida terrenal es solo un trayecto; transitamos por esta tierra un poco de tiempo, y luego nos disponemos para el viaje más largo: La eternidad. Te pregunto: ¿Estás preparando tu equipaje?

Todos sin saberlo llevamos un equipaje. Un maletín inmaterial en el que se guardan las buenas y malas acciones. Una vez que abandonemos este cuerpo y trascendamos a la vida espiritual lo único que podremos llevar con nosotros será este maletín, el cual dará testimonio de nuestro paso por la tierra.
«Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen», Apocalipsis 14:13.
Pasamos gran parte de nuestra vida afanados persiguiendo sueños y metas, y cuando por fin las obtenemos, nos damos cuenta de que nada de ello puede llenarnos por completo. Nuestros proyectos de vida van cambiando y con el paso de los años se van ajustando a la realidad en la que vivimos, y al final del duro camino es cuando por fin entendemos que lo único que puede satisfacernos realmente es el «obrar bien».
Quizás te estás esforzando mucho en obtener logros y éxitos materiales… Pero, ¿Te has detenido a pensar que nada de eso por lo que tanto te estás esforzando se irá contigo al otro lado?
ARTÍCULO DE INTERÉS: ¿Te sientes Usado?
¿Qué llevas en tu equipaje? Piensa por un momento en tu vida, en todo lo que has hecho a lo largo de estos años; considera qué cosas has guardado dentro de tu maletín. Sí llegas a la conclusión de que no hay muchas buenas obras en él, es momento de que empieces a llenar ese equipaje de ellas. Recuerda que más vale comenzar tarde… Que no llevar nada cuando el viaje te agarre de repente.
Ayudar es lo mejor que puedes hacer; cuando te sientes vacío e insatisfecho de tus luchas diarias, la mejor vía de escape que tienes está en el «obrar». Cuando socorres a otros que están necesitados te haces parte del proyecto de Dios, te conviertes en un instrumento de bendición para la vida de otros; te sientes útil y necesario, y experimentas algo maravilloso en el bendecir a los demás.
El tiempo perdido no se recupera, lo que importa es el ahora. Estar vivo es la mejor oportunidad que tenemos para hacer buenas obras. No perdamos el tiempo en cosas terrenales que no dejan fruto alguno y que se hacen corruptibles con el paso de los años. Enfoquémonos en llenar nuestro maletín de buenas acciones que abunden en nuestra cuenta.
Cada vez que obres bien recuerda que estás colocando una prenda más en tu equipaje y que Dios se agrada de tu proceder.
Es tiempo de evaluar nuestras metas personales, y organizar nuestra lista de prioridades, colocando en primer lugar todo lo que verdaderamente importa. Aquello que traerá como recompensa el fruto de gozo a nuestra vida.
¿Y tu, estás preparando tu equipaje?