Pero Eliseo le dijo: “¿No te vi en mi mente cuando el hombre bajó de su carro para recibirte? ¿Es éste el momento de tomar dinero, ropa, olivares, viñedos, ovejas, bueyes, siervos y siervas?
“No es ninguno de nosotros, mi señor el rey”, respondió uno de sus oficiales. “Es Eliseo, el profeta que vive en Israel; él le dice al rey de Israel hasta lo que tú dices en tu habitación”.
“¿Qué cosas?” preguntó Jesús. “Sobre Jesús de Nazaret”, respondieron ellos, “Él era un profeta que hablaba con gran poder y realizó grandes milagros ante Dios y todo el pueblo.
Todos los que estaban allí quedaron impresionados y alababan a Dios, diciendo: “Se ha levantado entre nosotros un gran profeta”, y “Dios ha visitado a su pueblo”.
Cuando el Fariseo que había invitado a Jesús vio esto, pensó: “Si este hombre realmente fuera un profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando, y qué clase de persona fue. ¡Sabría que ella es una pecadora!”
Entonces siguieron interrogando al hombre: “Ya que fueron tus ojos los que él abrió, ¿cuál es tu opinión acerca de él?” preguntaron ellos. “Sin duda, él es un profeta”, respondió el hombre.