Eliseo regresó a Guilgal. Había hambre en la tierra. Un día, mientras enseñaba a los jóvenes profetas, le dijo a Guiezi: ―Haz un guiso para que cenen estos hombres.
Lucas 10:39 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Ella tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor a escucharlo. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Biblia Nueva Traducción Viviente Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas, Biblia Católica (Latinoamericana) Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. La Biblia Textual 3a Edicion Y ésta tenía una hermana llamada Miriam,° la cual,° sentada a los pies del Señor, oía su palabra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Tenía ella una hermana, llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. |
Eliseo regresó a Guilgal. Había hambre en la tierra. Un día, mientras enseñaba a los jóvenes profetas, le dijo a Guiezi: ―Haz un guiso para que cenen estos hombres.
¡Dichoso el hombre que me escucha, que me espera día tras día atentamente a las puertas de mi casa!
Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la va a quitar.
Después de tres días, lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
La gente salió a ver lo que había pasado. Al llegar, encontraron a Jesús y, sentado a sus pies, al hombre del que habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, se llenaron de miedo.
Un hombre llamado Lázaro, estaba enfermo. Era del pueblo de Betania, como también sus hermanas María y Marta.
Por eso muchos judíos habían ido a casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano.
Entonces, María tomó un frasco como de medio litro de perfume de nardo puro, que era muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
«Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me crie en esta ciudad. Gamaliel fue mi maestro y él me enseñó la ley de nuestros antepasados. Me esforcé porque se honrara a Dios como lo hace cualquiera de ustedes hoy día.
¡Cuánto ama a su pueblo! Sus santos están en sus manos. Ellos siguieron tus pasos, oh Señor; recibieron sus instrucciones de ti.