Pero tienes que saber que aún quedan siete mil hombres en Israel que jamás se han inclinado ante Baal ni lo han adorado.
Efesios 3:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Por ello me arrodillo ante el Padre, Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, Biblia Católica (Latinoamericana) Pensando en todo esto, doblo las rodillas en presencia del Padre, La Biblia Textual 3a Edicion Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre,° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Por esta razón, doblo mis rodillas ante el Padre, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, |
Pero tienes que saber que aún quedan siete mil hombres en Israel que jamás se han inclinado ante Baal ni lo han adorado.
Salomón había estado arrodillado, con las manos extendidas hacia los cielos. Cuando terminó de orar, se levantó delante del altar del Señor, y pronunció esta bendición sobre todo el pueblo de Israel:
Finalmente, a la hora de ofrecer el holocausto, recobré el ánimo y me levanté. Y con mi túnica y mi manto rasgados, me arrodillé y levanté mis manos hacia el Señor mi Dios
Por mí mismo he jurado y jamás me retractaré, porque mi palabra es verdad, anuncio que toda rodilla en el mundo se doblará ante mí, y toda lengua jurará lealtad a mi nombre.
Pero aunque Daniel lo supo, se fue a su hogar y se arrodilló como de costumbre en su dormitorio en la planta alta, con sus ventanas abiertas hacia Jerusalén, y oró tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.
Entonces se alejó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y se puso a orar:
Al cabo de la semana, cuando regresamos al barco, la congregación en pleno, incluyendo esposas e hijos, nos acompañaron hasta la orilla del mar, donde oramos
Luego cayó de rodillas y gritó: ―¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y al terminar de pronunciar aquellas palabras, murió.
Pedro les ordenó que salieran del cuarto y se arrodilló a orar. Luego se volvió hacia el cadáver: ―Levántate, Tabita —le ordenó. Inmediatamente ella abrió los ojos; y al ver a Pedro, se incorporó.
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos porque pertenecemos a Cristo.
de quien recibe su nombre toda familia —tanto las que están en el cielo como las que están en la tierra—,
para que ante el nombre de Jesús todos se arrodillen, tanto en el cielo como en la tierra y debajo de la tierra,