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Lucas 24:39 - Nueva Biblia Española (1975)

39 Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Tóquenme, miren, un fantasma no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Ved mis manos y mis pies, que Yo mismo soy; palpadme y ved, pues un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que Yo tengo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39-40 Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y vedme, porque un espíritu no tiene carne y huesos, como estáis viendo que los tengo yo '.

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Lucas 24:39
12 Tagairtí Cros  

y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio.


Ellos cayeron rostro en tierra y oraron: Dios, Dios de los espíritus de todos los vivientes, uno solo ha pecado, ¿y vas a irritarte contra todos?


La cortina del santuario se rasgó por medio.


El les dijo: ¿Por qué están asustados? ¿Por qué les vienen esas dudas?


Dicho esto les mostró las manos y los pies.


Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Se alegraron mucho los discípulos de ver al Señor.


Los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor en persona. Pero él les dijo: Como no vea en sus manos la señal de los clavos y, además, no meta mi dedo en la señal de los clavos y meta mi mano en su costado, no creo.


Luego se dirigió a Tomás: Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.


Fue a ellos a quienes se presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, dejándose ver de ellos durante cuarenta días, les habló del reinado de Dios.


Que el Dios de la paz los consagre él mismo íntegramente y que su entera persona, alma y cuerpo, se conserve sin mancha para la venida de nuestro Señor, Jesús Mesías.


Más aún, tuvimos por educadores a nuestros padres carnales y los respetábamos. ¿No nos sujetaremos con mayor razón al Padre de nuestro espíritu para tener vida?


Lo que existía desde el principio, lo que oímos, lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos -hablamos de la Palabra, que es la vida,


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