Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Eclesiastés 3:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Tiempo de romper; Tiempo de reparar; Tiempo de callar; Tiempo de hablar;

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Un tiempo para rasgar y un tiempo para remendar. Un tiempo para callar y un tiempo para hablar.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

tiempo para rasgar y tiempo para coser; tiempo para callarse y tiempo para hablar;'

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Tiempo de romper y tiempo de coser, Tiempo de callar y tiempo de hablar,

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hay tiempo de rasgar y tiempo de coser. Hay tiempo de callar y tiempo de hablar.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Eclesiastés 3:7
32 Tagairtí Cros  

Un poco más tarde llegó Rubén (que había estado fuera cuando pasaron los ismaelitas) y fue hasta la cisterna para sacar a José. Cuando vio que José no estaba allí, rasgó sus ropas lleno de angustia y de frustración.


Entonces Israel rasgó su ropa y se vistió de ropas ásperas e hizo duelo por su hijo, y lo lloró durante varias semanas.


Entonces Judá se adelantó y dijo: ―Déjeme decirle algo. Tenga paciencia conmigo por un momento, porque sé que usted puede condenarme en un instante, como si fuera el mismo faraón.


Porque, ¿cómo regresaré a mi padre si el muchacho no va conmigo? ¡Yo no podría soportar ver sufrir tanto a mi padre!


David y sus hombres rasgaron su ropa en señal de dolor cuando oyeron aquellas noticias.


Luego, el rey David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él que se rasgaran las vestiduras, se vistieran con ropa áspera y lloraran por la muerte de Abner. Y el rey David fue detrás del féretro al cementerio.


Cuando Acab oyó estas profecías, se vistió con ropa áspera y ayunó. No se quitaba esa ropa para dormir, y andaba deprimido.


Pero el pueblo sobre el muro permaneció en silencio, porque el rey les había ordenado no responder.


Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó su ropa, y dijo: «¡Este hombre me manda a un leproso para que lo sane! ¿Acaso soy Dios, para matar y dar la vida? ¡Ese rey solo está buscando un pretexto para invadirnos nuevamente!».


Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos a quienes quieren destruirnos. ¡Estamos condenados a la destrucción total! Si sólo hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo no me quejaría delante de Su Majestad, pues eso no sería motivo para inquietarlo.


Luego se sentaron silenciosos en el suelo junto a Job durante siete días y siete noches, y ninguno dijo nada; comprendían que su aflicción era tal que no había lugar para las palabras.


Pero guardaba silencio. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! La tormenta creció dentro de mí hasta que estuvo a punto de estallar.


Tiempo de encontrar; Tiempo de perder; Tiempo de ahorrar; Tiempo de derrochar;


Pero el pueblo permaneció en silencio, no respondió palabra porque Ezequías les había dicho que no replicaran nada.


Y nadie protestó, sino Elnatán, Delaías y Guemarías. Suplicaron al rey que no quemara el rollo, pero no les hizo caso. Ninguno de los otros dignatarios del rey dio señales de temor o ira por lo que había hecho.


Entonces el pueblo dirá: «¿Para qué esperar a morir aquí? Vengan, vamos a las ciudades protegidas y perezcamos allá. Porque el Señor Dios nuestro nos ha condenado a muerte y nos ha dado a beber copa de veneno por todas nuestras maldades.


Déjenla estar sola y en silencio, cuando el Señor le quiere mostrar algo.


No finjan arrepentimiento rasgándose la ropa, sino vuélvanse al Señor su Dios con un corazón lleno de arrepentimiento sincero. Porque él es un Dios amoroso y bueno, que no se enoja fácilmente. Él los ama mucho y le duele castigarlos.


Por eso, debido a la maldad que existe, el prudente se queda callado.


El día que lo castigue, en el templo se entonarán cantos fúnebres en vez de alabanzas alegres. Serán tantos los muertos que habrá cadáveres por todas partes, y serán sacados fuera de la ciudad en silencio, con mucha pesadumbre. Lo ha dicho Dios el Señor.


No confíes en nadie, ni en tu mejor amigo, mucho menos en tus gobernantes. ¡Ni siquiera confíes en tu esposa!


No podemos dejar de hablar de las maravillas que vimos y que escuchamos.


Pedro accedió. Al llegar, lo llevaron a la sala donde reposaba el cadáver de Dorcas. El cuarto estaba lleno de viudas que lloraban mientras mostraban las túnicas y vestidos que Dorcas había hecho.


―Dijo que las burras ya habían sido halladas —contestó Saúl, pero no le contó que había sido ungido rey.