Pero al malvado dice Dios: No recites más las leyes mías y deja de fingir que me obedeces,
Lucas 4:35 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Jesús le replicó: ―¡Cállate! ¡Sal de ese hombre! Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero Jesús lo reprendió: «¡Cállate! —le ordenó—. ¡Sal de este hombre!». En ese mismo momento, el demonio arrojó al hombre al suelo mientras la multitud miraba; luego salió de él sin hacerle más daño. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús amenazó al demonio, ordenándole: 'Cállate y sal de ese hombre. El demonio lo arrojó al suelo, pero luego salió de él sin hacerle daño alguno. La Biblia Textual 3a Edicion Y Jesús le ordenó, diciendo: ¡Enmudece, y sal de él! Y arrojándolo en medio, el demonio salió de él sin estropearlo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero Jesús le increpó: 'Enmudece y sal de este hombre'. Entonces el demonio, echándolo por tierra delante de ellos, salió de él, sin haberle causado daño alguno. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Jesús le reprendió, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de él, y no le hizo daño alguno. |
Pero al malvado dice Dios: No recites más las leyes mías y deja de fingir que me obedeces,
El ángel del Señor le dijo a Satanás: «¡Que el Señor te condene a ti, Satanás! ¡Sí, que el Señor, que ha escogido a Jerusalén, te condene! ¿Acaso no ves que a este hombre lo ha librado el Señor del castigo?».
Jesús reprendió al demonio que estaba en el muchacho, y el demonio salió. Desde aquel instante el muchacho quedó bien.
―Hombres de poca fe, ¿a qué viene tanto miedo? —les respondió. Entonces, se puso de pie, reprendió al viento y a las olas, y la tormenta cesó y todo quedó en calma.
El espíritu inmundo sacudió con violencia al hombre y salió de él dando un gran alarido.
Jesús se levantó, reprendió a los vientos y dijo a las olas: ―¡Silencio! ¡Cálmense! Los vientos cesaron y todo quedó en calma,
El espíritu gritó, sacudió violentamente al muchacho, y salió de él. El muchacho quedó inmóvil como si estuviera muerto. Por eso, muchos decían: ―¡Está muerto!
Pero si llega otro más fuerte que él y lo vence, le quitará las armas en que confía y repartirá todo lo que le quitó.
Jesús les dijo: ―Sin duda ustedes me dirán ese refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. Haz aquí, en tu propia tierra, lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”.
Él se inclinó sobre ella y ordenó que la fiebre se le quitara, y se le quitó. Ella en seguida se levantó y comenzó a servirles.
También de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que era el Cristo.
Los discípulos fueron a despertar a Jesús y lo llamaron a gritos: ―¡Maestro, Maestro, nos estamos hundiendo! Él se levantó y ordenó al viento y a las olas que se calmaran. La tormenta se detuvo y todo quedó tranquilo.
Un espíritu se apodera de él y, de repente, hace gritar al muchacho. También lo sacude con violencia y hace que eche espuma por la boca. Cuando por fin lo suelta, lo deja todo lastimado.
Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo derribó e hizo que temblara con violencia. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre.
¡Regocíjense, oh cielos! ¡Regocíjense, habitantes de los cielos! ¡Pero pobres de ustedes, habitantes de la tierra y del mar, porque el diablo ha bajado rabiando de furia por el poco tiempo que le queda!».