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Génesis 44:16 - Nueva Biblia Española (1975)

16 Judá le contestó: ¿Qué podemos responder a nuestro señor? ¿Cómo probar nuestra inocencia? Dios ha descubierto la culpa de tus siervos. Esclavos somos de nuestro señor, lo mismo que aquel en cuyo poder se encontró la copa.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 —Oh, mi señor —contestó Judá—, ¿qué podemos responderle? ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos está castigando por nuestros pecados. Mi señor, todos hemos regresado para ser sus esclavos, todos nosotros, y no solo nuestro hermano que tenía la copa en su costal.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Contestó Judá: '¿Qué podemos decir a mi señor, y cómo podemos justificarnos? Dios ha descubierto alguna falta en tus servidores. En adelante seremos esclavos de mi señor, junto con aquél en cuyo poder se encontró la copa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿Cómo nos justificaremos? ’Elohim ha descubierto la iniquidad de tus siervos. He aquí, somos esclavos de mi señor, nosotros, y también aquél en cuya mano fue hallada la copa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Contestó Judá: '¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Cómo le hablaremos para poder justificarnos? Es Dios quien manifiesta la culpa de tus siervos. Seremos, pues, esclavos de mi señor, nosotros y también aquél en cuyo poder fue hallada la copa'.

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Génesis 44:16
25 Tagairtí Cros  

Estábamos atando gavillas en el campo; mi gavilla se levantaba y se tenía derecha y las gavillas de ustedes la rodeaban y se postraban ante ella.


Tuvo José otro sueño y se lo contó a sus hermanos: He tenido otro sueño: El sol y la luna y once estrellas se postraban ante mí.


Respondió José: Lejos de mí obrar de tal manera. Aquel en cuyo poder se encontró la copa será mi esclavo, los demás volverán en paz a casa de su padre.


Además, tu siervo ha salido fiador por el muchacho ante mi padre, jurando: 'Si no te lo traigo, rompes conmigo para siempre'.


Si se la encuentras a uno de tus siervos, que muera, y nosotros seremos esclavos de nuestro señor.


Entonces la mujer dijo a Elías: ¡No quiero nada contigo, profeta! ¿Has venido a mi casa a recordar mis culpas y matarme a mi hijo?


Y ahora, Dios nuestro, ¿qué podemos decir después de todo esto? Hemos abandonado los preceptos


Señor, Dios de Israel, este resto que hoy sigue con vida demuestra que eres justo. Nos presentamos ante ti como reos, pues después de lo ocurrido no podemos enfrentarnos contigo.


Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano;


A quien absuelve al culpable y a quien condena al inocente, a los dos los aborrece el Señor.


El culpable de asesinato corre a la fosa sin que nadie lo sujete.


Con esto se expiará la culpa de Jacob, y éste será el fruto de alejar su pecado: dejar las piedras de los altares como, piedra caliza triturada y no erigir estelas ni cipos.


Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sean jueces entre mí y mi viña.


Tú, Señor, eres justo, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti.


Pero si no obran así, pecarán contra el Señor, y sepan que su pecado será castigado.


porque los van a juzgar como juzguen ustedes, y la medida que ustedes usen la usarán con ustedes.


Pero nada hay encubierto que no deba descubrirse, ni nada escondido que no deba saberse,


Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?


Cuando dos hombres tengan un pleito, vayan a juicio y los juzgues, absolviendo al inocente y condenando al culpable;


Pero los israelitas cometieron un pecado con lo consagrado. Porque Acán, hijo de Carmí, de Zabdí, de Zéraj, de la tribu de Judá, robo de lo consagrado. Y el Señor se encolerizó contra Israel.


Se fue acercando la familia de Zabdí por individuos, y la suerte cayó en Acán, hijo de Carmí, de Zabdi, de Zéraj, de la tribu de Judá.


Adonisedec comentó: Setenta reyes, amputados los pulgares de manos y pies, recogían las migajas que caían de mi mesa. Dios me paga mi merecido. Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.


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