David se dijo: “Mi hijo Salomón es todavía joven e inexperto, y la casa que va a construir para el Señor debe ser realmente magnífica, famosa y gloriosa en todo el mundo. Tengo que empezar a prepararla”. Así que David se aseguró de tener listos muchos materiales de construcción antes de morir.
Entonces el rey David dijo a todos los allí reunidos: “Mi hijo Salomón, elegido sólo por Dios, es joven e inexperto, y el trabajo a realizar es grande porque este Templo no será para el hombre, sino para el Señor Dios.
Yo enviaré un espíritu de gracia y oración en la casa de David y sobe los habitantes de Jerusalén. Ellos mirarán al que han atravesado, y se lamentarán sobre él, como quien guarda luto por su único hijo, llorando amargamente por su romogénito.