¿Cómo puedo controlar los impulsos pecaminosos?

Controlar los impulsos nunca es sencillo. Todos enfrentamos la lucha contra nuestros impulsos pecaminosos. En Santiago se menciona: «Cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia concupiscencia» «La tentación surge de nuestros propios deseos, que nos seducen y arrastran. », (Santiago 1:14). La condición humana incluye sentir impulsos, y parte de la vida cristiana implica dominarlos.

¿Cómo puedo controlar los impulsos pecaminosos?

Desde la caída, controlar los impulsos ha sido una batalla para la humanidad. Eva encontró el fruto «agradable» (Génesis 3:6) y decidió comerlo en lugar de controlar sus impulsos. En la actualidad, esta lucha continúa. A menudo, los impulsos parecen abrumadores y sobrepasan cualquier razonamiento, acuerdo o sentido común. Sentimos que ceder es nuestra única alternativa. Nos vemos tentados a realizar compras innecesarias, a comer en exceso, a tener relaciones sexuales ilícitas y a hacer muchas otras cosas que sabemos que no deberíamos hacer.

Síguenos y recibe recursos diarios

Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita:

Sansón tuvo dificultades significativas para controlar sus impulsos. Él personifica perfectamente el proverbio: «Como ciudad derribada y sin muro es aquel que no sabe dominarse» «Una persona sin autodominio es como una ciudad sin murallas. », (Proverbios 25:28). A Sansón le atrajo una mujer filistea con quien deseaba casarse, desoyendo las objeciones de sus padres (Jueces 14:1-2); el matrimonio duró apenas una semana. Se encontró con miel y la probó, aun rompiendo un voto en el proceso y contaminándose ceremonialmente (Jueces 14:8-9).

Y por supuesto, fue incapaz de resistirse a Dalila (Jueces 16). Irónicamente, Sansón es reconocido por su gran fuerza física, lo cual muestra que la lucha contra la carne no se gana con carne, sino espiritualmente. En 2 de Corintios 5:17 se dice: «Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!». Como creyentes, experimentamos una transformación. Ya no estamos sujetos a nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 6:17-18), sino que estamos en un proceso de santificación. Este cambio hacia lo nuevo generalmente lleva tiempo y disciplina. Incluso los creyentes más maduros aún batallan con el control de sus impulsos (Romanos 7:18-25), pero la Biblia nos ofrece esperanza de que podemos vencer.

Gloria al Señor, ya que el Espíritu produce autocontrol en aquellos que se someten a Él (Gálatas 5:23). Hemos recibido el espíritu de dominio propio: «Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez, sino de poder, amor y autodisciplina» (2 Timoteo 1:7). 1 Pedro 1:13 -15 nos insta a «Por tanto, ceñid los lomos de vuestra mente, sed sobrios y esperad completamente en la gracia que os será traída cuando Jesucristo sea revelado… Sed santos en toda vuestra manera de vivir; como aquel que os llamó es santo». Nuestro autocontrol no radica simplemente en la fuerza de voluntad; debemos depender de la gracia de Jesús. Conscientes de nuestro llamado por Dios, trabajamos para controlar nuestros impulsos desde un profundo amor hacia Él.

Además, actuamos desde una base de verdad. Cuando conocemos la verdad, resulta más sencillo desechar los impulsos que buscan llevarnos hacia la falsedad: «Conocerán la verdad y la verdad los hará libres» (Juan 8:32). En 1 Corintios 2:16 se menciona que tenemos la mente de Cristo y podemos reconocer los impulsos pecaminosos como ajenos a Él, descartándolos al instante. Estos impulsos provienen de nuestra naturaleza pecaminosa, de la cual ya no somos esclavos conforme a Romanos 6. Siguiendo el consejo de 2 Corintios 10:5, podemos tomar control de nuestros pensamientos. Al comprender que hemos sido declarados santos (Romanos 5:1-2), que poseemos la mente de Cristo y el poder del Espíritu Santo, logramos desafiar nuestros pensamientos y elegir nuestras acciones.

La Biblia nos llama «vencedores» por medio de la fe (1 Juan 5:4), enseñándonos que no estamos sujetos a nuestros impulsos, sino que podemos controlarlos mediante el poder divino en nosotros. Según Efesios 3:20, Dios puede hacer mucho más allá de lo que pedimos o imaginamos gracias a Su poder actuando en nosotros. Aunque decir «no» a los impulsos pecaminosos pueda causarnos dolor y sensación de privación, podemos confiar en la promesa de Hebreos 12:11 sobre obtener «fruto apacible de justicia».

En la lucha por controlar los impulsos, muchas personas encuentran beneficios al rendir cuentas a otros o buscar consejería. A veces, el dominio sobre los impulsos puede volverse más complicado debido a la ansiedad que se encuentra detrás o a algún tipo de anormalidad cerebral.

Superar un impulso requiere tanto comprender la verdad de Dios como utilizar herramientas funcionales para modificar el comportamiento. Independientemente de los métodos precisos que apliquemos para controlar nuestros impulsos, podemos afirmar junto con Pablo: «prosigo hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» «avanzo hasta completar la carrera para recibir el galardón celestial al cual Dios nos convoca por medio de Cristo Jesús», (Filipenses 3:14).

Deja tus comentarios sobre esta Reflexión