Isaías 33 - Biblia Martin Nieto1 ¡Ay de ti, devastador, que no has sido devastado; ay de ti, saqueador, que aún no has sido saqueado! Cuando termines de devastar, serás tú devastado; cuando termines de saquear, serás saqueado. 2 ¡Señor, ten piedad de nosotros, que esperamos en ti! Sé nuestra fuerza a la mañana, nuestra salud en tiempo de aflicción. 3 A la voz de tu amenaza huyen los pueblos; al levantarte tú, se dispersan las naciones. 4 Se hace botín como lo hacen los grillos, saltan sobre él como saltan las langostas. 5 Excelso es el Señor; en las alturas mora, y llena a Sión de derecho y justicia. 6 Tu permanencia es sólida. Riquezas salvadoras son sabiduría y ciencia; el temor del Señor será tu tesoro. 7 Mirad, los héroes gritan fuera, los mensajeros de paz lloran amargamente. 8 Desiertos están los caminos, ya no pasan caminantes; se ha roto la alianza y se han despreciado los testimonios; no se hace caso de nadie. 9 La tierra está de luto, languidece; avergonzado el Líbano, se amustia; el Sarón se parece a nuestra estepa, el Basán y el Carmelo están pelados. 10 'Ahora me alzaré yo, dice el Señor; ahora surgiré y me erguiré. 11 Heno habéis concebido, paja daréis a luz; mi soplo es un fuego que os devora. 12 Los pueblos quedarán hechos cenizas como espinos cortados, abrasados por el fuego. 13 Los que estáis lejos, oíd lo que yo hago; los que estáis cerca, conoced mi poder'. 14 Se estremecen en Sión los pecadores, el terror invade a los criminales. ¿Quién de nosotros podrá resistir ante el fuego abrasador; quién resistirá estas llamas eternas? 15 El que camina en la justicia y habla rectamente, el que rechaza una ganancia arrancada a la fuerza, el que sacude su mano para no aceptar soborno, tapa sus oídos para no oír intrigas de sangre y cierra sus ojos para no ver el mal: 16 ése morará en lugar excelso, ciudadela escarpada será su refugio, tendrá pan y no le faltará agua. 17 Tus ojos contemplarán al rey en su belleza, verán un inmenso país. 18 Tu corazón recordará los días de terror: '¿Dónde está el que hacía cuentas, dónde el que pesaba el dinero, dónde el que contaba las torres?'. 19 Al pueblo insolente no le verás más; al pueblo de lengua oscura, incomprensible, de lenguaje impenetrable, ininteligible. 20 Contempla a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, como mansión segura, tienda que no se arranca; no se moverán jamás sus estacas, ni se romperá ninguna de sus cuerdas. 21 Porque el Señor está aquí para nosotros en su gloria, junto a ríos y canales anchurosos, por donde no pasa ningún barco de remos, ni circula ninguna nave poderosa; 22 se han aflojado sus amarras, no sostienen ya el mástil, ni ondean las enseñas. 23 Pues el Señor es nuestro juez, nuestro caudillo; el Señor es nuestro rey y nuestro salvador. Entonces se repartirá un enorme botín, y hasta los cojos se darán al saqueo. 24 No habrá habitante que diga: 'Estoy enfermo'; y el pueblo que vive en Jerusalén será perdonado de sus culpas. |
Evaristo Martín Nieto©