La gloria, Señor, no es para nosotros, sino para ti; por causa de tu gran amor y tu fidelidad.
Apocalipsis 7:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 «Al Dios nuestro que está en el trono y al Cordero debemos la salvación», gritaban. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Biblia Nueva Traducción Viviente Y gritaban con gran estruendo: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!». Biblia Católica (Latinoamericana) y gritaban con voz poderosa:
'¿Quién salva fuera de nuestro Dios, que se sienta en el trono, y del Cordero?' La Biblia Textual 3a Edicion Y claman a gran voz, diciendo: ¡Atribúyase° la salvación a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y gritan con gran voz, diciendo: 'La salvación se debe a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y aclamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero. |
La gloria, Señor, no es para nosotros, sino para ti; por causa de tu gran amor y tu fidelidad.
El Señor salva a los santos. Él es su refugio y salvación en tiempos de tribulación.
Ciertamente, oh Dios de Israel, Salvador, te manifiestas en formas misteriosas y extrañas.
Consulten entre ustedes, argumenten su causa. ¿Quién sino Dios dijo que todo esto se cumpliría? Porque no hay Dios sino yo, Dios justo y Salvador. No, ¡no hay ni uno!
Hartos estamos de adorar ídolos en las colinas y de celebrar orgías en los montes. Todo esto es sólo farsa. Sólo en el Señor nuestro Dios podrá Israel hallar auxilio y salvación, ahora lo entendemos.
El Señor dice: «Sólo yo soy su Dios, el Señor, y lo he sido desde que los saqué de Egipto. No tienen otro Dios aparte de mí, pues no hay ningún otro Salvador.
»Pero yo para siempre te rendiré homenaje y te ofreceré sacrificios rituales en agradecimiento por lo que has hecho por mí. Cumpliré las promesas que te hice. ¡Solamente el Señor me puede salvar!».
Por lo tanto, ninguna montaña, por alta que sea, podrá estorbar a Zorobabel, pues delante de él será solo un valle fácil de atravesar. Tú, Zorobabel, colocarás la primera piedra para construir el templo, y todos gritarán llenos de alegría: “¡Qué preciosa es! ¡Qué preciosa es!”».
¡Regocíjate grandemente, pueblo mío! ¡Grita de alegría, Jerusalén! ¡Tu rey viene montado sobre un burrito! ¡Es un rey justo y humilde, y viene a salvarte!
Al día siguiente Juan vio que Jesús se acercaba a él, y exclamó: «¡Aquí viene el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
Cuando vio que Jesús pasaba por allí, dijo: ―¡Aquí viene el Cordero de Dios!
Ustedes adoran lo que no conocen, pero nosotros adoramos lo que conocemos, pues la salvación viene de los judíos.
Por su misericordia y por medio de la fe, ustedes son salvos. No es por nada que ustedes hayan hecho. La salvación es un regalo de Dios
Escuché entonces que una potente voz proclamaba en el cielo: «¡Al fin llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo!, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante Dios, ha sido expulsado del cielo.
Después de esto escuché que una multitud inmensa gritaba a viva voz en el cielo: «¡Aleluya! ¡La gloria, el poder y la salvación proceden de nuestro Dios!,
Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Luego me dijo: «Escribe, porque lo que te digo es digno de crédito y verdadero.
No habrá allí nada maldito. Y el trono de Dios y del Cordero estarán allí. Sus siervos lo servirán
y había un mar como de cristal reluciente. En medio y alrededor del trono había cuatro seres vivientes, llenos de ojos por detrás y por delante.
El Cordero se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.