Yo lo he elegido para que le enseñe a sus hijos y a su familia a seguir el camino del Señor haciendo lo que es bueno, a fin de que yo, el Señor pueda cumplir lo que le he prometido a Abraham”.
“Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre. Sírvele con total dedicación y con una mente dispuesta, porque el Señor examina cada motivación y entiende la intención de cada pensamiento. Si lo buscas, lo encontrarás; pero si lo abandonas, te rechazará para siempre.
Ven aquí y presta atención, para que puedas vivir de verdad. Voy a hacer un acuerdo contigo que durará para siempre, basado en el amor confiable que le mostré a David.
Sólo asegúrate de ser muy cuidadosos, y realmente cuidar lo que hacen, para que no olviden las cosas que han visto. Téngalas en cuenta mientras vivan. Enséñenselas a sus hijos y nietos.
En mi mente siempre está el recuerdo de tu fe sincera en Dios, la misma fe que tenían tu abuela Loida y tu madre Eunice, y sé que esa misma fe sigue viva en ti.