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Juan 6:51 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; el pan que yo daré es mi carne, servirá para darle vida plena al mundo.

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Biblia Reina Valera 1960

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Y ciertamente, el pan que Yo daré por la vida del mundo es mi carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: quien coma de este pan vivirá eternamente; pues el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

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Juan 6:51
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así como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y entregar su vida para rescatar a muchos.


Tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: – Este es mi cuerpo que es entregado por ustedes, hagan esto en memoria de mí.


Y la Palabra de vida se encarnó y plantó su tabernáculo en nosotros, y hemos contemplado su gloria, la gloria del Unigénito que procede del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!;


Y todo aquel que vive y cree en mí, de ninguna manera morirá para siempre, ¿tú crees en esto?


Nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, y este es el Hijo del hombre.


Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre,


En efecto, de tal manera amó Dios al mundo, con amor sacrificial, que entregó a su Hijo, el Unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.


El que cree en su Hijo tiene vida eterna; pero el que no cree en su Hijo no verá la plenitud de vida, por el contrario, la ira de Dios caerá sobre él.


De cierto, de cierto les digo, el que escucha mi Palabra y cree en el Padre que me envió, tiene vida eterna, y no vivirá el juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida.


Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida plena al mundo.


Declaró Jesús: – Yo soy el pan de vida; el que viene a mí de ninguna forma tendrá hambre, y el que cree en mí, nunca más tendrá sed.


Entonces murmuraban los judíos por lo que Él dijo: “Yo soy el pan que bajó del cielo”.


De cierto, de cierto les digo: el que cree, tiene vida eterna.


Aquí está el pan que baja del cielo, para que todo aquel que lo coma, no muera.


El que crea en mí, como dicen las Escrituras Sagradas: “Ríos de agua viva fluirán y correrán de su interior”.


Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta sus pecados, y nos dio la tarea de anunciar a todos el mensaje de la reconciliación.


Cristo no conoció el pecado, pero a favor de nosotros se hizo pecado, para que nosotros tuviéramos nuestra identidad justificada delante de Dios.


y caminen en el amor sacrificial, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo en beneficio de nosotros, como ofrenda y sacrificio para Dios, como un olor agradable.


Los esposos, amen sacrificialmente a sus esposas, así como Cristo amó a su iglesia y entregó su vida por ella,


quien se entregó a sí mismo por nosotros, a fin de redimirnos y limpiarnos de nuestros pecados, y convertirnos en un pueblo santo para Él, un pueblo que practica las buenas obras.


Él abrió un camino nuevo para nosotros a través del velo; Él mismo es ese camino nuevo y vivo, esto es, lo abrió ofreciendo su propio cuerpo como sacrificio,


Acercándose íntimamente a Cristo, que es piedra viva desechada por los hombres, pero ante Dios, Cristo es la piedra escogida y la más hermosa.


Él perdona nuestros pecados, no solamente los nuestros, sino los pecados del mundo entero.


En esto consiste el amor sacrificial: no fuimos nosotros los que amamos sacrificialmente a Dios, sino que Él nos amó con el sacrificio de la encarnación y de la cruz por medio de Jesucristo y lo envió al mundo para liberarnos de nuestros pecados.


Nosotros hemos contemplado y testificamos con nuestras vidas que el Padre ha enviado a su Hijo como el Salvador del mundo.


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