»¡Ay, amigos míos, compadézcanme porque la airada mano de Dios me ha tocado!
Jeremías 15:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ¿Quién tendrá lástima de ti, Jerusalén? ¿Quién llorará por ti? ¿Quién preguntará siquiera cómo estás? Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a preguntar por tu paz? Biblia Nueva Traducción Viviente »¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén? ¿Quién llorará por ti? ¿Quién se tomará la molestia de preguntar cómo estás? Biblia Católica (Latinoamericana) ¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén?
¿Quién te consolará?
¿Quién se detendrá para preguntar por tu salud? La Biblia Textual 3a Edicion Oh Jerusalem, ¿quién tendrá piedad de ti? ¿Quién te compadecerá? ¿Quién se desviará para preguntar acerca de ti? Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¿Quién, pues, se apiadará de ti, Jerusalén? ¿Quién te dará el pésame? ¿Quién se volverá a preguntar cómo estás? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿O quién lamentará por ti? ¿O quién se apartara para preguntar por tu paz? |
»¡Ay, amigos míos, compadézcanme porque la airada mano de Dios me ha tocado!
Sus insultos me han quebrantado el corazón; y estoy desesperado. ¡Si por lo menos uno mostrara piedad! ¡Si uno por lo menos me consolara!
Moisés salió a recibir a su suegro con mucho cariño. Se preguntaron sobre la salud de uno y otro, y luego entraron en la tienda de Moisés, para seguir conversando.
Estos dos males te han tocado en suerte: desolación y destrucción. Sí, hambre y espada. ¿Y quién ha quedado para compadecerte? ¿Quién ha quedado para consolarte?
A hijos y a padres estrellaré unos contra otros, dice el Señor. No dejaré que la lástima ni la misericordia los salve de la ruina total.
No te enlutes ni llores por ellos, pues yo les he retirado mi protección y mi paz; les he retirado mi benignidad y misericordia, dice el Señor.
Y finalmente entregaré al propio rey Sedequías y a todo el resto que haya quedado en la ciudad en poder del rey Nabucodonosor de Babilonia, para que los mate sin piedad ni misericordia.
Jerusalén implora por ayuda, pero nadie la consuela. ¡Es que el Señor ha decidido enviar a los vecinos de Israel como sus enemigos! ¡Deja que la traten como si no mereciera ningún respeto!
Todos los que te vean retrocederán espantados, y dirán: “Nínive ha quedado en la más completa ruina”. Sin embargo, nadie lamentará tu destino».
Los cinco hombres entraron a la casa de Micaías y saludaron al joven sacerdote. Los seiscientos hombres armados se quedaron junto a la puerta,
David dejó las cosas que llevaba en manos del encargado de las armas y provisiones y corrió a las filas en busca de sus hermanos.