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Jueces 8:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón: ―Hazlo tú mismo; preferimos que nos mate un hombre. Entonces Gedeón los mató y sacó los adornos de los cuellos de sus camellos.

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Biblia Reina Valera 1960

Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón: —¡Sé hombre! ¡Mátanos tú mismo! Entonces Gedeón los mató a los dos y tomó los adornos reales que sus camellos llevaban en el cuello.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces Zebaj y Salmuna le dijeron: '¡Ven tu mismo y mátanos! A ver si eres hombre y te atreves'. Gedeón mató a Zebaj y Salmuna y tomó los adornos en forma de media luna que tenían sus camellos en el cogote.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: ¡Levántate tú y arremete contra nosotros, pues como es el varón, tal es su valentía! Y Gedeón se levantó y mató a Zeba y a Zalmuna, y tomó las lunetas que sus camellos traían al cuello.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Dijéronle entonces Zébaj y Salmuná: 'Ven y hiérenos tú, porque como es el hombre, así es su valor'. Se levantó, pues, Gedeón y mató a Zébaj y Salmuná; luego tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces dijo Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.

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Jueces 8:21
13 Tagairtí Cros  

¡Oh Dios, no te quedes silencioso e inactivo!


Haz que sus poderosos nobles mueran como Oreb y Zeb; que mueran todos sus príncipes como Zeba y Zalmuna,


quienes dijeron: «Vamos a adueñarnos de estas praderas de Dios».


No se oirá más el orgulloso tintineo al paso de ellas, porque el Señor las desnudará de su belleza artificiosa y sus adornos,


Dicho esto, clavó su espada en cada uno de los reyes y los mató. Luego los colgó en cinco árboles hasta la tarde.


En aquellos días, las personas tratarán de matarse, pero no se les concederá la muerte. Ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.


―Hemos venido a capturarte y entregarte a los filisteos —dijeron los hombres de Judá. ―Muy bien —dijo Sansón—, pero prométanme que no me matarán ustedes. ―No —le respondieron—, no haremos tal cosa. Lo ataron con dos cuerdas nuevas y se lo llevaron.


Volviéndose a Jéter su hijo mayor, le dio orden de matarlos. El muchacho, que era casi un niño, tuvo miedo.


Más tarde los hombres de Israel le dijeron a Gedeón: ―Sé nuestro rey. Tú, tus descendientes y todos tus hijos reinen sobre nosotros, por cuanto nos has salvado de Madián.


El valor se estimó en unos veinte kilos de oro sin contar las lunetas y pendientes, las ropas reales, ni las cadenas tomadas de los cuellos de los camellos.


«Mátame —le pidió a su escudero—. Que nunca se diga que una mujer mató a Abimélec». El joven lo atravesó con su espada, y murió.


Luego los arqueros alcanzaron a Saúl y le hirieron gravemente.


Cuando el escudero vio que estaba muerto, él también se arrojó sobre su espada y murió junto a él.