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Jueces 9:54 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

54 «Mátame —le pidió a su escudero—. Que nunca se diga que una mujer mató a Abimélec». El joven lo atravesó con su espada, y murió.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

54 Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

54 Enseguida él le dijo a su joven escudero: «¡Saca tu espada y mátame! ¡Que no se diga que una mujer mató a Abimelec!». Así que el joven lo atravesó con su espada, y él murió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

54 Inmediatamente llamó a su escudero y le dijo: '¡Saca tu espada y mátame! No quiero que digan de mí: Lo mató una mujer'. Su escudero entonces lo traspasó y murió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

54 Él llamó apresuradamente a su joven escudero, y le dijo: Desenvaina tu espada y mátame, para que no se diga de mí: ¡Una mujer lo mató! Y el muchacho lo traspasó y murió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

54 Él llamó de inmediato a su joven escudero y le dijo: 'Saca tu espada y remátame, para que nadie diga de mí: 'Una mujer lo ha matado''. Su escudero lo traspasó, y él murió.

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Jueces 9:54
17 Tagairtí Cros  

Así que me acerqué y lo maté, pues vi que no le quedaba ninguna esperanza de vida. Tomé luego su corona y uno de sus brazaletes para traérselos a usted, señor mío.


Cuando él me vio me pidió que me acercara.


Entonces me dijo en tono suplicante: “Ven y pon fin a mi angustia, pues estoy sufriendo terriblemente y no acabo de morir”.


Entonces Saúl le gritó a su escudero: «Pronto, mátame con tu espada antes que estos incircuncisos me tomen prisionero, se burlen de mí y me torturen». Como el escudero se sentía atemorizado de hacerlo, Saúl tomó su propia espada, se dejó caer sobre ella, y murió.


Entonces su escudero, viendo que Saúl estaba muerto, se mató de la misma manera.


―Muy bien —contestó ella—, iré contigo, pero te advierto que el honor de vencer a Sísara será de una mujer y no tuyo. Entonces ella fue con él a Cedes.


Cuando sus hombres vieron que estaba muerto, se desbandaron y regresaron a sus hogares.


Entonces le gritaron a Jonatán y a su escudero: ―Vengan acá pues queremos decirles algo. ―Ven, sígueme —dijo Jonatán a su escudero—, porque el Señor nos ayudará a derrotarlos.


Subieron afirmándose con las manos y rodillas. Y a los filisteos que caían delante de Jonatán, el escudero los remataba.


Murieron en total veinte hombres en ese primer ataque, y sus cuerpos quedaron esparcidos en un espacio como de la mitad de un surco.


«Averígüenme quién no está aquí» —ordenó Saúl. Al pasar lista descubrieron que Jonatán y su escudero no estaban.


―Bien —contestó el joven—. Haz lo que creas conveniente. Cuenta conmigo en cualquier cosa que decidas hacer.


Desde el instante en que vio a David, Saúl se encariñó con él y lo hizo su escudero,


Así es que Saúl, su escudero, sus tres hijos y muchos de sus soldados murieron el mismo día.


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