Estas cosas os he dicho con el fin de que halléis en mí la paz. En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza, yo he vencido al mundo.
Ninguno de esos pueblos podrá resistiros en todo el tiempo de tu vida: como estuve con Moisés, así estaré contigo: no te dejaré ni te desampararé.
Portaos varonilmente, y con firmeza; no temáis, ni os amedrentéis a su vista: porque el Señor Dios tuyo él mismo es, ¡oh Israel!, tu caudillo, y no te dejará ni te desamparará.
Grande ha sido mi contento con la venida de los hermanos, y el testimonio que dan de tu sincera piedad, como que sigues el camino de la verdad, de la buena nueva.
Y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni alarido, ni habrá más dolor, porque las cosas de antes son pasadas.
Justificados, pues, por la fe, mantengamos la paz con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo,
Es una misericordia del Señor que nosotros no hayamos sido consumidos del todo, porque jamás han faltado sus piedades. Cada día las hay nuevas desde muy de mañana; grande es, ¡oh Señor!, tu felicidad.
Porque de pura gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no viene de vosotros, siendo como es un don de Dios; tampoco en virtud de vuestras obras anteriores, puramente naturales, para que nadie pueda gloriarse.
Pero tú, ¡oh Señor!, tú eres mi protector, mi gloria, y el que me haces levantar cabeza. A voces clamé al Señor, y él me oyó benigno desde su santo monte. Yo me dormí, y me entregué a un profundo sueño; y me levanté, porque el Señor me tomó bajo su amparo. No temeré, pues, a ese innumerable gentío que me tiene cercado; levántate, ¡oh Señor!, sálvame tú, Dios mío.
Dichoso aquel varón que no se deja llevar de los consejos de los malos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se asienta en la cátedra pestilente de los libertinos; sino que tiene puesta toda su voluntad en la ley del Señor, y está meditando en ella día y noche. El será como el árbol plantado junto a las corrientes de las aguas, el cual dará su fruto en el debido tiempo, y cuya hoja no caerá nunca; y cuanto él hiciere tendrá próspero efecto.
enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos.
¡Ah! mi carne y mi corazón desfallecen, ¡oh Dios de mi corazón, Dios que eres la herencia mía por toda la eternidad!
Y les dijo Nehemías: Id, y comed carnes gordas y buenas, y bebed del vino dulce y exquisito, y enviad porciones a aquellos que nada tienen dispuesto; pues éste es el día santo del Señor; y no estéis tristes porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza.
Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
Sé vivir en pobreza, y sé vivir en abundancia; (todo lo he probado y estoy ya hecho a todo) a tener hartura, y a sufrir hambre; a tener abundancia, y a padecer necesidad. Todo lo puedo en aquel que me conforta, esto es, en Cristo .
Con lo que te serán gratas las palabras o cánticos de mi boca, como también la meditación de mi corazón que haré yo siempre en tu acatamiento. ¡Oh Señor, amparo mío y redentor mío!
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia. En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
Vosotros pusisteis para siempre vuestra esperanza en el Señor, en el Señor Dios, que es nuestra fortaleza eterna.
Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura.
Hazme sentir cuanto antes tu misericordia, pues en ti he puesto mi esperanza. Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia ti he levantado mi corazón.
Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de para que devorar.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
Mas yo veo, Dios mío, que tú has honrado sobremanera a tus amigos; su imperio ha llegado a ser sumamente poderoso. Me pongo a contarlos, y veo que son más que las arenas del mar; me levanto, y me hallo todavía contigo.
Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.
El que se acoge al asilo del Altísimo, descansará siempre bajo la protección del Dios del cielo. El dirá al Señor: Tú eres mi amparo y refugio; el Dios mío en quien esperaré.
Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.
Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos.
Alcé mis ojos hacia los montes de Jerusalén , de donde me vendrá el socorro. Mi socorro viene del Señor que creó el cielo y la tierra.
no desamparando nuestra congregación, o asamblea de los fieles, como es costumbre de algunos, sino, al contrario, alentándonos mutuamente, y tanto más cuanto más vecino viereis el día. Porque si pecamos a sabiendas después de haber reconocido la verdad, ya no nos queda hostia que ofrecer por los pecados,
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
Alegraos con la esperanza del premio; sed pacientes en la tribulación; en la oración continuos;
No te jactes de cosa que has de hacer el día de mañana, pues no sabes lo que dará de sí el día siguiente.
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
Bendito sea el Señor todos los días; el Dios de nuestra salud nos concederá próspero viaje.
Orad sin intermisión. Dad gracias por todo al Señor; porque esto es lo que quiere Dios que hagáis todos en nombre de Jesucristo. No apaguéis el Espíritu de Dios.
El Señor es mi sostén, no temo nada de cuanto pueda hacerme el hombre. El Señor está de mi parte; yo despreciaré a mis enemigos.
Con ansia suma estuve aguardando al Señor, y por fin inclinó a mí sus oídos, y escuchó benignamente mis súplicas. Y me sacó del lago de la miseria y del inmundo cieno. Y asentó mis pasos. Me puso en la boca un cántico nuevo, un cántico en loor de nuestro Dios. Verán estos muchos, y temerán al Señor, y pondrán en él su esperanza.
Porque yo tengo una firme confianza, que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;
Después de esto, ¿qué diremos ahora? Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, o de confesar tu fe públicamente, ni de mí que estoy en cadenas por amor suyo, antes bien padece y trabaja a una conmigo por el evangelio con la virtud que recibirás de Dios.
De vuestra boca no salga ningún discurso malo; sino los que sean buenos para edificación de la fe, que den gracia o inspiren piedad a los oyentes.
Y el Señor te dará un perpetuo reposo, y llenará tu alma de resplandores de gracia y reforzará tus huesos; y serás como huerto bien regado y como manantial perenne cuyas aguas jamás faltarán.
Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro defensor en las tribulaciones que tanto nos han acosado.
Y sabemos que nos otorga cuanto le pedimos, en vista de que logramos las peticiones que le hacemos.
Todos los días del pobre son trabajosos; mas la buena conciencia es como un banquete continuo.
Porque él abatirá a los que se ven sublimados, humillará la ciudad altiva. La humillará hasta el suelo; la humillará hasta reducirla a polvo.
El Señor dirigirá los pasos del hombre justo, y aprobará sus caminos. Si cayere, no se lastimará; pues el Señor pone su mano por debajo.
Clamará a mí, y lo oiré benigno. Con él estoy en la tribulación; lo pondré a salvo, y lo llenaré de gloria.
Al contrario, los frutos del espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, o fidelidad, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos.
Porque libraste de la muerte mi alma, y mis pies de la caída; a fin de que pueda ser grato a los ojos de Dios en la luz de los vivientes.
Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
Por tanto, si alguno está en Cristo ya es una criatura nueva, se acabo lo que era viejo, y todo viene a ser nuevo; pues que todo ha sido renovado.
En razón de esto os digo: No os acongojéis por hallar qué comer para sustentar vuestra vida, o de dónde sacaréis vestidos para cubrir vuestro cuerpo. Qué ¿no vale más la vida, o el alma, que el alimento, y el cuerpo que el vesti-do? Mirad las aves del cielo cómo no siembran, ni siegan, ni tienen graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Pues no valéis vosotros mucho más sin comparación que ellas? Y ¿quién de vosotros a fuerza de discursos puede añadir un codo a su estatura?
El Señor es mi pastor, nada me faltará. El me ha colocado en lugar de verdes pastos; me ha conducido a unas aguas que restauran y recrean. Convirtió a mi alma. Me ha conducido por los senderos de la justicia, para gloria de su Nombre.
El temor del Señor es el principio o la suma de la sabiduría. Sabios son todos los que obran con este temor; su alabanza dura por los siglos de los siglos.
La ley del Señor es inmaculada, y ella convierte a sí las almas; el testimonio del Señor es fiel, y da sabiduría a los pequeños.
Porque todo sumo sacerdote entresacado de los hombres, es puesto para beneficio de los hombres, en lo que mira al culto de Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados,
Ahora, pues, hermanos míos, os ruego encarecidamente, por la misericordia de Dios, que le ofrezcáis vuestros cuerpos como una hostia o víctima viva, santa y agradable a sus ojos, que es el culto racional que debéis ofrecerle.
Así que, amados hermanos míos, estad firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la obra del Señor, que sabéis que vuestro trabajo no quedará sin recompensa delante del Señor.
Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
Me verán los que te temen, y se llenarán de gozo, porque puse toda mi esperanza en tus palabras.
Haced, pues, todas las cosas sin murmuraciones ni perplejidades; para que seáis irreprensibles y sencillos como hijos de Dios, sin tacha en medio de una nación depravada y perversa, en donde resplandecéis como lumbrera del mundo,
Pero yo, Señor, puse en ti mi esperanza. Y tú eres, dije yo, mi Dios; en tus manos está mi suerte. Líbrame del poder de mis enemigos, y de aquellos que me persiguen.
Endereza mis pasos según la norma de tus palabras, y haz que no reine en mí injusticia alguna.
Que como somos de Dios, si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos para el Señor morimos. Ora, pues, vivamos, ora muramos, del Señor somos.
Estad tranquilos, y considerad que yo soy el Dios; ensalzado he de ser entre las naciones, y ensalzado en toda la tierra.
Vosotros pusisteis para siempre vuestra esperanza en el Señor, en el Señor Dios, que es nuestra fortaleza eterna. Porque él abatirá a los que se ven sublimados, humillará la ciudad altiva. La humillará hasta el suelo; la humillará hasta reducirla a polvo.
y me respondió: Bástate mi gracia, porque el poder mío brilla y consigue su fin por medio de la flaqueza. Así que con gusto me gloriaré de mis flaquezas o enfermedades, para que haga morada en mí el poder de Cristo .
Todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre de nuestro Señor Jesucristo, y a gloria suya, dando por medio de él gracias a Dios Padre.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte;
Si alguno dice: Sí, yo amo a Dios, al paso que aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, ¿a Dios, a quien no ve, cómo podrá amarle?
El Señor te preservará de todo mal. Guardará el Señor tu alma. El Señor te guardará en todos los pasos de tu vida, desde ahora y para siempre.
No temas, pues, porque yo estoy contigo; desde el oriente conduciré tus hijos ¡oh Jerusalén !, desde el occidente los congregaré.
porque tú colmarás de bendiciones al justo. Señor, con tu benevolencia, como con un escudo, nos has cubierto por todos lados.
Así ni más ni menos vosotros considerad también que realmente estáis muertos al pecado por el bautismo , y que vivís ya para Dios en Jesucristo Señor nuestro.
Entretanto el Señor os multiplique, y aumente vuestra caridad recíprocamente, y para con todos, tal cual es la nuestra para con vosotros, santidad, y ser irreprensibles delante de Dios y padre nuestro , para cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. Amén. Por lo demás, hermanos, os rogamos y conjuramos por el Señor Jesús , que según aprendisteis de nosotros el modo como debéis portaros y agradar a Dios, así procedáis, para adelantar más y más en el camino del Señor.
Dispuesto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y entonaré salmos en medio de mi gloria. Despierta, pues, ¡oh gloria, oh alma mía!, apresuraos, ¡oh salterio y cítara!, yo me levantaré al rayar la aurora,
Siendo tú, Señor, como eres, suave, y benigno, y de gran clemencia para con todos los que te invocan,
Acordaos de vuestros prelados los cuales os han predicado la palabra de Dios, cuya fe habéis de imitar, considerando el fin dichoso de su vida.
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