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Lucas 10:39 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

39 Ella tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor a escucharlo.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Y ésta tenía una hermana llamada Miriam,° la cual,° sentada a los pies del Señor, oía su palabra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Tenía ella una hermana, llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

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Lucas 10:39
11 Tagairtí Cros  

Eliseo regresó a Guilgal. Había hambre en la tierra. Un día, mientras enseñaba a los jóvenes profetas, le dijo a Guiezi: ―Haz un guiso para que cenen estos hombres.


¡Dichoso el hombre que me escucha, que me espera día tras día atentamente a las puertas de mi casa!


Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la va a quitar.


Después de tres días, lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


La gente salió a ver lo que había pasado. Al llegar, encontraron a Jesús y, sentado a sus pies, al hombre del que habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, se llenaron de miedo.


Un hombre llamado Lázaro, estaba enfermo. Era del pueblo de Betania, como también sus hermanas María y Marta.


Por eso muchos judíos habían ido a casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano.


Entonces, María tomó un frasco como de medio litro de perfume de nardo puro, que era muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.


«Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me crie en esta ciudad. Gamaliel fue mi maestro y él me enseñó la ley de nuestros antepasados. Me esforcé porque se honrara a Dios como lo hace cualquiera de ustedes hoy día.


¡Cuánto ama a su pueblo! Sus santos están en sus manos. Ellos siguieron tus pasos, oh Señor; recibieron sus instrucciones de ti.


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