El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero ellos no le hicieron caso.
Jeremías 22:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando todo te iba bien te lo advertí, pero tú respondiste: «No me molestes». Así fuiste desde tu niñez; ¡de plano te niegas a escuchar! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Te he hablado en tus prosperidades, mas dijiste: No oiré. Este fue tu camino desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. Biblia Nueva Traducción Viviente Te lo advertí cuando eras próspero, pero respondiste: “¡No me fastidies!”. Has sido así desde tu niñez; ¡nunca me obedeces! Biblia Católica (Latinoamericana) Te hablé cuando te sonreía la fortuna y dijiste: 'No tengo ganas de oír. Te has acostumbrado desde tu juventud a no escuchar mi voz. La Biblia Textual 3a Edicion En tu gran prosperidad te hablé, Pero dijiste: No escucharé. Éste ha sido tu camino desde tu juventud: Nunca escuchaste mi voz. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Te hablé cuando vivías tranquila. Dijiste: 'No quiero oír'. Éste es tu proceder desde tu juventud: nunca has escuchado mi voz. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Te hablé en tu prosperidad; pero dijiste: No oiré. Este ha sido tu proceder desde tu juventud, que nunca oíste mi voz. |
El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero ellos no le hicieron caso.
Desde mi juventud mis enemigos me han perseguido —que lo repita ahora Israel—
Porque si tengo mucho, quizá te desconozca y diga: ¿Quién es el Señor? Y si tengo poco, quizá robe y deshonre así tu santo nombre.
Sí, les voy a decir cosas totalmente nuevas, pues bien sé lo traidores que son, rebeldes desde la más tierna infancia, podridos por completo.
Este pueblo perverso se niega a escucharme, va en pos de sus malos deseos y adora ídolos; por lo tanto llegará a ser como ese cinturón: inservible.
El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: ¡Sobre esta ciudad y sus pueblos aledaños traeré todo el mal que he anunciado, porque ciertamente se han negado a escuchar el consejo del Señor!
¿Por qué no dejas al estéril correr tras otros dioses? Sabes que el Señor te provee para tus necesidades, pero tú dices: «No malgastes palabras. ¡Estoy enamorada de estos extranjeros y no puedo dejar de amarlos ahora!».
Oh pueblo mío, dime: ¿He sido acaso injusto con Israel? ¿He sido para ellos como tierra mala y egoísta? ¿Por qué entonces dice mi pueblo: «Por fin nos vemos libres de Dios, jamás volveremos a tener nada con él?».
Durante mucho tiempo el Señor les ha enviado sus profetas, pero ustedes se han negado a oír.
Pero no quieren escuchar; tercos, me han enfurecido con sus ídolos. Así se han hecho merecedores de todo el mal que se les ha venido encima.
Y ahora el Señor de los ejércitos dice: Como no me han escuchado, reuniré todos los ejércitos del norte al mando de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a quien he nombrado mi representante, y los traeré a todos contra este país y su pueblo y contra las demás naciones cercanas a ustedes. Los destruiré totalmente y los convertiré en refrán burlesco para siempre.
Desde nuestra niñez hemos visto cuanto nuestros antepasados tenían (rebaños, ganado, hijos e hijas) derrochado en sacerdotes e ídolos, y ahora vemos que por causa de la idolatría lo hemos perdido todo.
Aceptemos nuestra vergüenza y deshonra, que desde nuestra niñez nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios, y que no le hemos obedecido».
Porque Israel y Judá no han hecho sino lo malo desde su más tierna infancia; me han enfurecido con todas sus malas acciones.
Les he enviado profeta tras profeta a decirles que se vuelvan de sus malas conductas y dejen de rendir homenaje a otros dioses, y que si obedecían yo los dejaría vivir aquí en paz en la tierra que di a ustedes y a sus antepasados. Pero no quisieron oír ni obedecer.
Desde su más temprana historia, Moab ha vivido en su lugar, libre de toda invasión. Es como vino que no ha sido trasvasado y conserva su fragancia y suavidad. ¡Pero ahora será derramado en el destierro!
El Señor les dio el mejor consejo: Pregunten dónde está el buen camino, las instrucciones justas en las que antes se orientaban, y vuelvan a vivir conforme a ellas. ¡Ya verán lo bien que se sentirán por ello! Pero responden: «¡No, estamos bien así!».
»Pero Israel se rebeló contra mí, allí en el desierto rechazaron mis instrucciones. No quisieron obedecer mis reglas, aunque el obedecerlas significara vivir con seguridad y por largo tiempo. Y tampoco respetaron los días sábados. Entonces pensé: “Descargaré mi cólera sobre ellos y los haré morir en el desierto”.
»Pero sus hijos también se rebelaron contra mí. Ellos rechazaron mis instrucciones, los mandamientos que, de ser obedecidos, aseguran para ustedes una vida larga y próspera. Pero no, se comportaron los sábados como cualquier otro día. Así, pues, dije: “¡Ahora por fin descargaré mi cólera sobre ustedes en el desierto!”.
Pero ellos se pusieron tercos contra mí y no quisieron seguir mis órdenes. No se deshicieron de sus ídolos ni abandonaron los dioses de Egipto. Entonces pensé: “Yo descargaré mi cólera contra ellos mientras aún estén en Egipto”.
En su soberbia no quiere oír la voz de Dios. Nadie puede decirle nada; rechaza toda corrección. Ella ya no confía en el Señor, ni busca ser fiel a su Dios.
Hace muchos años, cuando Jerusalén y las ciudades vecinas estaban llenas de gente y tenían paz, cuando también el desierto del Néguev y los valles del oeste estaban poblados, los antiguos profetas les advirtieron que esta actitud los conduciría a la ruina, como efectivamente ocurrió.
«Porque sé que ustedes son un pueblo rebelde y obstinado —dijo Moisés—. Si aun hoy, mientras todavía estoy con ustedes, se rebelan contra el Señor, cuánto más rebeldes serán después de mi muerte.
Ustedes han sido rebeldes contra el Señor su Dios desde el primer día que los conocí.
»No lo olvides, más bien recuerda las muchas veces que hiciste enojar al Señor tu Dios en el desierto. Esto lo hiciste, una y otra vez, desde el día que te sacó de Egipto hasta ahora. Todo este tiempo te has rebelado continuamente contra Dios.