Sí, Dios, y no ustedes, fue el que me envió a Egipto. Dios me puso por consejero del faraón y por administrador de toda la nación, gobernador de toda la tierra de Egipto.
Proverbios 11:11 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 La bendición de los justos hace prosperar la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; Mas por la boca de los impíos será trastornada. Biblia Nueva Traducción Viviente Los ciudadanos íntegros son de beneficio para la ciudad y la hacen prosperar, pero las palabras de los perversos la destruyen. Biblia Católica (Latinoamericana) La ciudad prosperará mientras los justos la bendigan; su ruina se deberá a las intrigas de los malvados. La Biblia Textual 3a Edicion Con la bendición de los rectos la ciudad prospera, Pero la boca de los impíos la arruina. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Por la bendición de los rectos prospera la ciudad, por la boca de los malvados se hunde. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Por la bendición de los rectos la ciudad es engrandecida; mas por la boca de los impíos es trastornada. |
Sí, Dios, y no ustedes, fue el que me envió a Egipto. Dios me puso por consejero del faraón y por administrador de toda la nación, gobernador de toda la tierra de Egipto.
Allí en Guilgal se hallaba un hombre perverso llamado Sabá hijo de Bicrí, de la tribu de Benjamín. Este tocó la trompeta y comenzó a gritar: «¡No tenemos nada que ver con David! ¡Nada ganamos con seguir al hijo de Isaí! ¡Israelitas, váyanse a sus casas!».
Cuando el justo prospera, la ciudad entera se alegra; cuando el malvado muere, la ciudad grita de alegría.
El imprudente desprecia a su prójimo, pero el prudente guarda silencio.
La justicia engrandece a una nación, pero el pecado es una vergüenza para cualquier pueblo.
Cuando hay rebelión en un país se multiplican sus dirigentes; pero el gobernante con sabiduría y entendimiento mantiene el orden.
Los alborotadores agitan toda la ciudad mientras que los sabios calman la ira.
Había en la ciudad un sabio muy pobre, que sabía lo que debía hacerse para salvar la ciudad, y eso la libró. Pero después nadie se acordó más de él.
La lengua es como un fuego, un mundo de maldad. Es uno de nuestros órganos y contamina todo el cuerpo; y encendida por el infierno, prende fuego a todo el curso de la vida.