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Sofonías 3:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

2 En su soberbia no quiere oír la voz de Dios. Nadie puede decirle nada; rechaza toda corrección. Ella ya no confía en el Señor, ni busca ser fiel a su Dios.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

2 No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Nadie puede decirle nada; rechaza toda corrección. No confía en el Señor ni se acerca a su Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 No ha escuchado el llamado, no ha aceptado la corrección, no ha puesto su confianza en Yavé ni se ha acercado a su Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 No escucha la voz ni recibe el consejo, no confía en YHVH ni se acerca a su Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 No escuchó la voz, no aceptó la corrección; no confío en Yahveh, no se acercó a su Dios.

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Sofonías 3:2
30 Tagairtí Cros  

»Pero a pesar de todo esto, fueron desobedientes y se rebelaron contra ti. Dejaron tu ley, dieron muerte a los profetas que les exhortaban a volver a ti, e hicieron muchas otras cosas abominables.


Estos malvados, tan orgullosos y altivos, parecen creer que Dios ha muerto. ¡No se les ocurre siquiera buscarlo!


pues has rechazado mi disciplina, y menospreciado mis leyes.


En cuanto a mí, me acerco a él lo más que puedo. He elegido al Dios soberano como mi refugio, y a todos contaré las maravillas que él hace.


Porque no creían en Dios ni confiaban en que él cuidaría de ellos.


Lo primero que hay que hacer para empezar a ser sabios, es honrar al Señor. Sólo los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.


Y dirás: «¡Cómo pude despreciar la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón rechazar los consejos!


Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar.


Y entonces el Señor dice: Puesto que este pueblo dice que me pertenece pero no me obedece, y puesto que su adoración se limita a palabras y repeticiones de fórmulas de memoria,


¡Ay de quienes corren a Egipto en busca de ayuda y confían en su poderosa caballería y sus carros, en vez de poner la mirada en el Santo de Israel y consultarlo a él!


Pero ¡oh pueblo mío, no quieren pedirme auxilio, están hastiados de mí!


Castigué a sus hijos pero nada les aprovechó: aún no quieren obedecer. Y ustedes mismos han matado a mis profetas como el león que mata su presa.


Cuando todo te iba bien te lo advertí, pero tú respondiste: «No me molestes». Así fuiste desde tu niñez; ¡de plano te niegas a escuchar!


Me han vuelto la espalda y no han querido volverse a mí. Día tras día, año tras año, les enseñaba a discernir entre el bien y el mal, pero no querían escuchar ni obedecer.


El Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, dice: Ve y di a Judá y a Jerusalén: ¿No van a aprender la lección de las familias de Recab, tomándolas como ejemplo?


Por lo tanto el Señor Dios de los ejércitos dice: ¡Como se niegan a escuchar o a responder cuando llamo, yo enviaré sobre Judá e Israel todo el mal que les he advertido!


Señor, tú no aceptas sino la verdad. Castigándolos has tratado de hacer que reflexionen y sean honrados, pero no quieren cambiar. Los has arruinado, pero no escarmientan y se niegan a dejar su conducta malvada. Con el rostro como dura piedra por su terquedad, están empecinados en no arrepentirse.


«Hombre mortal, di al pueblo de Israel: “En el día que explote mi indignación tú serás como el yermo sin limpiar, o el desierto sin lluvia”.


¡Es la herrumbre y corrupción de tu lascivia sucia, de la devoción de los ídolos! ¡Y ahora, puesto que quise limpiarte y te rehusaste, permanece sucia hasta que mi cólera haya enviado todos sus castigos sobre ti!


Destruiré también a los que antes rendían homenaje al Señor, pero ya no lo hacen, y a los que nunca lo han amado ni han querido saber de él.


La Escritura entera es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos, para reprendernos, para corregirnos y para indicarnos cómo llevar una vida justa.


Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura.


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