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Efesios 1:18 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Pido también que ilumine sus corazones para que sepan cuál es la esperanza a la que los llamó y qué enorme es la riqueza de la herencia que él ha dado a los que son suyos.

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Biblia Reina Valera 1960

alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Que les ilumine la mirada interior, para que entiendan lo que esperamos a raíz del llamado de Dios, qué herencia tan grande y gloriosa reserva Dios a sus santos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

iluminados° los ojos del corazón° para saber cuál es la esperanza de su llamamiento y cuál la riqueza de la gloria de su herencia con los santos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

para que, iluminados los ojos de [vuestro] corazón, sepáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia en el pueblo santo,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos;

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Efesios 1:18
49 Tagairtí Cros  

»Pero ahora yo digo. Había oído hablar de ti, pero ahora te he visto,


Abre mis ojos para que vean las maravillas de tu ley.


Y sobre él reposará el Espíritu del Señor, el Espíritu de sabiduría, entendimiento, consejo y poder; el Espíritu de conocimiento y reverencia por el Señor.


Porque el Señor ha derramado sobre ustedes espíritu de profundo sueño. Ha cerrado los ojos de sus profetas y videntes


En aquel día los sordos oirán la palabra del libro, y desde su tristeza y tinieblas los ciegos conocerán mis planes.


Entonces por fin se abrirán los ojos de Israel para ver a Dios, el pueblo escuchará la voz de su Dios.


Darás vista a los ciegos y libertarás a los que yacen en prisión de tinieblas y desaliento.


Quítales la inteligencia, tápales los oídos y ciérrales los ojos. No quiero que vean, oigan ni entiendan, ni que se vuelvan a mí para que los sane.


porque tienen el corazón endurecido, no oyen bien y tienen los ojos cerrados. Por lo tanto, no verán ni oirán ni entenderán ni se convertirán ni dejarán que yo los sane”.


Iba a seguir su camino cuando un hombre llegó corriendo hasta él y, de rodillas, le preguntó: ―Buen Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?


Entonces les abrió el entendimiento para que pudieran comprender las Escrituras.


Una de ellas, que se llamaba Lidia, era vendedora de púrpura en Tiatira, y ya desde antes adoraba a Dios. Mientras Lidia escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que estuviera atenta a lo que Pablo decía.


para que les abras los ojos y dejen las tinieblas para venir a la luz, para que dejen el poder de Satanás por el de Dios. Y así, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia junto con el santo pueblo de Dios”.


Dios jamás retira sus dádivas ni se olvida de aquellos a quienes ha elegido.


¿No te das cuenta de que por las riquezas de su generosidad, bondad y paciencia ha estado aguardando sin castigarte para darte tiempo a que te apartes de tus pecados?


pues el dios de este mundo los ha cegado y no pueden contemplar la gloriosa luz de la buena noticia acerca de Cristo que brilla ante ellos. Cristo es la imagen de Dios.


Porque Dios, que dijo: «Resplandezca la luz en las tinieblas», hizo brillar su luz en nuestros corazones y nos ha hecho comprender que es el resplandor de su gloria lo que brilla en el rostro de Cristo.


Pero nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo, esperamos que por medio de la fe seremos justificados ante Dios.


En virtud de lo que Cristo hizo, ahora somos herederos, porque en su plan soberano nos escogió desde el principio para ser suyos; y esto es el cumplimiento de ese plan que Dios quería llevar a cabo.


Gracias a que él derramó su sangre, tenemos el perdón de nuestros pecados. Así de abundante es su gracia.


Recuerden que en aquellos días ustedes vivían alejados del Mesías, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa. Vivían en el mundo sin Dios y sin esperanza.


y le pido que de sus gloriosas riquezas los fortalezca interiormente por medio de su Espíritu.


Aunque soy el más pequeño de todos los que son parte del pueblo santo, Dios me concedió, por su amor, la misión de anunciar a las naciones el tesoro incalculable de Cristo.


Yo, pues, que estoy prisionero por servir al Señor, les ruego con todo cariño que se comporten como es digno de los que han sido llamados por Dios.


Somos un solo cuerpo y tenemos un mismo Espíritu; además, hemos sido llamados a una misma esperanza.


Aunque ustedes antes vivían en tinieblas, ahora viven en la luz. Esa luz debe notarse en su conducta como hijos de Dios.


De esta manera sigo adelante hacia la meta, para ganar el premio que Dios ofrece por medio de su llamado celestial en Cristo Jesús.


y con gozo darán gracias al Padre, que nos ha capacitado para participar de la herencia que pertenece a los que viven en el reino de la luz.


Pero para esto tienen que creer firmemente y no abandonar la esperanza que tienen gracias a las buenas noticias. Estas son las buenas noticias que un día escucharon y que ahora mismo están siendo proclamadas en el mundo entero. Y yo, Pablo, trabajo anunciándolas.


A ellos, Dios les dio a conocer la riqueza y la gloria de su plan que, por cierto, beneficia a los gentiles. Y este es el misterio: Cristo está entre ustedes y es su esperanza de gloria.


Ustedes se comportan así motivados por la esperanza de lo que está guardado para ustedes en el cielo. De ello se enteraron por medio del mensaje verdadero del evangelio.


Mi lucha es para que se animen, que estén unidos estrechamente por las fuertes ataduras del amor, y que alcancen la rica experiencia de una genuina certidumbre y clara comprensión, porque el plan secreto de Dios, que ya por fin ha sido revelado, es Cristo mismo.


Que la paz de Dios reine en sus corazones, porque ese es su deber como miembros del cuerpo de Cristo. Y sean agradecidos.


Los hemos animado y consolado y hemos insistido en que vivan como lo hacen los que son de Dios, que es el que los llama a compartir su reino y su gloria.


Nosotros, por el contrario, somos del día. Por eso estamos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación.


Por eso, oramos en todo tiempo que nuestro Dios los tenga por dignos de su llamamiento y les ayude con su poder a hacer el bien y a cumplir todo lo que realicen movidos por la fe.


Que el Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, quien nos amó y nos dio un consuelo eterno y una esperanza que no merecemos,


Lucha la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna que Dios te ha dado y que has confesado ante tantos testigos.


con la mirada puesta en el día en que se cumpla la bendita promesa de su venida y se manifieste la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


Lo hizo a fin de poder declararnos justos ante Dios por su gracia y para que fuéramos herederos de la vida eterna, la cual con ansias esperamos alcanzar.


Recuerden los días pasados cuando ustedes, después de recibir la luz, tuvieron que soportar una dura lucha y muchos sufrimientos.


A los que en alguna ocasión han entendido el evangelio, han gustado las cosas del cielo, han participado del Espíritu Santo,


¡Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!, porque su misericordia es grande y nos ha hecho nacer de nuevo por medio de la resurrección de Jesucristo. Esto fue así para que tengamos una esperanza viva


No le hagan mal al que les hizo mal ni insulten al que los insultó. Al contrario, bendíganlo, porque Dios los eligió a ustedes para que reciban bendición.


Y después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios mismo los restaurará, los hará fuertes, firmes, y les dará seguridad.