Así que Isaac no reconoció a Jacob, porque sus manos eran tan velludas como las de su hermano Esaú. Antes de bendecir a Jacob,
Génesis 27:24 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Isaac volvió a preguntarle: ―¿Eres realmente Esaú? ―Sí, por supuesto —respondió Jacob. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Biblia Nueva Traducción Viviente —¿De verdad eres mi hijo Esaú? —preguntó. —Sí, lo soy —contestó Jacob. Biblia Católica (Latinoamericana) Volvió a preguntarle: '¿Eres de verdad mi hijo Esaú?' Contestó Jacob: 'Sí, yo soy. La Biblia Textual 3a Edicion Y preguntó: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Contestó: Lo soy. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Después preguntó: '¿De verdad eres tú mi hijo Esaú?'. Respondió: 'Sí, lo soy'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. |
Así que Isaac no reconoció a Jacob, porque sus manos eran tan velludas como las de su hermano Esaú. Antes de bendecir a Jacob,
―Entonces pásame el guiso de lo que cazaste. Me lo comeré y luego te bendeciré. Jacob se lo pasó, e Isaac comió; también bebió el vino que Jacob le había llevado.
―¿Qué te pasa? —le preguntó el rey. ―Soy viuda —contestó ella—, y mis dos hijos tuvieron una pelea en el campo. Puesto que no hubo nadie que los separara, uno de ellos mató al otro.
Pero el anciano le dijo: ―Yo también soy profeta como tú; y un ángel, por orden del Señor, me dijo que debía llevarte a casa conmigo y darte alimento y agua. Pero el anciano mentía.
Los labios que dicen la verdad permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa dura sólo un momento.
El Señor aborrece a los mentirosos, pero le agradan los que viven en la verdad.
Aparta de mí la mentira y la falsedad, no me des ni pobreza ni riquezas, dame sólo el pan de cada día.
»Esto es lo que tienen que hacer: Digan siempre la verdad. Juzguen de manera justa y de acuerdo a la verdad de los hechos. Vivan en paz con todos.
Dejen, por lo tanto, la mentira; díganse la verdad unos a otros siempre, porque somos miembros de un mismo cuerpo.
No se mientan unos a otros, ahora que ya murieron a aquella antigua vida llena de vicios.
por lo que fingió estar loco. Arañaba las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba,
―El rey me envió en un asunto privado —mintió David—. Me dijo que no le dijera a nadie por qué estoy aquí. Les he dicho a mis hombres dónde podemos encontrarnos más tarde.
―¿A quiénes atacaron hoy? —preguntaba Aquis. Y David respondía: ―Atacamos el sur de Judá y el sur de Jeramel y el sur de los ceneos.