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2 Samuel 11:8 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Luego le dijo que se fuera a su casa y estuviera con su esposa. Al salir del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey.

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Biblia Reina Valera 1960

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

después dijo a Urías: 'Anda a tu casa, te has ganado el derecho de lavarte los pies'. Apenas salió Urías de la casa del rey, éste despachó detrás de él un presente de su mesa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa real, le fue enviado un presente del rey.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Después díjole David a Urías: 'Baja a tu casa y lávate los pies'. Salió Urías del palacio real y tras él salió también un presente de la mesa del rey.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de casa del rey, vino tras de él comida real.

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2 Samuel 11:8
11 Tagairtí Cros  

Voy a pedir que les traigan agua para que se laven los pies, y podrán quedarse a descansar bajo la sombra de este árbol.


y les dijo: ―Señores, vengan a mi casa para que se laven los pies y duerman. Mañana temprano podrán continuar el viaje. ―No, gracias —dijeron ellos—. Pasaremos la noche en la plaza.


Enseguida fueron conducidos al interior del palacio y les dieron agua para que se lavaran los pies. También les dieron comida a sus burros.


La comida de los hermanos de José la servían desde la mesa de este. Le dio a Benjamín una porción cinco veces mayor que la de los demás. Bebieron con José, y pasaron unos momentos de mucha alegría.


Se mienten unos a otros, hablando con labios aduladores; ya no hay sinceridad.


¿no lo sabría Dios? Sí, él conoce los secretos de cada corazón.


Sus palabras eran suaves como aceite, pero en su corazón había guerra. Sus palabras eran blandas como crema, pero ocultaban puñales.


¡Ay de quienes procuran ocultar del Señor sus planes, que procuran esconderle lo que hacen! «Dios no puede vernos», se dicen, «no sabe lo que está ocurriendo».


Porque no hay nada encubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a conocerse.


Luego, mirando a la mujer le dijo a Simón: ―¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para mis pies, pero ella me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.


Nada de lo que él ha creado puede esconderse de aquel a quien tendremos que rendir cuentas de nuestros hechos.