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Marcos 3:17 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

17 Santiago y Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa hijos del trueno);

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Biblia Reina Valera 1960

17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Santiago y Juan (los hijos de Zebedeo, a quienes Jesús apodó «hijos del trueno»),

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 A Jacobo, el de Zebedeo, y a Juan, el hermano de Jacobo, también les puso por sobrenombre Boanerges (esto es, hijos del trueno);

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Santiago, el de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

17 a Jacobo, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Jacobo, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que es, Hijos del trueno;

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Marcos 3:17
16 Tagairtí Cros  

Más adelante Jesús vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban con su padre en una barca remendando las redes; y también los llamó.


Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le pidieron un favor.


Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo acompañaran; y empezó a sentir mucho miedo, y una angustia muy profunda;


Y los doce designados fueron: Simón (a quien llamó Pedro);


Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el zelote,


Y no dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, hermano de Santiago.


Después de seis días, Jesús llamó a Pedro, a Santiago y a Juan y se los llevó a una montaña alta, y estando solo con ellos, fue transfigurado delante de ellos.


Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: – Señor, ¿quieres que le pidamos a Dios que mande fuego del cielo y destruya a estos samaritanos?


Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y dos discípulos más.


En aquel tiempo, el rey Herodes Agripa I persiguió a algunos cristianos de la Iglesia.


Porque la palabra de Dios es viva, eficaz, poderosa y es más cortante que una espada de dos filos, que penetra con tanta profundidad que llega hasta la división del alma y del espíritu, articulaciones y médula, e incluso juzga los pensamientos e intenciones del corazón.


Entonces me dijeron: “Tienes que profetizar nuevamente sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.


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