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Génesis 16:5 - Nueva Biblia Española (1975)

5 Entonces Saray dijo a Abrán: Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me pierde el respeto. Sea el Señor nuestro juez.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Entonces Sarai le dijo a Abram: —¡Todo esto es culpa tuya! Puse a mi sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con desprecio. El Señor mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 quien dijo a Abram: 'Que esta ofensa recaiga sobre ti. Yo te entregué a mi esclava por mujer, y cuando se ve embarazada, ya no cuento nada para ella. Juzgue Yavé entre tú y yo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Entonces dijo Saray a Abram: ¡Mi afrenta sea sobre ti! Yo misma puse a mi sierva a tu disposición,° y al ver que está encinta me mira con desprecio. Juzgue YHVH entre yo y tú.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Dijo entonces Saray a Abrán: 'Recaiga sobre ti la afrenta que se me ha hecho. Fui yo la que puse a mi esclava en tu seno; pero al verse ella encinta, me mira con desprecio. Juzgue Yahveh entre tú y yo'.

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Génesis 16:5
12 Tagairtí Cros  

El se llegó a Hagar y ella concibió. Y al verse encinta le perdió el respeto a su señora.


El Dios de Abrahán y el Dios de Najor (Dios de sus padres) será nuestro juez.


El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: ¡Que el Señor juzgue y sentencie!


despierta, levántate, Dios mío; Señor mío, defiende mi causa.


Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente desleal, sálvame del hombre traidor y malvado.


Que te rodee la asamblea de las naciones,


les dijeron: El Señor los examine y los juzgue a ustedes. Nos han hecho odiosos al Faraón y a su corte, le han puesto en la mano una espada para que nos mate.


recaiga sobre Babilonia mi carne violentada -dice la población de Sión-, recaiga mi sangre sobre los caldeos -dice Jerusalén-.


Así que yo no te he faltado. Eres tú quien me ofende declarándome la guerra. ¡Que el Señor sentencie hoy como juez entre israelitas y amonitas!


Cuando David terminó de decir esto a Saúl, Saúl exclamó: Pero ¿es ésta tu voz, David, hijo mío? Luego levantó la voz llorando,


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